Tres han sido los debates que desde una óptica diferente, cada uno de ellos, han tratado de lleno el principal reto ideológico del Partido Comunista para los próximos años: la configuración de un nuevo Manifiesto Programa del PCE.

El Comunismo como necesidad, con Felipe Alcaraz, Albert Escofet y Jesús Romero, «El Manifiesto Programa, una propuesta abierta», en el que intervinieron Julio Anguita, Manuel Monereo, Ginés Fernández y Julio Rodríguez Puértolas, y finalmente, «Manifiesto Programa: Construir la alternativa, una propuesta del PCE», que contó con la presencia de Francisco Frutos, Virginia Díaz, Enrique Centella y Luis Martínez de Velasco.

Más de seis horas de coloquio, reflexión y sobre todo preguntas, pues si algo quedó claro con estos tres debates es la existencia de dudas acerca del Manifiesto Programa, su metodología y su función final. Dudas expresadas por los militantes en muchas de sus intervenciones.

Felipe Alcaraz aseguró que el Partido está atravesando una etapa en la que supera una segunda clandestinidad, tras la real, consecuencia de la dictadura. Esta segunda clandestinidad viene marcada por nuestros propios errores, fundamentalmente a raíz del XIII Congreso, en el que el PCE asumió voluntariamente su debilitamiento en pos de trasvasar esa «fuerza» a Izquierda Unida, algo que se ha demostrado erróneo. Invertir esa dinámica, alcanzar un PCE fuerte para una IU fuerte, fue la respuesta y el objetivo buscado a partir del XVII Congreso. Hacernos visibles con nuestro propio rostro histórico y teórico, estratégico y táctico. Esa es la labor que persigue el Manifiesto Programa, ese es el escenario deseado a partir de su configuración definitiva en los próximos dos o tres años. En su reflexión acerca de la recuperación de nuestro rostro histórico, el Presidente Ejecutivo del Comité Federal del PCE afirmó que podemos y debemos retroceder y recuperar el bagaje histórico de los comunistas españoles en su lucha primero por la República, más tarde en su defensa, y posteriormente en la lucha, antifranquista. Retroceder para tomar impulso, en pos de una democracia real, que no puede ser sino republicana. Para los comunistas, la democracia o es republicana, o es una democracia de bajo voltaje, aseguró Alcaraz. Las crisis de las democracias representativas ocuparon también parte del coloquio, pronosticando las dificultades que la ley electoral presentará a IU en los próximos tiempos.

La intervención del mercado en todas las formas de representación pública, las nuevas formas del imperialismo, y el avance implacable de la precariedad fueron también temas tratados en la intervención de Alcaraz.

Albert Escofet realizó una critica sobre determinadas corrientes pseudo-filosóficas que auguraron el final de la historia tras la caída del bloque comunista, y frente al desánimo por el que atravesó la izquierda en los 90, y ante el escenario actual, con la hegemonía implacable de un capitalismo instalado en su fase imperialista más aguda, aseguró que los comunistas debemos recuperar la vocación revolucionaria, elaborar estrategias de transformación con voluntad de llevarlas a cabo, superando el momento actual. Pugnar por una democracia radical, debe ser el objetivo de la izquierda, debe ser aquello que articule la necesidad del comunismo hoy, buscando el sujeto revolucionario en el siglo XXI. Un Partido organizado, fuerte y unido, resulta fundamental para alcanzar estos objetivos. Escofet trasladó su optimismo enumerando los últimos actos organizados por la izquierda en Catalunya, que contaron con una masiva presencia. El Manifiesto Programa debe ser algo más que un debate, debe servir para movilizarnos, para conectarnos con la izquierda transformadora a escala internacional.

La jornada del domingo comenzó con la segunda de las charlas, a la que estaba invitada Lolo Rico, que desgraciadamente no pudo acudir debido a problemas de salud. En su nombre, Belén Insa leyó unas palabras de la propia Lolo respecto al tema en cuestión. Citando a Marx, respondió a la eterna pregunta con un contundente «la felicidad es lucha», para a continuación enumerar algunas de las más dramáticas consecuencias del capitalismo, y reafirmar su compromiso con el marxismo como herramienta para cambiar esta realidad insoportable. «No podemos permitir que haya nadie sin ilusión, sin ganas, aburrido, decepcionado, con ganas de salir corriendo. Somos hombres y mujeres que buscamos con pasión, con ahínco, la felicidad del marxismo, la felicidad de luchar, que viene a ser lo mismo». En medio de sesudas intervenciones, la emotividad y sencillez de Lolo Rico se agradecieron y emocionaron a los que escuchaban con interés.

