En España uno de cada dos jóvenes en edad de trabajar está en desempleo. La tasa de paro juvenil española es más del doble de la media de la UE-27, situada en el 21,4%, lo que significa, según datos de Eurostat que España duplica la tasa de desempleo juvenil de países europeos como Francia (23,2%) y triplica la de Dinamarca (14,4%) llegando a ser nueve veces mayor que en Alemania (8,5%).
Con estos datos, CCOO y UGT han presentado sus alternativas al Plan de Acción para Jóvenes, defendido por patronal y Administración, rechazando como erróneas las medidas adoptadas en materia económica por las instituciones europeas y el Gobierno español. Los sindicatos de clase critican el «argumento liberal» sobre la reducción de los salarios de los y las jóvenes como incentivo a la contratación y la creación de empleo juvenil al hacer, supuestamente, a este colectivo «más atractivo» para los empleadores.CCOO y UGT recuerdan que hay estudios de la OCDEque señalan que la reducción de salarios no genera empleo. Para los sindicatos la reforma laboral recientemente aprobada por el Gobierno de Rajoy «empeorará considerablemente las condiciones laborales de las personas más jóvenes» ya que, a pesar del cambio legislativo, si no fluye el crédito y se facilitan estímulos para reactivar la economía no se generará empleo.
Por otro lado, un reciente informe de la Comisión Europea señala que España, Grecia y Portugal concentran el 95% del desempleo de la Unión Europea. Estos tres países, inmersos en una espiral de recortes de los servicios públicos, son los que más empleo destruyeron durante el último año, agravando así la crítica situación social y económica por la que atraviesan. Es importante recordar que, de los tres países citados en el informe, el único que no está “intervenido”, o ha sido “rescatado”, por Bruselas, a través del Banco Central Europeo, es España. Aun así, las previsiones de los diferentes organismos macroeconómicos internacionales no son nada positivas, situando a España, una vez más, en la “línea roja” del “rescate”. Parecería, pues, que los recortes además de injustos e insolidarios resultan ineficaces.