Si algo enseña la vida política es que casi nunca hay una última oportunidad. Se puede torcer el decurso de las cosas e imponer, con voluntad y con oraje, una salida política colectiva. Estamos, no hay que entenderlo de modo figurado, ante la penúltima oportunidad de IU.

No se trata, como cansinamente se nos dice, de ser catastrofistas, ¿cómo definir lo que nos pasa? Pérdida de afiliación y de compromiso militante, ruptura sistemática de vínculos sociales y una representación parlamentaria que nos sitúa ante el abismo de desaparecer como referente electoral. Lo peor no es esto, lo grave es la pérdida de pulso político, la difuminación de un perfil propio y la carencia de un proyecto autónomo. Y, en medio, como no podía de ser de otra manera, una organización dividida transversalmente y donde las relaciones humanas son cada vez más difíciles.

El Consejo Político Federal del pasado día 22 de enero puso las cosas, de nuevo, en su sitio: Gaspar Llamazares, apenas obtuvo un 53,2% y Enrique Santiago alcanzó, para sorpresa de muchos un 45,88%. Todo ello, tras un mes de uso y abuso de un aparato al servicio de los intereses del Coordinador de IU. Obviamente, éste no alcanzó el 60% requerido estatutariamente y, pese a quien le pese, sigue arrastrando un serio problema de legitimidad que se puede seguir eludiendo con una comisión de garantías afecta pero que marcará inevitablemente su futuro en esta organización.

El qué hacer no parece demasiado difícil, aunque nos tememos lo peor. El sentido común político obligaría a establecer un programa consensuado para la acción, verificable y convertido en un plan de trabajo colectivo. Por otra parte, a conformar una dirección colectiva y colegiada. Esto no ha sido posible aunque el coordinador ha hablado de proseguir las negociaciones y situar en un futuro próximo un nuevo marco. También a revitalizar la campaña contra el tratado constitucional europeo y más allá encontrar estímulos para relanzar nuestra organización y propiciar el establecimiento de vínculos sociales. ¿Será posible? La vida dirá, se trata de la penúltima oportunidad.