Finales de junio ha visto asomar una polémica, más bien un ligero esbozo de debate, sobre uno de los temas clave para la comprensión de la situación de los trabajadores en nuestro país.
Los salarios, su magnitud, su valor relativo a países de nuestro entorno (Europa de los quince, UE-15) y su evolución en los finales del siglo XX y comienzos del XXI. Los hechos son suficientemente conocidos, al menos por los interesados en el tema y sobre todo por los más directamente afectados, los trabajadores: los salarios en España son de los más bajos de la UE-15 el peso de esos salarios en la distribución de la riqueza nacional española ha ido disminuyendo en los últimos años, su evolución no cubre los incrementos de IPC y de productividad, en bastantes casos ni los primeros.
Si esta es una realidad de nuestro país y una constante en el mismo, ¿cuál es el motivo del mini revuelo ocurrido?, ¿Por qué la así denominada clase política y los medios de comunicación se preocupan ahora de este tema? El detonante es un informe de la OCDE difundido en París en la semana del 18 de junio de este año y el comentario sobre el mismo del diario «El País» del 24 de junio(1). Detengámonos brevemente en los datos, de acuerdo con el reportaje de «El País».
El salario real medio en España disminuyó un 4% entre 1995 y 2005. Mientras que en la UE-15 los salarios crecían un 1’1% de media anual entre 2000 y 2005, en España esas cifras eran de disminución -0’5% y 0’3% respectivamente-, es decir, la brecha con la UE-15 aumentaba de media anual en 1’6 puntos en el primer periodo y en 1’1 puntos en el segundo y España era el único país de esa UE-15 en donde los salarios habían disminuido en el periodo considerado. La remuneración de los asalariados españoles en % del PIB había descendido en 2’6 puntos (del 49% al 46’4%) entre 1995 y 2005, con un ligero incremento, de medio punto, entre 1995 y 2000 y un descenso constante en el segundo tramo, de 2000 a 2005. Como otros elementos destacables están: «el número de trabajadores con sueldos inferiores al 60% del salario medio (el umbral de pobreza relativa, DL) ha pasado de 1’3 millones en 1994 a dos millones en 2004»; «en España dos de cada tres jóvenes trabajadores tienen un contrato precario, el doble que la media OCDE». El 20% más rico de la población ganó 5’4 veces más que el 20% más pobre en 2005. La media en la UE es 4’9″.
De todos modos, sin poner en cuestión esas cifras, el Banco de España se apresuró a apuntar que en la zona euro los salarios habían caído un 13% desde 1980, periodo durante el cual en España habían disminuido solo un 2’85%(2). Como decía el artículo de «El País», «el estudio del Banco de España se centra en la zona euro, hace la comparación con el valor añadido de esos países y utiliza otra estadística» a lo que habría que añadir que se refiere a un período diferente: 1980-2006 para el del Banco de España, 1995-2005 para el de la OCDE.
Debe insistirse en que nada de esto es nuevo. Es sobradamente conocido y es algo sistemáticamente expuesto por el Consejo Económico y Social en sus informes anuales, por los gabinetes de estudios de los dos grandes sindicatos, año tas año, y por los analistas del mercado de trabajo y de las condiciones laborales, de forma más permanente por los que se centran en el estudio de la precariedad laboral y, hay que recordarlo, es sistemáticamente obviado, por las instancias de la política representativa y por los medios de comunicación(3). Si no nos encontrásemos ante un informe oficial de la OCDE, y en el permanente estado de crispación de la política a la que estamos sometidos por los dos grandes partidos, hubiese pasado, como en tantas otras ocasiones, sin pena ni gloria.
