No Temible Derecha: Ahora que te crees triunfante es cuando me apetece escribirte para que sepas que no me impresionas. No necesito que gobiernen los míos para sentirme contento ni que gobiernes tú para sentirme alarmado. En realidad, los gobiernos me dicen menos que las sociedades y las sociedades me dicen lo que va cambiando el comportamiento de los seres humanos que las componen. Por eso mis alarmas y contentos viven al ritmo de mis roces con la gente.

Los últimos roces me producen una sensación fúnebre: se nos pudre (porque muerto ya estaba) el Homo Hispanicus de la Transición. La prueba mediática es que le están haciendo un homenaje a Suárez y parece que honran al marqués de Esquilache. La prueba epidérmica es que, por tu lado, has perdido la «mala conciencia» del franquismo y ya estás dispuesta a defender tu Historia de España y tu Formación del Espíritu Nacional impidiendo que aparezca cualquier otro en el que pudiéramos coincidir todos. Por este otro lado, ya suena a incompetencia tanto lamento por la «desafección de la ciudadanía» a los valores de la izquierda en boca de quienes han hecho poco por aplicarlos, incluso en su vida privada.

Pero sigue habiendo gente de izquierdas con la misma naturalidad con que otras gentes se apuntan a lo contrario. Y los problemas sociales, económicos, medioambientales están ahí para que cada cual los enfoque desde su sensibilidad.

Yo creo en la superioridad moral de los planteamientos generales de la izquierda como creo que la organización política de la izquierda tendrá que renovarse para poder ofrecer alternativas creíbles y viables frente a ese mundo que estás terminando de alicatar. Pero temo tu superioridad táctica a la hora de proponer dudosas riquezas y libertades condicionadas, todo lo cual nos lleva a un viejo combate ideológico y político que no puede reducirse al envite electoral ni refugiarse en la palabrería. Por eso estoy convencido de que tus triunfos electorales y tu tronante estrategia en la calle necesitan el contrapunto de la realidad, que no es tu Verdad Absoluta, oé, oé, oé. La realidad es otra cosa porque tiene que tener en cuenta más puntos de vista, otras opiniones. Y hay realidades que no pueden camuflarse: sigue existiendo la explotación del hombre por el hombre y siguen existiendo prejuicios que se fomentan porque interesa sembrar la discordia entre los humanos: Sin ir más lejos, somos racistas y xenófobos y aplicamos clichés despreciativos a los que no sentimos como iguales. Pero los humanos somos iguales pese al color de piel, al género, a la opción sexual, a las diferentes ideas y a la pertenencia a una clase social determinada. Lo que no siempre se respeta ni admite.

De manera que ahora que crees que estás ganando tienes que saber que una cosa es ganar unas elecciones y otra gobernar para todos. La última vez que conseguiste mayoría absoluta se te nubló el entendimiento y terminaste de muy malas maneras que te duran hasta hoy. Y no te falló la ideología sino la gestión. Te volviste ciega y sorda y falta de reflejos. Y es que alimentarse de simplezas termina por hacerte creer que sólo hay simples a tu alrededor. Nosotros tal vez lo seamos pero los problemas no. Y tu mercado sólo pone precio a nuestras necesidades.