Bajo el nombre de «Globalización y economía en el Siglo XXI», se celebró una mesa redonda en la que participó: Luis Alemany, ingeniero industrial y experto en energía y economía ecológica; Alberto Bellod, Profesor de Economía de la Universidad Politécnica de Cartagena; y por último, Daniel Lacalle, Responsable de la Sección de Economía y Sociedad de la FIM, acto al que asistieron 90 personas.

Las intervenciones de los conferenciantes estuvieron centradas en un primer momento en caracterizar y precisar el término de globalización. Las diferentes ópticas elegidas por los conferenciantes para afrontar el debate de la globalización, partían del acuerdo de entender lo poco preciso y la poca claridad del término. Globalización, por tanto, corresponde a un término ideológico y no a un concepto económico, que en palabras del moderador se plasma en un «dime que entiendes por globalización y sabremos a que escuela de pensamiento económico perteneces».

Para Luis Alemany la globalización es la hegemonía de la empresas transnacionales en el proceso económico; «no es real que haya una confrontación entre regulación y libre mercado, el libre mercado no existe, lo que existe es quién regula, si el estado o las grandes empresas…Por globalización debemos entender el cambio de una regulación económica protagonizada por el estado a una dominada por las transnacionales». De una forma muy similar abordó el debate, el profesor Alberto Bellod, el cual entiende por globalización «como la realidad económica marcada por la liberalización comercial», centrando su exposición en el proceso de circulación de mercancías al entender que «la lógica de expansión del capital lleva a una dinámica de expansión que se refleja en la liberalización mundial del comercio de mercancías». Diferente fue la intervención de Daniel Lacalle al aclarar que «si partimos del marxismo, la globalización debe ser estudiada desde la economía política, es decir, la globalización no es un proceso tecnológico o meramente técnico, sino un proceso social… Por lo tanto debe ser abordada desde la óptica de la lucha de clases, donde el capital, al tener la hegemonía, impone una dinámica, favorable a sus intereses, a nivel internacional», definición que sitúa en el proceso productivo y la internacionalización del capital, el eje principal del análisis del fenómeno de la globalización, según Lacalle.

Al precisar el qué se entiende por globalización, el debate derivó a tres elementos concretos; el del debate energético, el de los puntos positivos que -para la acción política de la izquierda- se pueden encontrar en la globalización, y en último lugar, el del impacto social que la globalización tiene, en especial, dentro del movimiento obrero. Luis Alemany tomó el sector energético, como el sector en el que mejor se puede apreciar la dinámica reguladora de las transnacionales. Para Alemany; «el capital para asegurar su ganancia, primero forzó la privatización del sector energético en España, y ahora, para expandir y amentar su rentabilidad, pretende ejercer su monopolio privado de manera total en el sector acabando con cualquier marco regulador». Las consecuencias medioambientales del proceso de globalización son incalculables debido a la dinámica expansiva y depredadora del medio natural del proceso económico actual; «la rentabilidad es lo que mueve el capital, y eso se sitúa por encima de cualquier criterio ecológico, de ahí la necesidad de regulación e intervención pública en el sector energético y en la actividad económica en general». Esta es la óptica que debe utilizarse para entender la reaparición del debate de la necesidad de la energía nuclear, al afirmar el conferenciante que, «las empresas transnacionales utilizan su capacidad mediática para crear una sensación de necesidad energética que sólo puede ser cubierta por la nuclear; esto es falso y sólo responde a criterios de interés económico para las grandes empresas del sector». Por último, Luis Alemany resume su intervención en una frase; «no hay libre mercado, eso es sólo una expresión que oculta interés de las transnacionales por ser ellas las que regulen, y no el sector público».

En cuanto al cómo responder al fenómeno de la globalización desde la izquierda revolucionaria, Alberto Bellod afirmó que la «globalización también abre nuevas oportunidades al movimiento sindical y a la izquierda política». El profesor alicantino parafraseó una expresión del joven Marx, al entender que el «proceso de globalización expande a nivel mundial las contradicciones del capitalismo, y por tanto, abre nuevas posibilidades de acción a escala internacional». La dinámica de expansión comercial y de expansión del capitalismo a escala internacional, va aparejada de imponer la relación salarial y el intercambio mercantil como la relación de producción predominante a escala mundial, «lo que nos obliga a internacionalizar también nuestra acción sindical y nuestra acción política».

Desde el análisis de las transformaciones que el proceso de globalización ha ejercido en el sindicalismo de clase y en los partidos obreros, Daniel Lacalle entiende que «el proceso de internacionalización del capital ha supuesto, en primer lugar, un cambio en el proceso de organización de la producción y gestión de la fuerza de trabajo; y en segundo lugar, la lógica de acumulación actual requiere de un marco de relaciones salariales marcadas por la precariedad estructural». Por último el responsable de economía de la FIM afirmó que lo anterior marca, objetivamente, un cambio «profundo en nuestra forma de entender el sindicato y de organizarnos como partido de clase».

La parte final del acto se centró en las propuestas y alternativas que desde la izquierda en general, y en particular desde el PCE, se deben dar al marco económico dominante. Luis Alemany defendió la necesidad de mantener la regulación estatal de la economía, en especial en los sectores energéticos; regulación que no sólo se debe dirigir a la actividad empresarial o sectorial, sino también territorial, elemento fundamental después de escándalos urbanísticos como los de Seseña o los de la costa mediterránea. Alberto Bellod centró su propuesta en dos ejes «confrontación ideológica y organización política». Para Bellod el PCE debe tomar como prioritario la confrontación ideológica con el pensamiento económico liberal a la vez que refuerza su posición como partido de clase; «los comunistas debemos extendernos entre las nuevas capas trabajadoras del país, favorecer la coordinación internacional de las actividades de los comunistas en cuanto al movimiento obrero y elaborar propuesta económica».

Para Daniel Lacalle la alternativa al modelo económico actual pasa por «ganar la mayoría política en los ámbitos en los que se toman las decisiones, ya sea a nivel institucional, como a nivel productivo en la empresa». El PCE debe hacer suya la propuesta de la democracia económica, según Lacalle, lo que «significa analizar lo que está pasando en cada sector productivo en nuestro país y entender cual es la lógica de acumulación imperante y que sectores sociales la dirigen». En la parte final de su intervención, Daniel Lacalle aclara que, «afirmar que clase obrera ha cambiado no significa que esta haya desaparecido… El PCE debe defender su carácter de partido de clase…La clase obrera se ha transformado no sólo en lo productivo, sino también en su composición, desde el Partido debemos entender que la clase obrera pasa en la actualidad por los jóvenes, la mujer y los inmigrantes, sectores que se encuentran con una realidad laboral marcada por la precariedad y la descualificación». Para finalizar, Lacalle entiende que tales transformaciones requieren de otra cultural sindical, «que hoy no existe, lo cual puede relegar al sindicalismo de clase actual a la irrelevancia».

El acto concluyó con la necesidad del PCE de retomar lo económico como eje de su trabajo. En este sentido la mesa redonda terminó con la presentación del importante trabajo que, en materia económica, la FIM lleva a cabo en el mundo académico y sindical, y la decisión del Comité Federal de volver a formar la Comisión Económica del PCE, trabajo que ha sido encargado al economista y ex eurodiputado Salvador Jové.

* Sección de Economía y Sociedad de la FIM