El ISBN (International Standard Book Number) es un número que identifica de manera única al libro, una suerte de matrícula que individualiza al título en cuestión. Aunque no es obligatorio para publicar, sí lo es para una catalogación oficial, lo que quiere decir que sólo así es posible ponerlo a la venta y tener un registro de él.

El código fue creado en Inglaterra en 1966 con el nombre original de Standard Book Numbering y adoptado internacionalmente cuatro años más tarde. Nuestro país se sumaría a la iniciativa en 1973.

Desde entonces, fue el Ministerio de Cultura quien gestionaba de manera exclusiva la oficina del ISBN. Esto suponía que registrar un libro con la consiguiente obtención de este código era un proceso totalmente gratuito tanto para una gran editorial como para un autor que quisiera autoeditarse.

En 2010, el Ministerio y la Generalitat catalana—que había asumido dicha competencia hacía unos pocos años—le transfirieron la gestión a la FGEE (Federación de Gremios de Editores de España), “una asociación profesional de derecho privado creada en 1978 para la representación y defensa de los intereses generales de sector editorial español”1. Esta transferencia legal fue acompañada por una subvención de 350.000 euros. El traspaso fue realizado por la exministra Sinde y el gobierno catalán “a dedo”, sin ningún tipo de concurso público y en un secretismo casi total.

Esto supone un eslabón más en la larga cadena de privatizaciones y adjudicaciones de competencias públicas a empresas privadas que lleva viviendo nuestro país desde hace ya muchos años.

Pero lo mejor estaba por llegar. Desde el pasado 12 de diciembre, la agencia del ISBN ha comenzado a cobrar por cada título que registremos. Cada obra nos costará 45 euros aunque podemos obtener “packs” para que cuantos más títulos demos de alta más barata nos salga la unidad2. Y no sólo eso, sino que si queremos registrar el libro también en formato electrónico, tenemos que volver a abonar la misma cantidad por cada tipo de formato. Esto es, que si damos de alta la obra en formato ePub3, Kindle4, y PDF, habría que multiplicar por tres los gastos.

La FGEE justifica el cobro del ISBN alegando que han destinado 120.000 euros a la modernización tecnológica para realizar su gestión. Teniendo en cuenta que todo libro que se comercialice en España tiene que tener antes su ISBN, no tardarán mucho en recuperar la inversión a tenor de los datos publicados hasta la fecha5 y más aun si observamos las cifras del año pasado, en el que fueron publicados más de 103.000 libros.6

En la práctica, esto supone un importante mazazo a los autores que sudan sangre para autoeditarse y a las pequeñas e independientes editoriales que intentan hacerse un hueco en este mundo tan difícil y complejo; porque, si para un gran grupo editorial que factura decenas de millones de euros anuales no supone un gran esfuerzo abonar los costes del ISBN, no ocurre lo mismo para las pequeñas empresas del sector. Y esto ha ocasionado las quejas de las microeditoriales.

Minobitia y Sinerrata, dos pequeñas editoriales, han sufrido ya el paso del registro ISBN de manos públicas a privadas. El cambio, según ellas, aparte de una subida de precios ha supuesto un sistema engorroso y una mala atención a los libros virtuales ya que ni siquiera notifican por correo electrónico si el registro es correcto o falta algún detalle.

En vista de los precios, Minobitia ha renunciado al ISBN de los libros virtuales. “Hemos optado por asignar ISBN sólo a nuestros libros en papel, puesto que van al canal de librerías, porque el digital al menos lo publicamos en dos formatos digitales (ePub que es casi un estándar y mobiPocket, el de Amazon) y eso nos obligaría a solicitar tres números por cada libro, lo cual y dado lo bajas que son las ventas todavía de libros electrónicos y los precios bajos que solemos ponerles, nos supone tener que vender varios libros por formato solo para pagar su número ISBN”

Valentín Pérez, de Minobitia, asegura que “se ha cedido la gestión de un servicio imprescindible para la comercialización del libro a uno de los agentes implicados, lo que en la práctica supone que casi se convierta en un monopolio. Actualmente hay muchísimos pequeños editores que no están agremiados (entre otras cosas porque las cuotas del Gremio son muy elevadas para pequeños editores). Estos pequeños editores pueden sentirse discriminados frente a los sí agremiados. No hablemos ya de los autores-editores que antes podían editar su libro sin demasiadas trabas y ahora se encuentran entre otras cosas con una tasa excesiva de 45 euros”.

Amalia López, de la editorial Sinerrata, ha pasado de no pagar nada cuando el ISBN era público, a pagar 250 euros por el registro de cien libros, aunque este año será más caro. “Habrá que añadirle 300 euros en concepto de catalogación, que hasta 2011 estaba subvencionado”.

1. http://www.federacioneditores.org/LaFederacion/QuienesSomos.asp
2. http://agenciaisbn.es/web/tarifas.php
3. http://es.wikipedia.org/wiki/EPUB
4. http://es.wikipedia.org/wiki/Kindle
5. http://www.federacioneditores.org/0_Resources/Documentos/NP_ISBN_Febrero2.pdf
6. http://www.elmundo.es/elmundo/2012/01/31/cultura/1328037924.html