Las elecciones del 27 de mayo se celebran en un ambiente de alta crispación política, que ha cuajado en la población en forma de desconfianza y pesimismo hacia la situación política. Según los datos sociológicos de los que se disponen, especialmente los provenientes del Centro de Investigaciones Sociológicas, una mayoría de la población percibe la situación política como mala o muy mala (40% en febrero de 2007), en una proporción que se mantiene en los últimos meses en los niveles más altos de la última década.
Esta tendencia está provocando una erosión continuada de la base electoral de los dos partidos mayoritarios, PSOE y PP. Esta es una evolución inédita en la democracia española, pues el descenso de una de las formaciones no parece beneficiar a la otra. La intención directa de voto del PP se sitúa en el 19,3% (según datos del CIS de febrero), la más baja de al menos los últimos 12 años, y la del PSOE en el 29,1%, el mínimo de la legislatura. Esto afecta también a la valoración de los líderes de ambos partidos que se sitúan en el 3,69 para Rajoy y el 4,93 para Zapatero. La puntuación extremadamente baja que los votantes del PP dan al líder del PSOE, y a la inversa, es un indicador de la polarización de la situación política.
Primera clave:
La abstención
En este contexto de desconfianza y polarización, la clave electoral se encuentra en la capacidad de movilización que ambos partidos tengan sobre su base electoral, más que en la disputa por los votantes indecisos: el esfuerzo de ambos partidos parece encaminado a luchar contra la abstención entre sus votantes más que a arrebatar sufragios a su adversario. La estrategia del PP durante la legislatura ha ido encaminada a desmovilizar a los votantes de izquierda que dieron la victoria a Zapatero en el 2004, pues consideraban que les beneficiaba un escenario de alta abstención. Sin embargo, parecen haber cometido un error pues esta estrategia ha tenido un efecto claramente negativo en una parte de su base electoral. Otro posible error de la política de comunicación del PP ha sido que, al ser excesivamente agresiva, puede tener el efecto contrario del deseado y movilizar de nuevo a los votantes socialistas por el ‘miedo a la derecha’, aunque los datos no parecen confirmar esta posibilidad. En cualquier caso, el PP ha conseguido, desgraciadamente, dominar la agenda política y mediática durante la mayor parte de la legislatura.
En este contexto, Izquierda Unida está registrando una cierta recuperación. En la actualidad se encuentra en el 4,6% de intención directa de voto, la mejor estimación desde julio de 2003. Esta tendencia ascendente nos coloca en una mejor posición para afrontar unos comicios que en 2004, aunque todavía nos encontramos por debajo de la intención de voto que teníamos antes de las últimas elecciones municipales.
Puede que IU se haya beneficiado del descenso del PSOE y, especialmente, del deterioro de la imagen de Zapatero; pues nuestra mejor estimación coincide con la peor valoración del Presidente por parte de los votantes de IU.
Por tanto, una de las claves de nuestra campaña ha de ser el llamamiento a la participación de los votantes de izquierda, pero desde una estrategia diferenciada del PSOE. ¿Cómo hacerlo? Es necesario que insistamos en la regeneración de la política, como instrumento de transformación de la sociedad y de solución de los problemas concretos de la mayoría social, y no sólo para detener a la derecha. Esto nos lleva a las dos siguientes claves.
Segunda clave: Los problemas concretos de la mayoría social trabajadora
Para cualquier formación política es decisivo, de cara a una campaña electoral, construir un discurso que les diferencie del resto de las opciones en temas relevantes para su base social. En el caso de Izquierda Unida esto siempre ha tenido una especial dificultad por la tendencia al bipartidismo de nuestro sistema político, pues es complicado distinguirse de una opción sin verse identificado con la otra.
Tampoco se trata sólo de buscar la diferencia en cualquier campo o en aquellos donde sea más sencillo sin ser relevantes, pues podemos refugiarnos en temas anecdóticos o de menor importancia.
El primer paso es analizar cuál es nuestro perfil de voto. En el artículo del mes de abril les definíamos como trabajadores asalariados, de izquierdas, no religiosos, de entre 25 y 44 años, urbanos y con estudios secundarios o superiores. El segundo paso, identificar sus problemas: volviendo a los datos del CIS, para nuestros votantes los problemas que más les afectan son la vivienda (36%), los problemas económicos (26%), los problemas relacionados con la calidad en el empleo (17%) y el paro (14%). No obstante, el perfil y los problemas varían en las distintas autonomías y municipios.
Sobre estos problemas concretos IU puede construir su discurso de campaña, ofreciendo soluciones, divulgando su programa y mostrando las experiencias positivas que ha tenido en aquellos sitios donde ha podido gobernar. No se trata de abordar temas desde la abstracción, sino con la mayor concreción posible y, sobre todo, poniéndoles rostro, referenciando las propuestas en los grupos sociales en que van dirigidos, especialmente en los jóvenes trabajadores que constituyen el núcleo de nuestros votantes.
Tercera clave: La izquierda
Nuestro votante registra una alta sintonía con nuestra posición ideológica, tal como destacábamos en el pasado número de Mundo Obrero. Nuestro votante es de izquierdas y nos identifica con la izquierda, en la cual no sitúa al PSOE. En este terreno podemos diferenciarnos claramente; además en un campo como la ideología, que es relevante, al menos, para nuestra base social. No se trata de hacer un discurso identitario, sino de plasmar nuestra ideología en las propuestas concretas que nos distinguen del resto de las opciones.
En un contexto de alta polarización no podemos presentarnos equidistantes entre el PP y el PSOE, ni igualar sus discursos, lo cual no sería creíble y podría generar dudas entre nuestros votantes; sin embargo sí podemos insistir en que el voto de izquierdas, que pretende combatir las políticas conservadoras, no puede beneficiar de nuevo al ‘centro’, posición en la que, recordemos, nuestros votantes colocan mayoritariamente al PSOE.
* Observatorio electoral
de la Fundación
de Investigaciones Marxistas