El pasado mes de octubre, a iniciativa de la Fundación Abogados de Atocha, se celebró una reunión en la que participaron la Fundación, Comisiones Obreras de Madrid, la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos, Izquierda Unida de Madrid y el Partido Comunista de Madrid. En esta reunión se acordó que la mejor forma de homenajear a Miguel Sarabia y a tantos camaradas anónimos era continuar con su trabajo y su lucha por la libertad y la justicia social. Además de tener la función de mantener vivo el espíritu de Atocha, la Fundación se propone servir de herramienta de formación y debate, y para ello, coincidiendo con el natalicio de Miguel Sarabia, se convocarán unas jornadas de reflexión y trabajo, abiertas a las propuestas que vengan de los sectores sociales en los que también él desarrolló su actividad política.

Así lo explicaba Raúl Cordero, Director de la Fundación Abogados de Atocha, en el acto público que se celebró el sábado 21 de enero en el Parque Pradolongo de Usera, frente al monolito del Mirador Miguel Sarabia. También intervinieron Alejandro Ruiz-Huertas, superviviente y Presidente de la Fundación Abogados de Atocha, Daniel Morcillo, Secretario General del Partido Comunista de Madrid y, cerrando el acto, Violeta Bravo Sarabia, nieta de Miguel, que leyó un emotivo texto escrito por ella.

Ahora que estamos inmersos en una terrible crisis provocada por el capital, con la exigencia de que seamos los trabajadores quienes la resolvamos renunciando a nuestros derechos, y utilizando la estrategia del miedo y la incultura para teñir electoralmente este país de azul, es necesario que las conclusiones que salgan de estas jornadas anuales sean una pieza más del engranaje que nos lleve hacia un modelo de sociedad del color de los claveles que adornaban el monolito erigido en su memoria.

Miguel Sarabia también dejó una profunda huella como maestro desde su colegio en el barrio de Usera. De sus pupitres salió Manuel Tejedor Rábano, antiguo alumno con alma de poeta que nos leyó el poema que había escrito dedicado a la memoria de su maestro.

EL HOMBRE QUE FUE BUENO DURANTE TODA SU VIDA

¿Quién sino alguien como tú iría a recoger el rocío de lo pétalos
por las noches
para que las flores no tiritasen
por las madrugadas?

Cuando la naturaleza es sabia y cruel
quién iría a enseñar a los niños a crecer entre los escalofríos de la piel
que tu oratoria de comprensión de todas las vidas
y la defensa de las causas justas para todos los hombres nos enseñaba.

Quién nos hizo tan horizontal y equilibrado el espíritu
que su rectitud nos hizo ir con la cabeza erguida toda una vida
mirando de frente sin pestañear el ojo de la verdad
para sostenerle la mirada hasta la eternidad.

Quién sino tú nos hizo sacar el espíritu de los hombres
por la bondad de donde se encontraba oculto y extraviado
y que en toda mirada humana hay espíritu, amor, sensibilidad
cómo el sentimiento puede manifestarse sin máscaras en el rostro.

Tu humildad puede rebosar desde tus gestos tu palabra herida
tu silencio moribundo perdido en los pensamientos
para en un último estertor decir la verdad y hacerla crecer
entre los gritos de unos silencios penetrantes y lúcidos.

La amistad se alimenta cada día de bonhomía
no hay egoísmo en ti desde que te prendiste a la necesidad
de los demás como si fuese la tuya
orgulloso de pasar inadvertido y de no pasar nunca.

¿Dónde quedó el egoísmo de la raza humana desde que tú amas
el desaliento del desánimo con tu aliento?
éramos árboles pequeños en aquel colegio
que crecimos a la sombra de otro árbol gigante que era un bosque.

Era un buen maestro
porque nos enseñó a llevar la frente sin coronas
los pechos sin medallas ni laureles en las sienes
a ser cada uno de nosotros una infinita persona ¡casi nada!