El anuncio por parte del gobierno japonés asegurando que Fukushima estaba en “parada fría” habiéndose alcanzado una temperatura de sus reactores por debajo de los 100 grados, no ha pasado desapercibido para la Ecologistas en Acción, quienes lo tachan de “nuevo intento del gobierno japonés de minimizar los efectos del accidente nuclear utilizando un término con el que se define el estado de un reactor cuando está en funcionamiento normal”
Tal y como recuerda la organización ecologista, el estado de “parada fría” corresponde a una temperatura media del circuito primario cercana a la temperatura ambiente – entre treinta y cuarenta grados -, con todos los sistemas funcionando adecuadamente y “ninguna de estas condiciones se dan actualmente en Fukushima”, manifiestan los ecologistas para quienes no es lo mismo “bajar la temperatura por debajo de 100 grados –como ha anunciado el gobierno japonés- que llevar los reactores al estado de parada fría”. Ecologistas en Acción recuerda que “los sistemas de seguridad siguen sin funcionar, la estanqueidad no ha sido conseguida – es decir, continúa saliendo material radiactivo al exterior – y la temperatura solo se puede controlar a base de aportación externa de agua, y de acumular agua radiactiva en los alrededores de los reactores – ya hay más de 100.000 toneladas.
Para Ecologistas en Acción, que los reactores I, II y III de Fukushima-Daiichi estén por debajo de los cien grados centígrados es una buena noticia pues indica que con las labores que se han emprendido, para evitar nuevas explosiones y reducir las emisiones de radiactividad están dando resultados. Esta actuación de los trabajadores, a la que los ecologistas definen como heroica, choca bastante con la gestión que de la crisis se ha hecho por parte del gobierno japonés “que se ha caracterizado desde el principio por el ocultismo y la manipulación informativa” aseguran en su comunicado. En este sentido, la organización ecologista recuerda que Japón ha aumentado unilateralmente el límite legal de exposición de la población a la radioactividad para evitar la evacuación de cien mil personas más, que se sumarían a las ochenta mil ya evacuadas.
Según la organización ecologista, las consecuencias del accidente, y el hecho de que solo estén en funcionamiento nueve de los cincuenta y cuatro reactores con que cuenta el país, deberían hacer reflexionar no solo al gobierno japonés, sino también al español, en el sentido de programar el cierre de una forma de generación eléctrica, la nuclear, que es prescindible, peligrosa y que genera unos residuos – letales y que perduran durante decenas de miles de años – para los que no hay solución.