Cuando se acerca el setenta y cinco aniversario del comienzo de la guerra civil española, se suman nuevas publicaciones a la abundante bibliografía sobre sus orígenes, desarrollo y consecuencias. Nos encontramos, por un lado, al gobierno socialista que se resiste a reavivar la memoria histórica y la derecha que, de un tiempo a esta parte, intenta rescribirla en aras de una legitimación política, que al parecer necesita, para exorcizar todos sus complejos. Para esta ceremonia no le faltan sacerdotes progres y los perros guardianes de siempre.

Es difícil sintetizar lo que representó y representa para muchos la guerra civil. Max Aub, en su “Nota” a su novela Campo francés afirma que aquella contienda, a pesar de haber sucedido entre otras dos enormes, sigue teniendo para el espíritu, una importancia de la que carecieron las demás. En ella su jugó algo más que la vida. El petróleo, las colonias, el oro no fueron motores ni razones determinantes. La furia ética, la justicia y hasta el derecho se jugaron la existencia y, por lo menos temporalmente, la perdieron… La perdimos, cada quien a su modo, y salimos a buscarla, como profetizó César Vallejo.

Esta búsqueda se concretó, en el campo del arte,, en una enorme producción literaria. Sobre esto, Aldo Garosci, en su obra Los intelectuales y la Guerra de España afirma que los temas de la moral y de la política, del totalitarismo y de la inspiración liberal, de las masas y de las élites históricas, suscitaron la reflexión durante cada episodio capital de la guerra de España. Ya, en plena contienda, se publican varias novelas. En Francia, por ejemplo, aparece en 1937, l’Espoir de André Malraux.

Pero es en los primeros años del exilio republicano cuando la producción sobre la guerra civil es abundante. Entre los novelistas que dedican su atención a la guerra civil, se encuentra Paulino Masit. Este escritor nació en 1889 en un pueblo de la provincia de Lérida. Sus estudios de primaria y secundaria los realiza en Logroño donde sus padres se habían traslado por cuestiones de negocios. Allí termina también los estudios de Magisterio. En 1924 funda el diario republicano El Heraldo de la Rioja que muere asfixiado por la censura de la Dictadura de Primo de Rivera. En 1930, inicia su relación con escritores de su generación, como Manuel Andujar y Alejandro Casona, entre otros.

Aparte de en periódicos, escribe las siguientes obras teatrales: Dúo, La Frontera y El báculo y el paraguas, esta, que fue estrenada en 1936, responde a los moldes benaventinos de la comedia burguesa y de la pieza bien hecha. Su interés radica en su preocupación feminista. La mujer, en este caso, la protagonista, decide como Nora en Casa de muñecas de Ibsen, su propio destino en contra de las imposiciones de su entorno social y familiar.

Durante la Guerra civil es nombrado director de La Vanguardia, de Barcelona. Cuando acaba la guerra, se exilia en México junto a otros compañeros, como José Bergamín, José Herrera Petere, Emilio Prados, Antonio Sacristán y Josep Renau.

En la capital azteca, simultanea su trabajo literario con actividades para ayudar a los refugiados españoles. Su dedicación al cine – escribió más de cincuenta guiones –impide que su obra más sea extensa. Recordemos algunos títulos: la pieza dramática El hombre que hizo un milagro, Historias de amor, una colección de cuentos y El diario de Hamlet García que es considerada como una de las mejores novelas sobre la guerra civil.

Como bien indica su título, esta novela adopta la forma de diario para narrar las aventuras del protagonista en un tiempo cronológico preciso, desde el 1 de enero de 1936 hasta un día indeterminado de este mismo año. Este procedimiento narrativo se corresponde con la evolución psicológica del personaje que nos brinda su propia caracterización, “Me llamo Hamlet. Soy profesor ambulante de metafísica”, y del desarrollo de la contienda bélica en Madrid., que quedan definidas en sus pocas aventuras exteriores, y en sus constantes análisis introspectivos.

Como el personaje de W. Shakespeare, es un ser atribulado por sus propias indecisiones y dudas. Ante el acontecimiento bélico, permanece al margen sin encontrar la respuesta para explicarse los cambios de su vida. No obstante, otros personajes sirven de contrapunto a su vida de pequeño burgués. Y, aunque sin ser una novela coral, estos personajes secundarios, algunos inolvidables, como Adela, Daniel y Eloisa, la Cloti, ofrecen una dimensión de las vicisitudes de un Madrid en pie de guerra y azotado por las bombas de los aviones fascista: “Madrid se ensombrece más. De día la ciudad está exasperada; de noche, a oscuras, gime estremecida de malos sueños interrumpidos”.

El diario de Hamlet García se publicó en España en el año 1987. Por su rigor narrativo y estilístico, no es una novela más sobre la guerra civil, pues más allá de su carácter histórico destaca la pusilanimidad y la cobardía de aquellos intelectuales que frente a la revolución son incapaces de actuar, es decir, de tomar partido por la razón histórica.