Los resultados electorales son fruto del trabajo realizado durante un largo periodo de tiempo, y no sólo durante la campaña electoral. Sin embargo, los últimos meses antes de las elecciones son clave par la movilización definitiva del electorado. En las últimas campañas se viene observando una serie de errores fruto de la línea política mantenida hasta ahora, que es necesario corregir.

¿A quién representamos?, ¿a quién nos dirigimos?
Las respuestas a estas preguntas responden a decisiones políticas, y no sólo a un análisis sociológico. Durante las últimas campañas, el mensaje parece dirigido a una indefinida «clase media solidaria», acomodada, sin problemas económicos ni laborales. Sin duda, el votante de Izquierda Unida es heterogéneo socialmente, pero no responde ni mucho menos a este perfil. Hay dos datos que lo definen de manera clara y le diferencian del resto: esta compuesto principalmente por asalariadas y asalariados (75% en 2004) y tiene, mayoritariamente, entre 25 y 45 años. Por tanto, la izquierda debería, por razones políticas pero también de eficacia electoral, dirigir su discurso a los trabajadores y las trabajadoras; y dentro de la clase trabajadora actual, a los diversos colectivos que la conforman.

¿Qué temas de campaña?, ¿qué propuestas?
Las propuestas políticas dependen de los grupos sociales a los que se quiera representar. En este sentido es necesario también un cambio, con una mayor importancia de los temas sociales y laborales, que han sido relegados en los últimos tiempos, sin renunciar por ello a tratar otros problemas que consideramos de importancia estratégica, como la crisis medioambiental. Según los datos del CIS, los problemas que más afectan a nuestros son votantes son el paro, la vivienda, los problemas económicos y los problemas relacionados con la calidad en el empleo; sin embargo estas temáticas se han visto relegadas durante la campaña.

¿Qué pasa con la organización?, ¿cuál es el papel del y la militante?
Las campañas electorales han de ser vistas como una parte de un esfuerzo global y más amplio de movilización política hacia nuestros planteamientos. No son un momento aislado, de la misma forma que la comunicación política no puede ser un esfuerzo independiente de las tareas de organización. Las campañas, y en general las tareas de comunicación, han de ser planificadas con el objetivo central de reforzar la organización y relanzar el papel del militante, que es el punto de unión entre Iu y la sociedad, a través del cual informa y se informa. Tras las elecciones, los responsables de la campaña electoral han protestado amargamente por la hostilidad de los grandes medios de comunicación, a pesar de que el trato ha sido mucho más positivo que en otras campañas. Sin embargo, el diseño de la comunicación de IU ha olvidado a la militancia, relegándola a un papel de simple espectador de una campaña excesivamente centrada en una única persona.

¿Qué agenda política?, ¿cómo nos relacionamos con los medios?
Izquierda unida ha de intentar marcar su propia agenda política. Es una tarea complicada, pero imprescindible. Los temas políticos más relevantes en los medios no coinciden con los que más nos interesa tratar. Tampoco con los que más afectan a la ciudadanía en generar, lo que está produciendo una creciente sensación de hastío y distancia hacia la política. IU ha de salir de esta dinámica, insistiendo y machacando con sus propuestas, con un planteamiento coherente, relegando las disputas políticas, meta-políticas realmente, a un segundo plano, como un simple escenario de nuestro discurso. Sin embargo, la estrategia de comunicación actual ha venido definida por una obsesión por salir en los medios a cualquier precio. El ejemplo más palpable ha sido el discurso errático de la campaña, que nos llevaba por la mañana a pedir la entrada en el gobierno y por la tarde a quemar la foto del rey.

¿Cuál ha de ser nuestra relación con las otras fuerzas, ¿cómo nos diferenciamos con el PSOE?
Izquierda Unida ha de presentarse como una fuerza política autónoma, no subordinada a otras organizaciones, por lo que nuestro discurso ha de centrarse en nuestras propuestas y no en las de los demás. En la última campaña, IU ha sido la fuerza que más ha hablado del resto de fuerzas políticas. En nuestra relación con el PSOE se ha de buscar la autonomía programática y la distancia ideológica, que existe entre la izquierda y el centro, y no la simple diferenciación; buscar la diferencia a cualquier precio nos lleva a temas que no son relevantes para la ciudadanía ni para nuestro electorado. Sin embargo, la propuesta central de la última campaña ha sido nuestra entrada en el gobierno del PSOE como vehículo para ser más influyentes. De esta forma implícitamente hemos pedido el voto para el PSOE, dado que la condición necesaria para aumentar nuestra fuerza parecía ser la victoria de Zapatero.

* Observatorio electoral de la FIM