Esto mismo fue lo que se hizo en el coloquio titulado «El proceso constituyente hacia la III República» celebrado el sábado 16 de septiembre en el Pabellón de Convenciones de la Fiesta del PCE. Durante el mismo, el dirigente comunista Manolo Monereo expuso cómo el republicanismo se encuentra en un momento de renacimiento, ya no sólo como concepción del Estado, sino como ideología estrechamente conectada al pensamiento socialista. Libros como «El eclipse de la fraternidad» de Antoni Domènech (Crítica, 2004) así lo atestiguan.
En este relanzamiento del republicanismo juega un papel fundamental el proceso de recuperación de la memoria histórica que el Partido está desarrollando en torno a la II República, valor que Monereo encuentra impulsado especialmente a partir de la apuesta de Julio Anguita por el republicanismo como una de las señas de identidad de Izquierda Unida y el replanteamiento del ideal republicano impulsado por la UJCE.
En palabras del ponente: «seguramente no fue posible otra transición, pero lo que nunca pudo ser es que en esa transición perdiéramos la memoria», haciendo referencia a la aceptación del PCE de la monarquía a cambio de mejoras sociales para la clase trabajadora española. Precisamente una de las razones para recuperar el ideal republicano como referente ideológico del Partido Comunista se encuentra en la pérdida de las conquistas sociales logradas durante la transición española. Los derechos sociales recogidos en la Constitución Española de 1978 no son garantizados en la práctica, pues finalmente el único órgano con capacidad constituyente no es otro que el mercado.
Neoliberalismo y precariedad: la crisis de la Constitución de 1978
Esta ruptura de los acuerdos logrados en la Transición es fundamental para comprender la vuelta al republicanismo del PCE y parte de la izquierda española. Juan Iglesia, Secretario General de la UJCE, insiste en el neoliberalismo como laminador de las políticas del bienestar, y padre efectivo de la precariedad, que disuelve los derechos sociales adquiridos, especialmente en tres colectivos: las mujeres, los inmigrantes y la juventud. La precariedad supone la pérdida de los derechos que se pretendían garantizar en la Constitución del 78, y constituye así la principal línea de ruptura de los acuerdos de la Transición.
Para Monereo, la crisis de la Constitución Española del 78 se ha ido fraguando a través de tres factores. En primer lugar, el proceso de integración europeo, que ha dado lugar a una relectura de la Constitución en un sentido neoliberal. Ejemplo de ello es el sistema fiscal progresivo, difícil de desarrollar cuando en Europa existe libre circulación de capitales sin haber una única legalidad fiscal. En segundo lugar está la cuestión nacional, con las dificultades referentes al Título 8º de la Constitución. Y en tercer lugar, la constatación de un cambio de Constitución material, pues si en 1978 el movimiento obrero y la izquierda se encontraban en pleno ascenso, lo que ha venido ocurriendo desde entonces es el repliegue de los mismos, lo que ha dado lugar a que toda relectura de la Constitución se haga en clave neoliberal.
Tras esta triple quiebra del marco constitucional en lo social -que tal y como recordó Juan Iglesia fue fraguada por los Gobiernos tanto del PSOE como del PP-, cobra legitimidad el replantear un nuevo marco donde se inserten los derechos perdidos: he aquí el sentido de exigir la III República. No hay más solución para la situación actual que plantear un proceso constituyente hacia una Constitución Republicana: mantener la actual sólo da lugar a la degeneración de los principios que la inspiraron.
Como los camaradas del 78 aceptaron una Constitución Monárquica debido a su compromiso con los derechos sociales de la clase trabajadora, hoy la izquierda transformadora renuncia al presente marco constitucional para garantizar esos mismos derechos sociales que han sido traicionados.
El fondo del proyecto republicano
Siendo la República la actualización de las reivindicaciones sociales, no parece correcto reducirla al mero carácter electivo del Jefe de Estado. La República no es sólo una forma de Gobierno, sino también -y fundamentalmente- un contenido social. He aquí el meollo del proceso, pues sin este contenido el discurso republicano sería algo vago, aceptable para la derecha e insípido para los comunistas. Iglesia lo recordó citando a Anguita: «no nos sirve una República de derechas». Como afirma Carmen Sánchez, Secretaria de Movimientos Sociales del PCM, el ideal republicano tal y como lo entendemos supone la lucha contra el pensamiento único derivado del neoliberalismo, que propugna que la sociedad actual es la única posible porque técnicamente no es posible otra. De ahí que de acuerdo a la dirigente «lo político se presente como técnico y que sea imposible el pensamiento político». Afirmar la República es entonces proclamar el «otro mundo es posible» en nuestro país, defender una nueva sociedad con una nueva forma de estado que le corresponda, que no es otra que la III República.
Monereo identifica las bases para el nuevo proyecto republicano en la conexión de tres instancias que el capitalismo ha separado forzosamente: la consolidación de los derechos ciudadanos, el movimiento social emancipatorio (refiriéndose en éste al movimiento obrero) y la idea de democracia. La protección de los derechos que el neoliberalismo ha puesto en duda debe ser garantizada a través de la capacidad transformadora del movimiento obrero, en el marco de una democracia de nuevo tipo, que dé prioridad a lo público frente a lo privado. Ese nuevo concepto de democracia no es otro que la Democracia Participativa.
A un conocedor superficial de la política española puede sorprenderle que la ciudad europea más grande con Presupuestos Participativos sea Sevilla, y que el causante de esa situación sea el Partido Comunista de España. El rostro visible de esta Democracia Participativa sevillana es la Teniente Alcalde del Ayuntamiento de Sevilla, Paula Garvín, quien no tuvo ningún reparo en hacerse un traje flamenco con los colores de la República en la Feria de Abril, en plena precampaña electoral. Para sorpresa de quienes creen que el discurso republicano es marginal, Izquierda Unida subió un 25% en Sevilla esas Elecciones Municipales.
Garvín, expone con rotundidad por qué la Democracia Participativa es la forma de Gobierno lógica para la III República. Del mismo modo en que la Revolución francesa no sólo consistió en la decapitación de la aristocracia sino en que el pueblo decidiera cómo debía organizarse el Estado, los republicanos de hoy no podemos contentarnos con la supresión de la monarquía, sino que debemos exigir la revisión del sufragio universal, ante la certeza de que el sistema democrático se corrompe cuando no hay un control de los gobernantes. La Democracia Participativa es la bandera republicana de hoy, el derecho a someter a los cargos públicos a revisión constante en asamblea ciudadana directa.
Como conclusión práctica del proyecto republicano, el Partido Comunista de España ya ha puesto en marcha el «Movimiento por la III República Española» (o, como algunos le van llamando, el MP3ª) caracterizado por ser, más que un movimiento cívico, uno de carácter político. Carmen Sánchez anunció en esta línea la organización de unas jornadas Partido-República para el mes de Diciembre.