El capitalismo es el problema y ninguna solución perdurable puede venir de él. Esto exige trabajar por una alternativa para que todo cambie, y esa alternativa se fundamenta en priorizar una serie de objetivos que van desde la reivindicación del empleo estable, la defensa de los derechos históricos adquirido como el seguro de desempleo, la pensiones, salarios, asistencia sanitaria pública, educación pública gratuita y laica.

En poco menos de un año se ha pasado del triunfalismo neoliberal a la depresión postraumática. Es aleccionador e ilustrativo escuchar y leer hoy a los que, hasta hace cuatro días, eran los abanderados y apologetas de la economía de mercado sin trabas ni intervenciones. Cuando parecía que todo era rico y feliz, despreciaban, insultaban, escarnecían, marginaban a los que, como nosotros, decíamos sin levantar la voz pero con claridad, que la economía especulativa iba a explotar. Y lo decíamos para el capitalismo globalizado, cada vez más irracional y antisocial, y también para el capitalismo español basado en la especulación del suelo y de la vivienda por bancos, inmobiliarias y todo tipo de asociaciones para el enriquecimiento fácil y rápido.

Ahora se ha producido un colapso financiero global, que no es sólo del sistema financiero sino del conjunto de la economía capitalista, que está en una crisis de imposible vuelta a la situación anterior. Ya nada será igual a partir de ahora.

La crisis actual lo pone todo en cuestión: el mercado libre capitalista; el tipo de crecimiento, o la concepción del crecimiento; el PIB como índice para valorar la riqueza creada; y el tipo de relaciones políticas, económicas y financieras internacionales y el conjunto de instituciones que las sustentan.

Cuando la economía deja de intentar ser la «recta» administración de los bienes a partir de la producción, distribución y consumo de la riqueza creada, administrada con equilibrio social, se convierte en un instrumento para el enriquecimiento personal.

Nosotros no somos los defensores del sistema capitalista pero, atendiendo a la realidad, razonamos que cuando el capitalismo elimina progresivamente sus propias leyes de racionalidad económica y financiera y convierte la economía en un instrumento exclusivo para la competitividad y el beneficio, aunque sea a costa de acrecentar la miseria social y la destrucción ecológica, el resultado sólo puede ser el de 1929 o 2008.

Los bancos se han convertido, todos pero especialmente los de EEUU, en bancos de inversión y especulación que utilizan, junto a las financieras, la venta piramidal, que hace que algo cuyo valor real es 1 se convierte en su rodaje en 10, 20 ó 30, sin crear ninguna riqueza real de uso social. Cuando se deshincha la burbuja financiera quiebra el sistema. De la misma manera que cuando se deshincha la burbuja inmobiliaria quiebra el sector de la construcción (empresas constructoras, inmobiliarias, financieras…) produciendo paro y pobreza para muchas personas.

Se trata, en consecuencia, de desenmascarar los contenidos de la crisis, su esencia profunda. No es solo el hundimiento de las hipotecarias más grandes de EEUU y Europa, Freddie Mac y Fanni Mae, del banco de inversión Lehman Brothers, de Merril Lynch, Dexia, Fortis, la asegradora AIG…, no es solo la crisis energética y ecológica sino el hundimiento de toda la concepción neoliberal que ha pretendido que todo funcionase por el mercado, un mercado por otro lado cautivo de los grandes grupos, reduciendo el papel del estado a simple pagador de unos cuantos servicios cada vez más privatizados, a la defensa, al control policial y a salvador, con el dinero público, de la situación cuando ésta llega a la quiebra. De nuevo, como siempre, privatizar el beneficio, socializar las pérdidas

¿Qué hacer?
En primer lugar tener constancia de que el capitalismo es el problema y que ninguna solución perdurable puede venir de él. Esto exige trabajar por una alternativa para que todo cambie. Y no valen los nervios, ni las prisas.

Es la hora de recuperar, en principio y como prioridad una serie de objetivos para ahora y a medio y largo plazo:

Impulso desde el Estado de la creación de empleo estable.
Defensa de los derechos históricos conquistados: seguro desempleo, pensiones, salarios, asistencia sanitaria pública, educación pública, gratuita y laica, vivienda digna y asequible.
La lucha por la nacionalización de sectores prioritarios y básicos para el funcionamiento de la sociedad: energéticos, del agua…
Nacionalización de la banca, inicialmente en las empresas en las que el estado intervenga con el dinero de todos y, a medio plazo, en el conjunto con base en Caja de Ahorros.
Desarrollo, en la línea anterior, de un sector empresarial publico. En ambos casos a nivel español y europeo.
Reforzamiento de los servicios públicos universales, combatiendo la privatización de los mismos.
En resumen, un programa político para convertir la economía en «la recta administración de los bienes»como debe ser su función y sacarla de la cueva de Ali Baba en que la han metido. Lo que planteamos va en sentido contrario a los Presupuestos Generales del Estado.
Todo ello debe ir acompañado del impulso de un movimiento ciudadano de izquierdas que exija en España la conclusión del Estado de las autonomías en un Estado federal solidario y republicano, que luche por una Europa de los pueblos con independencia política y con un parlamento efectivo.
Finalmente, la defensa de la paz y del internacionalismo complementario y solidario para abrir otra perspectiva a la humanidad, diferente a la miserable y mezquina realidad que ofrece el capitalismo.

Hoy es el momento. Los que han generado la crisis están perplejos, les falla el tinglado y tienen miedo. No son omnipotentes y sabios como vendieron cuando se hundió la URSS, son, simplemente, los defensores de un sistema caduco. Y sacan, de nuevo y como siempre, el fantasma del comunismo porque saben que, a pesar de los fracasos habidos en su nombre, sus ideas de igualdad, justicia social, solidaridad internacionalista y paz, son plenamente vigentes.

Estamos en un momento en que no basta la emoción humana y política, siempre imprescindible. Es el momento de la reflexión, de la comprensión y de la acción. Comprender qué ocurre y por qué y actuar en consecuencia organizando la resistencia y desarrollando el programa político de cambio. Es el momento álgido para relanzar y reforzar el movimiento «por otro mundo posible», hoy estancado cuando es más necesario que nunca.

Trabajar en equipos para el análisis y la elaboración de propuestas y alternativas, basadas en un conocimiento riguroso de la realidad económica y científica y traducir el conocimiento en acción política, social y cultural.

Es el momento de situar de nuevo el horizonte socialista como objetivo. Si los males son colectivos las soluciones deben serlo también y eso se llama democracia real y socialismo. La contradicción capital-trabajo está hoy más vigente que nunca y solo desaparecerá cuando el código democrático de una sociedad del trabajo imponga sus normas y leyes.

La Asamblea de IU
A la próxima Asamblea de IU vamos a caballo de la reflexión y de la acción con una política, la nuestra, que pretende ser hegemónica, por correcta. La política de la reconstrucción y refundación de IU con un programa claro, con democracia plena, sin pasteleos de salón y con la perspectiva de incorporar a mucha gente para convertir IU en un verdadero instrumento para el cambio.

Texto íntegro del discurso en http://www.pce.es