Volvía yo de Cuba, aún con cara de felicidad por el buen rollo que he tenido la suerte de compartir con la gente de allá, cuando me he vuelto a tropezar con esa enorme boina de polución mental que has puesto sobre nuestras conciencias. En todas partes cuecen habas y hasta en Cuba me tropecé con un tonto provocador que me decía que estaba sufriendo allí lo que nosotros con Franco. Le invité cordialmente a que se viniera porque, según creo, Franco está a punto de resucitar y podríamos necesitar los buenos consejos de un hombre tan curtido en represiones. ¿Habrá tontos en este mundo por más que ofrezcas desde hace más de cincuenta años una educación pública y gratuita? Pues imagínate lo que vas a conseguir cuando aquí ya no lo sea y nadie tenga habilidades mentales para refutar los juegos (subversivos) de palabras que os traéis entre tantas declaraciones. Que ahora resulta que defender el derecho a la maternidad se traduce por prohibir el aborto y defender la creación de empleo pasa por facilitar el despido. Apasionante como droga analgésica para los que estamos empeñados en sufrir pensando. Dejemos de pensar y abracemos las verdades sencillas de las cosas como tu dios manda.
Había leído, nada más volver de Cuba sin la frente marchita, un artículo en el que afirmaban que la sociedad española se estaba volviendo lumpen de arriba a abajo, que ya no nos hace falta ser de baja estofa ni de escasos recursos para comportarnos como seres simples, iletrados, incultos, sometidos al vaivén manipulador de las emociones prefabricadas, despreciando la memoria, la razón y la lucidez, carcomida por el convencimiento. Me bastaron un par de declaraciones de nuestros gobernantes y un par de comentarios en la barra de un bar de barrio para comprender que la culpa de todo la tienen los chinos o los inmigrantes o los nacionalistas o los del equipo contrario. Que es fácil encontrar un culpable sobre el que descargar nuestros disgustos y más fácil aún que el que te está chuleando, señale a alguien o a algunos como responsables de que la cosa esté tan mal como para obligar a este Gobierno a salvar a España (una vez más, a costa de los españoles).
Pero me faltaba aún saber cuáles son las expectativas de negocio que bullen detrás de tanto ajuste, recorte, i+d… y me encontré con la repetición de la noticia de la puja por conseguir que Eurovegas se instalara en Madrid. Eso sí que me pareció el espectacular preparativo de un apasionante futuro. Mientras vuelve a asomar lo de Gibraltar como reivindicación irrenunciable de nuestra soberanía sobre el Peñón, estamos dispuestos a montar un casino independiente en pleno solar patrio. Y por no hablar de las alteraciones fiscales, de urbanismo y de «moralidad pública» que el proyecto comporta, me gustaría saber si la sensibilidad del Ministro de Justicia sobre esa presión negativa que dice que se ejerce sobre las mujeres y su derecho a la maternidad va a ser tenida en cuenta en relación con las trabajadoras del sexo que acudirán al reclamo de esos millones de turistas que acamparán en el complejo, para rellenar lo que falte hasta el 100% de actividades posibles e imaginables en un parque temático «para adultos», toda vez que el juego, según la Presidenta Aguirre, sólo representa el 18% de las mismas.
Mientras tanto, una asociación de gestores culturales proponía una reunión (entre ellos mismos, claro) para debatir el futuro de los centros culturales de Madrid. Mejor dicho, para anticiparse con un diagnóstico que salva la mala conciencia (Yo ya lo dije). También son ganas de angustiarse. La Cultura y sus espacios públicos, según tú, tienen que dar paso al Parque Temático, la chuletada vecinal de urbanización o la caldereta popular se rendirán ante las exhibiciones de gastronomía de marca. No hay que preocuparse. La Comunidad de Madrid lo tiene todo muy bien pensado: Mucha enseñanza religiosa y mucho espacio para el pecado. Así tendremos ocasión para arrepentirnos y para cumplir penitencias, que no es mal negocio… para los que venden las bulas.