Porque, además, hay que insistir en que ni a los grandes medios de comunicación, al servicio del gobierno o de los grandes intereses políticos o empresariales, ni a las instituciones, a penas les interesa este tema, el de las condiciones de vida y de trabajo de los trabajadores españoles, que vienen marcadas en primera instancia por la magnitud del salario y la longitud de la jornada. La vida del país, de la gran mayoría de sus habitantes, va por un lado y sus instituciones por otro (4). El ejemplo más claro de cuáles son las prioridades viene dado por el tiempo y el dinero empleado por las instituciones y los medios en los cerca de 1.000 accidentes mortales en el tajo y los alrededor de 900.000 accidentes laborales con baja que se producen anualmente en nuestro país(5), y el tiempo y el dinero dedicados por los mismos a la evolución en una décima de punto de la bolsa de valores, o a desvelar los detalles de quién y cómo compra una empresa, generalmente en una maniobra de inversión claramente especulativa.
Para el gobierno(6) se trataba de desviar la atención de hechos y salvar la cara como fuese, subrayando que «la incorporación al mercado laboral de millones de trabajadores ha aumentado el nivel de bienestar de la sociedad española, y multiplicado las fuentes de ingresos de las familias», «que no se puede identificar el salario medio con los conceptos de bienestar y poder adquisitivo», que «hay más empleo y las familias cuentan con más fuentes de ingresos que antes», que «la renta per cápita ha subido en esta legislatura más que en la anterior, y con ello el umbral de pobreza relativa» y otros slogan publicitarios por el estilo, sin molestarse en dar el más mínimo dato de sus afirmaciones. Por ejemplo, ¿cuántas familias cuentan con más fuentes de ingresos que antes?, ¿Se pretende que volvamos a una situación en que sean los ingresos familiares, y no los ingresos directos, indirectos y diferidos, los que marquen el poder adquisitivo de las clases trabajadoras? El gobernador del Banco de España llega a decir que «España crece con fuerza, pero su gran creación de empleo hace que el salario medio baje, incluso si todos mejoran y ganan poder adquisitivo»; y el ministro de Economía y Hacienda que «el descenso de los sueldos medios de deba a que han entrado muchos con niveles de sueldo inferiores y da la sensación de que se produce una rebaja cuando uno calcula las medias», contribuyendo ambos al descubrimiento de la auténtica cuadratura del círculo y al incremento del catálogo de obviedades. Desde luego a quien no se pone en cuestión es a la OCDE; los salarios bajan porque lo dice la OCDE, no porque lo vean los trabajadores en su día a día, y además parece que no se han enterado de que ese descenso no afecta a su bienestar.
Pero en todo esto, lo que llega al colmo de la desfachatez y el cinismo es la postura del PP. El informe de la OCDE se refiere al decenio 1995-2005, de cual solamente sería responsable un gobierno del PSOE en los dos primeros años, puesto que el resto afecta a gobiernos del PP (1996-2004); sin embargo, fue capaz, con toda la desvergüenza a la que nos tiene acostumbrados, de decir en el debate parlamentario que «los trabajadores son los grandes olvidados del gobierno».
Sección Economía Sociedad. FIM
1.- Andrea Rizzi.»La bonanza económica y la redistribución». El País 24/07/07. pg. 78.
2.- Alejandro Bolaños.- «El peso de los salarios en la riqueza de la zona euro cae un 13% desde 1980» El País 7/08/07, pg. 62.
3.- De todas formas, en «El País» había ya planteado este tema al menos en dos ocasiones previas durante 2007: J. Estefanía, «La España de hoy: salarios en regresión» en «El País. Domingo» del 25 de marzo de 2007, pg. 13 y C. Martín, «la participación de los salarios en la renta nacional cae a mínimos históricos» en «El País» del 1/05/07, pg. 63.
4.- Ver, para esto, D. Lacalle, «Derechos formales y derechos reales de los trabajadores en la España de comienzos de Siglo XXI», ponencia para el curso «Orígenes, tendencias y reformas de la legislación laboral: Una mirada crítica», Universidad de Cantabria, julio 2007, y también, D. Lacalle, «Las reformas laborales ¿para qué sirven?» que aparecerá próximamente en «Noticias Obreras».
5.- Ver los informes anuales del Consejo Económico y Social sobre la situación económica y socio-laboral de España.
6.- «El País» de 24 de junio de 2007.