Resulta ahora evidente que la naturaleza de la crisis económica actual no es sólo financiera, sino sistémica, global, de producción, de consumo, energética, ecológica, en fin, de valores, de civilización. Por esa razón se requiere un modelo económico alternativo y no solo recomponer los platos rotos para a continuación volver a empezar. La reunión de la Cumbre de Primavera de la Unión Europea en Bruselas del 19 y 20 de marzo ha estado dedicada precisamente a esta cuestión así como a la preparación de la cumbre del G20 en Londres en abril, y su resultado no puede ser más decepcionante. Se aferran los jefes de Estado y de Gobierno a la interpretación de que es exclusivamente una crisis financiera y que por ello sólo hace falta reformar la arquitectura financiera internacional aumentando las reservas monetarias del FMI a 500.000 millones de dólares de los que la UE aportaría entre 75.000 y 100.000. En este sentido colisiona la UE de frente con la interpretación de Estados Unidos, de Obama, que le da máxima importancia a los planes para la reactivación de la producción con la finalidad de crear puestos de trabajo y con ello garantizar el consumo y el dinamismo económico. La Cumbre de Primavera de la UE descarta toda medida de reactivación, sólo habría disponibles para 2009 y 2010 unos 5.000 millones de euros, de los que 4.000 serán para los recursos energéticos y 1.000 para la mejora de la comunicación de Internet rural (banda ancha) y la Política Agraria Común (PAC).

Contrasta la cifra de ayuda para los países del este y centro de la UE, 50.000 millones de euros, con lo que se había solicitado, unos 190.000 millones de euros sólo para recomponer sus economías. Ello es más sangrante al coincidir con la huelga general en Francia contra la precariedad y reclamando más puestos de trabajo y estabilidad, así como con la jornada mundial de protesta de finales de marzo exigiendo más empleo y otro modelo económico.

Aquí se ve la dificultad de los líderes europeos para analizar con lucidez qué es lo que ocurre, prefiriendo atenerse a la ortodoxia del modelo económico neoliberal de Maastricht, con el Banco Central controlando la inflación, el Pacto de Estabilidad vigilando que los países miembros no incurran en excesivos déficit públicos, así como con la pretensión de seguir en las relaciones internacionales con los Acuerdos de Partenariado para crear Zonas de Libre Comercio, mientras el paro no cesa de aumentar con su correlato de exclusión social y pobreza. Es este fundamentalismo el que hay que combatir.

Imperialismo económico
El fondo de la cuestión es la dependencia que tiene el modelo europeo de unas relaciones internacionales basadas en la desigualdad, la asimetría, la explotación del resto del mundo.

Por esa razón se entiende que la UE lleve la misma estrategia que hasta ahora ha llevado Estados Unidos en el mundo, la del imperialismo económico, cultural, militar y político. Nuestra postura en las reuniones de la OMC en relación con cuestiones vitales para un comercio mundial igualitario y preocupado por las necesidades de la población mundial, ha estado alineada con la de Estados Unidos, en contra. Ello es debido a que nuestro modelo económico está basado en la continua importación de petróleo y gas, siendo necesario el control de su precio y abastecimiento. Asimismo depende de que la UE (con Estados Unidos) lleve el control de los recursos alimentarios, su comercialización y distribución por las multinacionales de la alimentación. De la misma forma, la UE asume como imprescindible el mantenimiento de la asimetría en las transacciones comerciales, basadas en la teoría del librecambio, y de la libertad para la deslocalización de los capitales, así como para asegurar preferencia en la venta de nuestros productos industriales con alto valor añadido por la tecnología, como se dice, «competitivos». De ahí que en la práctica, como reconoce el Tratado de Maastricht y los fallidos Tratados que le han seguido, el de 2005 y el de 2008 (Lisboa), nuestra política exterior se basa en la alineación militar con Estados Unidos a través de la OTAN. Hay que decir con claridad que para una política de cooperación y solidaridad mundial hemos de eliminar la dimensión agresiva, militarizada de la Unión Europea. La paz es el camino.

Profundas modificaciones
Esta elección de una política exterior basada en un nuevo modelo social y económico ha de conllevar profundas modificaciones en las relaciones internacionales de la UE. Desde la UE se debe impulsar una profunda reforma de la ONU y sus organismos para avanzar hacia un mundo en paz. De esta forma hay que conseguir un Consejo de Seguridad de la ONU compuesto según la representación de la población mundial, una OMS que defienda la salud de la población mundial frente a los intereses de la industria farmacéutica, un PNUD trabajando con fondos para el desarrollo de los países dependientes, una FAO capaz de neutralizar los intereses de las multinacionales de la alimentación y de garantizar la soberanía alimentaria a todos los países del mundo, una UNESCO favorecedora del multiculturalismo, etc. En el mismo sentido hay que derogar la OMC puesto que no todo lo que existe es mercancía para lucrarse, y hay que modificar profundamente el FMI y el BM para que puedan desempeñar un papel positivo en la consecución de un Nuevo Orden Mundial.

* Responsable de Europa del PCE

Cambiar el modelo

Desde la Izquierda Europea la alternativa es rotunda y radical. Hace falta cambiar el modelo económico y social actual por otro basado en:
1) El pleno empleo y de calidad,
2) La no discriminación ni desigualdad por ninguna razón, ni de género, ni de procedencia, etc.,
3) La defensa del sindicalismo fuerte y de la democracia en el puesto de trabajo,
4) La defensa de la naturaleza, que sea sostenible,
5) Una importante intervención pública financiera de alcance europeo como mínimo de un 3% del PIB comunitario,
6) Sobre la base de una reforma fiscal de carácter progresista,
7) Con planificación democrática de la economía,
8) Con una banca pública,
9) Con servicios públicos de calidad y universales,
10) Con pensiones europeas públicas, e ingresos básicos, y sobre todo con,
11) Unas relaciones económicas internacionales favorecedoras de la igualdad de trato.
12) Disolución de la OTAN.