Dentro del mismo coloquio, Manuel Monereo afirmó que pertenecemos a una tradición política que ha hecho de la teoría un elemento fundamental de su identidad, utilizando para ilustrar su reflexión la cita de Lenin «Sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario». Una fuerza política vale en la medida que valen sus ideas, sus proyectos y sus estrategias. Y vale porque es capaz de entroncarse con las contradicciones, con la bifurcación histórica, darle respuesta y conducir un proyecto histórico. Si no hace eso, una fuerza política es inservible y se convierte en una simple nostalgia del pasado, una mera identidad resistencialista que ante los cambios del presente, corre el peligro de morir. La tarea del Manifiesto Programa es justamente eso. No va dirigida a las elites intelectuales del Partido, es una cuestión netamente política, que afecta al conjunto de los comunistas, al conjunto de la izquierda que sigue pensando que el proyecto de transformación social sigue estando plenamente vigente. Insistió Monereo en que no se trata de elaborar otro documento más, de poner blanco sobre negro, en cincuenta folios, lo que siempre hemos dicho y escrito. Se trata de realizar un trabajo político colectivo que implique a la mayoría de hombres y mujeres del PCE en la tarea de la transformación social, y situar esa tarea en el marco de una estrategia política definida. «Nunca como ahora ha sido tan necesaria una perspectiva socialista, y nunca como ahora esa perspectiva ha estado tan alejada». Julio Rodríguez Puértolas aseguró que la única solución posible ante la situación por la que atraviesa la humanidad es una»globalización socialista», y recordó una entrevista realizada a Karl Marx en 1871, en la que el pensador alemán señalaba así los propósitos de la Internacional ; «la emancipación económica de la clase trabajadora por medio de la conquista del poder político, la utilización de dicho poder para alcanzar fines sociales. ¿Cuáles son esos fines sociales? La abolición de todas las clases».

Julio Anguita realizó una exposición breve, fundamentada en la necesidad de escuchar a los militantes allí presentes y las cuestiones sobre el Manifiesto Programa que pudieran desear exponer, cosa que hicieron con profusión. Declaró que el Manifiesto Programa tenía dos objetivos en su inicio. Primero, elaborar una respuesta desde el comunismo a la situación concreta actual, mojándose en lo concreto y «eliminando las grandes palabras que hagan perder el tiempo a la hora de proponer cosas». Esa situación actual no es otra que la globalización. El segundo objetivo, es cómo crear, con el debate y la movilización, una estructura que sea capaz de dar esa respuesta. Con qué instrumento queremos luchar. «El que tenemos no sirve. El que tenemos hay que afilarlo, adecuarlo. Tiene que ser producto de un debate en el que participe hasta el último militante» Sin el compromiso del militante, habremos fracasado. El debate del MP es un debate que debe permitir la creación de una voluntad colectiva que se manifieste no en los documentos, sino en la actitud de cada militante. Sin eso, haremos un bellísimo documento, hay capacidad para hacerlo, pero no alcanzaremos nuestro objetivo más importante. La capacidad de renovar la apuesta por el comunismo tras un debate, para militar a continuación en la estructura que nos demos.

En el último de los coloquios, Virginia Díaz contrastaba la actual efervescencia renovadora por la que atraviesa América Latina con el estancamiento de las propuestas transformadoras en Europa, enmarcado ello en un análisis de la situación de la izquierda en el siglo XXI. Considera Díaz que sería erróneo «Importar prácticas actuales utilizadas en América Latina, las realidades sociales presentan enormes diferencias», y recordó a Lenin respecto a la organización revolucionaria:»La estructura orgánica debe adecuarse a la realidad de cada país, y modificarse de acuerdo a las exigencias concretas de la lucha».

Luis Martínez de Velasco destacó lo que a su juicio comienza a ser una realidad, el miedo que esta globalización capitalista desbocada despierta en algunos de los más destacados liberales del planeta, y coincidió con Paco Frutos a la hora de comentar unas recientes declaraciones de Joseph Stiglitz, alto cargo del Banco Mundial durante cuatro años, y que ha puesto en solfa las recetas macroeconómicas del FMI. En su intervención, que ponía punto final a esta serie de tres coloquios/ debate, Paco Frutos incidió en la necesidad de reivindicar los valores republicanos, fundamentales a la hora de plantear cualquier transformación política. «No hay revolución sin valores republicanos», aseguró el Secretario General del PCE. Frutos reiteró una vez más lo obligado que resulta construir una alternativa al actual dominio capitalista, labor en la que los comunistas debemos implicar toda nuestra capacidad y entusiasmo, y cuya primera expresión puede ser ese Manifiesto Programa que levitó sobre nuestras cabezas los tres días de la fiesta, del que se habló de manera directa o trasversal en los tres debates que nos han ocupado, y que sin duda representa el gran desafío y al mismo tiempo la gran esperanza del PCE para el futuro más inmediato.