Mundo Obrero: ¿En qué consiste ese proceso constituyente?
Julio Anguita: Se trata de un período de tiempo durante el cual la idea republicana va afianzándose en la sociedad como Alternativa de Estado. En ese tiempo las fuerzas, colectivos y personas partidarias de la III República deben ir creando una propuesta en torno a contenidos concretos. En su momento el proceso constituyente desembocaría en la redacción de la Constitución de la República. En Unidad Cívica por la República pensamos, y lo sometemos a debate, que los ejes del proyecto republicano son siete: Derechos Humanos (económicos, sociales, políticos y medioambientales), Democracia Radical, Paz, Laicidad, Austeridad, Estado federal y Europa federal.
M.O.: Qué ha pasado durante los últimos meses para que hasta el rey haya tenido que salir a defender su puesto y el de su familia, y Zapatero, socialista y nieto de republicano, tenga que salir a apoyarle?
J.A.: Las palabras y acciones del Gobierno, los medios de comunicación y los intereses creados por la Transición no hacen sino seguir mitificando hasta el delirio a la clave del arco del sistema monárquico español. La Restauración monárquica canovista de 1876 trajo a la monarquía expulsada en 1868, la entronizó mediante un pronunciamiento militar y a partir de ahí sirvió a los intereses de la oligarquía que la había traído. La Historia se repite.
M.O.: ¿Cómo valoras el trabajo que está haciendo la Red de Municipios y Cargos Públicos por la Tercera República y los 12 ayuntamientos que han aprobado la moción de censura para un proceso constituyente por la III República?
J.A.: Es un trabajo ímprobo que debe ser acompañado de un proyecto de contenidos que permita establecer el debate sobre propuestas concretas. La cuestión es la siguiente ¿Qué República se quiere? Para mí no vale cualquier tipo de régimen republicano que sea la nueva máscara para los mismos detentadores del poder. Desde el acuerdo con la iniciativa los animo a esa tarea concreta de desarrollar el proceso constituyente.
M.O.: Has expresado en alguna ocasión que estamos en un momento de oro para trabajar por la III República y que el príncipe Felipe no llegará a gobernar. Contando con que el rey ya está en edad de jubilación ¿tan cerca estamos de la III República?
J.A.: La Transición se ha agotado. El proyecto de la misma fue salvar los muebles y permitir a los sostenedores del régimen franquista soslayar la acción de la Justicia, organizarse políticamente y hacer bueno lo del Marqués de Salina en Il Gatopardo;» es preciso que todo cambie para que todo siga igual»
La Constitución de 1978 está clamorosamente incumplida, la Democracia rebajada, la construcción del Estado hecha a pellizcos y las condiciones de vida y trabajo de la mayoría en franca involución; por eso hace falta un proyecto alternativo que recoja la savia republicana y la sitúe en esta época actual
El cerca o el lejos depende de la voluntad de la ciudadanía, el trabajo ideológico de las fuerzas republicanas, un nuevo Pacto de San Sebastián en torno a líneas maestras compartidas. Es decir trabajo, tiempo, seriedad y la ayuda que puede prestarnos la descomposición del mal llamado Estado de Derecho español.
M.O.: A parte de la conciencia republicana y los contenidos de esa III República del siglo XXI, ¿cuáles son los cambios institucionales que tienen que producirse para abolir la monarquía y cuáles son las posibilidades reales de que se produzcan?
J.A.: No hay cambios institucionales si no hay antes cambios sociales hijos de la voluntad de la mayoría ciudadana; una mayoría ciudadana perfectamente consciente de sus derechos y sus deberes para con la República. En ese sentido los cambios no tienen que producirse sino que somos nosotros los que los producimos. La monarquía será abolida cuando la mayoría social compruebe no sólo que es perfectamente prescindible, sino que es una condición «sine qua non» para una sociedad plenamente democrática. Lo que ocurre es que muchas veces planteamos estas cuestiones desde la visceralidad y el recurso fácil al grito o la consigna. El problema Monarquía o República es el mismo dilema que Democracia demediada o Democracia estricta. Y recordemos que Democracia es la plenitud de Derechos Humanos.
M.O.: ¿En que fase del proceso constituyente de la III República nos encontramos en estos momentos?
J.A.: En una fase de actos minoritarios aislados y desconexionados entre sí. El tejido social republicano necesita de un acuerdo; antes he hecho referencia al Pacto de San Sebastián. Se debe reflexionar en torno a ello y ponerse a trabajar de inmediato Nunca una agrupación de nostalgias o de deseos sin concretar ha conseguido nada. Muchas fuerzas políticas, sindicales, culturales y ciudadanas deberían ser conscientes de que la III República no es otra cosa que el marco democrático de entendimiento para la Plenitud de la Justicia Social y no una simple cuestión del tipo de Jefatura de Estado.
M.O.: Esta III República del siglo XXI ¿Qué compartiría y que la diferenciaría de la II República masacrada por el golpe de Estado de Franco?
J.A.: Al hablar de los siete ejes que, a mi juicio, deben estructurar la Constitución de la III República he reproducido algunas características de los textos constitucionales de 1873 y 1931. No olvidemos además que la Constitución de la I República no llegó a aprobarse. Pero debemos aprender a no mirar siempre al pasado. La República debe ser para el siglo XXI y los problemas económicos, sociales, políticos y culturales del mismo. El pasado nos da la confianza de sabernos enraizados en la Historia pero el proyecto a diseñar es para hoy y mañana.
M.O.: ¿Qué papel pueden jugar los socialistas, de tradición republicana, en este proceso constituyente por la III República?
J.A.: Los socialistas como todos los demás que se sienten republicanos deben ser consecuentes con sus principios y plantear objeciones políticas y culturales a los fastos, celebraciones, canonizaciones y demás eventos que tienden a mitificar tanto al Rey Juan Carlos como al Príncipe Felipe. Pero el problema no es sólo de los socialistas; en nuestras filas existe una notable confusión hija de la ambivalencia y el tacticismo más lambiscón. Todavía escucho entre nosotros aquello de «no soy monárquico pero soy juancarlista».
M.O.: ¿Cuál es el trabajo que los comunistas e IU tenemos que emprender para volver a dotarnos de una República?
J.A.: Ponernos a pensar primero en la tarea que hay por delante, planificar la acción subsiguiente, sembrar la idea y los proyectos en la sociedad y provocar en ella el debate y la inquietud y olvidarse totalmente que la III República vendrá de la mano de unas inmediatas candidaturas de carácter republicano; sería empezar la casa por el tejado. No se puede concurrir a unas elecciones sin saber que clase de República se quiere.