El principal reto para la VII Asamblea Federal de Izquierda es la de construir una alternativa entendible, creíble y posible. La izquierda no es necesaria, tan sólo, por su capacidad de elaboración programática; la izquierda se hace útil y abre un espacio social, económico y cultural propio cuando verdaderamente demuestra poder aplicar a la vida concreta de los ciudadanos sus propuestas, ante una sociedad tan desigual, compleja y convulsa como la que hoy conocemos. IU debe conocer su fuerza real y potencial, y articular colectivamente un conjunto de propuestas concretas que provoquen la movilización y la incorporación del ciudadano consciente a la política de la conformación de las decisiones sociales.

La izquierda que aspira a transformaciones sociales y económicas de fondo, para hacer de este mundo otro mundo más justo, no debe quedarse en adjetivar los abusos del poder y su objetivo de perpetuidad, o permitir que sus propuestas «alter mundo» queden en debates etéreos. Lo prioritario para la izquierda, que quiere incidir en la realidad, es que sus propuestas formen parte del debate de las decisiones de los colectivos sociales, culturales, económicos e institucionales. Lo importante no es que IU tenga una gran propuesta en materia económica, por poner un ejemplo, lo trascendente es que esta propuesta sea asumida por profesores, sindicalistas, cooperativistas y trabajadores en general, que las hagan suyas y las apliquen a su realidad concreta.

Desde luego que para conseguir adhesiones entre la ciudadanía más activa, primero hay que tener ideas y propuestas comprensibles, pero sobre todo lo que hay que tener es un buen vehículo social y cultural que permita que las iniciativas de la izquierda lleguen a la sociedad real, a la que se siente comprometida con la convivencia entre las gentes, y para ello también resulta imprescindible que la izquierda política sepa establecer relaciones positivas y constantes con los sectores más activos de la sociedad.

En la participación colectiva hay que buscar la implicación tanto del entorno de IU, como de la propia militancia. Precisamente una de las claves básicas de esta Asamblea Federal es la necesidad de la participación colectiva, constructiva y democrática del conjunto de hombres y mujeres que forman parte de IU, favoreciendo simultáneamente que la participación pase desde la iniciativa más concreta de un barrio o un pueblo, hasta en la elaboración del discurso político del Coordinador General de IU.

El reto no es que la militancia de IU, o las gentes que sienten tener algún vínculo hacia la izquierda alternativa, se sienta útil, contenta y satisfecha con la organización, o con su agrupación o dirección. Lo urgente y necesario, para una fuerza política de la izquierda transformadora, es que su gente se eduque y se desenvuelva con normalidad en la proyección y aplicación del impulso de su proyecto político. Esta energía vital, que solo puede venir desde la confianza y la convicción de un programa y un discurso pegado a las ilusiones y los proyectos de la sociedad, pasa por conseguir que seamos capaces de tejer un entramado colectivo de desarrollo de lo que tenemos que plantear a la sociedad y como lo planteamos y a través de que aliados, sobre la base de lo que hay organizado en la sociedad, de esa realidad, no de la que quisiéramos que hubiera sino de la realmente existente.

IU debe consolidar e incrementar su influencia en la sociedad mediante la acción directa. Desde su capacidad de debatir y trasladar ideas, propuestas e iniciativas que luego los sectores más avanzados de la sociedad hagan suyas de forma natural y cotidiana. Es básico un análisis correcto de lo que hoy ocurre en la sociedad, pero de forma inmediata hay que articular propuestas consecuentes, tanto para abordar los principales problemas en materia de empleo estable y de calidad, en defensa de una sanidad y una educación pública sólida o en materia de seguridad integral de los ciudadanos y de nuestro entorno natural, como del análisis de lo que ocurre en el mundo.

IU tiene los mimbres necesarios para representar un papel decisivo en la construcción de una sociedad más justa. Debe saber, desde el reconocimiento de sus limitaciones y dificultades, impulsar sus políticas para presentarlas como alternativa a las graves contradicciones de un sistema cada día más injusto, donde el hombre y sus derechos básicos quedan relegados cada día. El futuro está en la capacidad de sumar fuerzas, de articular movimientos críticos capaces de abrir espacios sociales, políticos y culturales en el compromiso, y de influir decisivamente en la realidad social más activa y comprometida.