El sol caía con implacable justicia sobre el montes de la serranía conquense de Santa Cruz de Moya en el acto central de las XVI Día Nacional del Guerrillero el domingo 3 de octubre, desarrolladas este año con charlas y debates sobre su historia a lo ancho del fin de semana. El calor era tan intenso que el protocolo del acto aconsejaba un retoque en la parte institucional e, incluso, en el orden de intervenciones sobre el modesto escenario levantado para la ocasión.

Lástima que no fuera así. Los discursos institucionales se extendieron en demasía. Vergonzoso fue el discurso de un ex diputado por Cuenca, que promoviera en su día todos los trámites para la ubicación de un monumento a los guerrilleros en una zona guerrillera como es Santa Cruz de Moya, según sus propias palabras. Habló todo lo que quiso, autoalabándose en un ejercicio de falsa modestia que sonrojaba. Nadie le cortó, ni siquiera los gritos de los asistentes pidiéndole que acabase y dejase hablar a los verdaderos protagonistas, los guerrilleros.

Cuando soltó todo lo que tenía que decir, fue él mismo el que iba dando paso a aquellos guerrilleros allí presentes y miembros de los grupos de enlace. Como la falta de aire y la sensación térmica se incrementaban, tan reputado señor cortaba sus palabras de una manera grotesca. A quién no pudo silenciar fue a Jesús de Cos., ex guerrillero que habló en nombre de todo el colectivo: «Los guerrilleros formamos un grupo compacto; siempre guerrilleros, nunca bandoleros como figura en los archivos de la Guardia Civil: eso tiene que desaparecer para siempre. Tenemos que exigir a estos señores del Gobierno, que se llaman socialistas, el apoyo a los guerrilleros. Se trata de la reparación de las injusticias cometidas sobre nuestro colectivo; solicitamos el apoyo de todas las asociaciones dedicadas a la memoria histórica. Porque, la libertad y la democracia es obra de todos, también de los guerrilleros. Y que el monumento a los guerrilleros (levantado allí, en los montes de Santa Cruz de Moya) sea reconocido como un monumento nacional en memoria de nuestra lucha y nuestra sangre vertida».
Una petición que debería también ser estudiada por la recién constituida Comisión Interministerial para el estudio de las víctimas de la Guerra Civil, dirigido por la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega.

Los demás, abreviaron porque el acto ya duraba demasiado. Y no iba descaminado, porque a los pocos minutos tuvieron que actuar las urgencias ante los desfallecimientos de varias personas No obstante, de emotividad rebosó la petición de aplausos para las mujeres y los enlaces, por su abnegada lucha. En conclusión, una reparación democrática más que merecida, es lo que pidieron.