El pop patrio huele a podrido en casi todo los órdenes del negocio, incluso en el aspecto creativo. En la entrada de la estación del AVE de Madrid nos han colocado unas pegatinas que cubren la mitad de las puertas automáticas con las fotos de Bisbal, Estopa y compañía. Es que no hay manera de quitárnoslos de encima, por si no fuera poco con la cobertura televisiva y las radio fórmulas.

La empanada mental de los escritores y compositores de canciones pop es de tal magnitud que, al final, tendré que adherirme a lo que siempre me negé: mejor escuchar las canciones en inglés, que no las entendemos, que en español, que son apestosas. Algún mes entraré más en esta materia.

La otra miseria ocurrió unos días después del 11-M, cuando el sello Warner puso en circulación un recopilatorio titulado ‘Las canciones de la libertad’, aprovechando el fondo de catálogo que ha adquirido al comprar el sello Fonomusic. Este último tenía una vasta colección de títulos de nuestros mejores cantautores en la etapa final de la Dictadura y primeros años de la Democracia. Otra vez a hacer caja de la sangre inocente.

Pero hay grandezas en el pop. Una de ellas, con letras mayúsculas, se llama Antonio Vega, una perla, una joya delicada por su estado de salud que no levanta cabeza -ay, ay… drogas malditas cuando se adueñan de la voluntad-. Acaba de sacar un recopilatorio con su nombre; canciones suyas a dúo con otros, canciones de otros que hace suyas, colaboraciones nuevas -extraordinario el tema con Amaral, otro de los mejores grupos de pop-. Su compañía se muerde las uñas porque el pobre de Antonio Vega compone muy despacio, en aquellos huecos lejos del subidón o el bajón, con todas las ventajas del mundo para utilizar los estudios de grabación -un derecho que casi nadie tiene- y con un público fiel -yo entre ellos- que le perdona todo, hasta cuando suspende sus conciertos por ‘enfermedad’.

A él se deben iconos como «Chica de ayer», «El sitio de mi recreo», «Se dejaba llevar» o la soberbia recreación de «Romance de Curro El Palmo», original de Serrat. Siempre a tu lado, Antonio.