Bajo un sol primaveral, menos de la mitad de los electores españoles acudieron el 20 de febrero a las urnas para pronunciarse sobre el Tratado por el que se establece una Constitución para Europa. Ganó la abstención, con un 57,68%, batiendo un triste récord de la historia democrática del país. Del 42,32% de votantes, el 76,73% dio el «Sí, quiero» al Tratado, frente al 17,24% que votaron «No» y un 6,03% que votaron en blanco. Contrariamente a otros países de la Unión, el No en España ha sido un No de izquierdas y ha venido fundamentalmente de Izquierda Unida, como única fuerza de ámbito estatal y, en menor medida, de Iniciativa per Catalunya, ERC, BNG y Chunta Aragonesista.
El eurodiputado de IU, Willy Meyer, se felicitó por el éxito de 2,5 millones de votos de rechazo al Tratado, que atribuyó por completo a la campaña de la izquierda alternativa y pidió al Gobierno que no intente ocultar o manipular el resultado. En su opinión, «es un resultado incontestablemente crítico, obtenido en circunstancias difíciles, después de una lucha contra viento y marea en una campaña en la que apenas hubo debates y se ha intentado amordazar a las fuerzas del No, provocando la indiferencia e indignación de la ciudadanía».
El efecto de arrastre que pretendía el Gobierno español sale muy debilitado por el No y la abstención, y así ha sido percibido en Francia. El ministro de Asuntos Exteriores, Michel Barnier, consideró que la elevada abstención registrada en España debe motivar en Francia un mayor debate sobre el texto constitucional para conseguir la movilización del electorado. Jean-Pierre Chèvenement, líder del Movimiento de los Ciudadanos, dijo que España ha dado un aviso a navegantes, porque el «No» ha obtenido «un resultado apreciable en un país tradicionalmente europeísta. Es un no que reclama más y mejor Europa, una Europa social y ciudadana, que es la que quiere la mayoría de los europeos», añadió. La presidenta del Partido Comunista Francés, Marie-George Buffet felicitó al coordinador general de Izquierda Unida por los resultados del No y dijo: «La pequeña victoria del Sí es tan sólo un sí óptico, contestado por el No y que no puede borrar de un plumazo las inquietudes de los españoles sobre el retroceso social inscrito en el mármol de este Tratado, las deslocalizaciones y la directiva Bolkestein». El senador socialista Jean-Luc Mélenchon, ironizó diciendo: «Si Zapatero quería un trampolín para su salto a Europa, el referéndum ha sido un flop. Menos de un español de cada tres ha aprobado esta fumosa Constitución». El socialista Laurent Fabius, líder del «No» en Francia, apuntó que «el apoyo de Chirac a Zapatero ha sido la aguja que ha desinflado el globo. El resultado muestra el foso que separa a los euro-satisfechos del común de los mortales».
No era un referéndum decisorio, sino meramente consultivo. Ahora, una vez publicado el resultado en el Boletín Oficial del Estado, el Gobierno elevará a las Cortes un proyecto de ley solicitando la preceptiva autorización parlamentaria para ratificar el Tratado. Con toda probabilidad, el Parlamento emitirá un voto favorable al Tratado con el respaldo abrumador del PP, del PSOE, PSC y partidos nacionalistas burgueses, PNV, CiU, PAR y Coalición Canaria. Los Parlamentos de Lituania, Hungría y Eslovenia han ratificado el Tratado sin pasar por las urnas.
Además de España, otros trece países convocarán referéndum en los próximos meses. Francia lo hará en mayo y luego Portugal. Sin embargo, la mayor incertidumbre se producirá en Dinamarca, Suecia e Irlanda, países que en el pasado rechazaron otros Tratados, como el de Maastricht y el de Niza.
Willy Meyer, diputado de Izquierda Unitaria Europea-Izquierda Verde Nórdica, concluye diciendo que, con estos resultados, «el Tratado queda tocado desde el punto de vista de su legitimidad política y los que queremos más y mejor Europa tendremos que proseguir un trabajo constituyente activo, pacifista y social, porque otra Europa es posible».