En el coloquio sobre «Cultura y compromiso» en la Fiesta del PCE, finalicé mi intervención inicial diciendo, entre otras cosas, lo siguiente: «no sólo la creatividad deja de ser exclusiva de una minoría de artistas e investigadores para pasar a ser una necesidad creciente en el seno de la clase trabajadora, sino que Internet, como verdadero medio de comunicación «de masas», y no sólo «masivo», posibilita la autoría y difusión generalizada de obras por sus usuarios. En este contexto carece especialmente de sentido hablar de «creadores» como distintivo exclusivo de una élite minoritaria de autores. Y hay que destacar que, siendo encomiable el compromiso de los trabajadores y trabajadoras de la Cultura, en tanto que ciudadanos y ciudadanas, en contra de la guerra y de los abusos de cualquier poder, su principal responsabilidad es el compromiso por una Cultura libre» (tenéis en http://www.uv.es/pla/pce/cultcomp.htm mi intervención íntegra y una reseña del coloquio).

El debate posterior se centró en buena medida sobre las posibilidades y limitaciones de Internet. Y se recalcó que en todo caso Internet podía ser un instrumento de intercomunicación que había que utilizar, pero que la emancipación del capitalismo no la traería Internet, sino la actuación de quienes luchamos por el socialismo y el comunismo. Eso estaba claro: nadie defendía lo contrario. Pero lo esencial es que Internet es un espacio favorable a quienes luchamos por la libertad y la igualdad, contra la explotación y la opresión.

Muy a menudo nos lamentamos de las condiciones de desigualdad en la lucha ideológica a través de los medios masivos de comunicación monopolizados por los poderosos, como la gran prensa y la televisión. Y al tiempo que nos quejamos del poco o nulo espacio que nos dejan en dichos medios a las ideas alternativas, comunistas y anticapitalistas, justificamos por ello el hecho de que las ideas emancipadoras no se abran paso en la sociedad, y que nuestras posiciones sean minoritarias a pesar de corresponder a los intereses objetivos de la mayoría social.

Pues bien: en Internet no tenemos esa excusa. Los poderes políticos y económicos no la controlan, por mucho que lo deseen y que lo hayan intentado, y podemos exponer libremente nuestras posiciones en webs, blogs, videos y redes sociales. Y sabemos por la experiencia de la difusión «viral», que comentábamos en septiembre de 2007 (http://www.uv.es/pla/mo/07agosto.htm), que una información presentada de forma atractiva puede expandirse de forma explosiva a través de reenvíos sucesivos, rompiendo las barreras de los círculos cerrados de los ya convencidos.

Por ello, ya no podemos excusarnos en la desigualdad de las condiciones de la lucha para justificar nuestras derrotas. El que podamos avanzar depende de nosotros, de nuestras habilidades para utilizar los nuevos instrumentos de comunicación.

Ciertamente, puede argüirse que Internet (todavía) no llega a toda la población. Pero dada la composición cultural de los usuarios de Internet, el que una posición llegue a ser predominante entre ellos es una palanca fundamental para conseguir la hegemonía en el conjunto de la sociedad. Ese es nuestro reto, un reto que no podemos ni debemos rehuir.