La palabra ruptura tiene en la memoria política de España una carga de brusco corte en un devenir, de interrupción súbita de una situación tenida por habitual. Generalmente nos fijamos siempre en el momento histórico de esa ruptura: 14 de Julio en Francia, toma del Palacio de Invierno en San Petersburgo el 25 de Octubre (en el resto de Europa, Noviembre) de 1917, etc. etc.

El peso del acontecimiento en los seguidores y/o herederos de aquellos hechos suele eclipsar e incluso pasar por alto, las causas, procesos y fuerzas sociales que condujeron al mismo. Pero sobre todo se olvidan los contenidos, los programas o las líneas de fuerza que produjeron la formación de la alianza capaz de producir el hecho en cuestión. Veamos el caso más emblemático entre nosotros. La III República es hoy una idea bastante extendida y asumida como algo que vendrá inexorablemente. Es decir, la implantación del ideal republicano vendrá por sí como algo ineluctable; en otros casos se considera que tal cuestión será bastante difícil porque la correlación de fuerzas, la gente, los poderes, etc. no la harán posible. En todo caso la implantación de la República o su imposibilidad se confía a algo en lo que nuestra acción consciente no interviene. ¿Cómo si no, se explica entonces que tantos y tantos colectivos y organizaciones republicanas no hayan sido capaces todavía de romper los estrecho límites de sus afiliados para establecer, un programa, una acción, una estrategia o siquiera una aproximación comunes, en torno a cómo conciben la III República, con qué sujetos o con qué horizonte?

Estamos engolfados en una cultura que vive a base de comentar, interpretar y aplicar una eterna hipótesis: el futuro llegará ineluctablemente. Y lo más curioso es que tal postura siempre tiene a mano un texto, un comentario o un dicho de Lenin (venga o no venga a cuento).

Ante nosotros se está produciendo una ruptura protagonizada por la derecha (en sus dos versiones del bipartidismo); la ruptura no es otra que la voladura de la entente constitucional. Si hay algún documento, texto o norma dejada prácticamente sin efecto por los poderes dominantes es el texto constitucional de 1978. Ya en 1996 el PCE denunció tal situación en la Fiesta del Partido de aquél año. En algún otro lugar he escrito que estamos asistiendo a un Golpe de Estado incruento y a cámara lenta.

Estoy convencido de que en un momento dado nos encontraremos en una situación de excepcionalidad en la que la derecha sin ambages, sin excusas y sin coartadas imponga por la vía de los hechos su voluntad depredadora; creo que casi ya estamos en esa situación en algunas CC.AA.

En consecuencia la ruptura es inevitable porque ellos ya la han hecho. Si reparamos en todo el proceso que comenzó con el primer gobierno González todo ha ido conduciendo a ello. ¿Hemos reparado los hombres y mujeres de izquierda y los afiliados a los sindicatos la cadena de renuncias que como ciudadanos y trabajadores se han hecho? ¿Qué tenemos que guardar? ¿Qué pacto debemos seguir manteniendo?¿Con qué excusas vestimos nuestra retirada?

Pero una cosa es hablar de la ruptura y otra aplicarse a la tarea en su doble y simultánea acción de Ruptura con el presente y Construcción de la otra situación. Y digo que es otra cosa porque ni siquiera se afronta con decisión la constatación de que hemos perdido la guerra, el tiempo y a veces la orientación.

Producir la Ruptura es un proceso que debe tener una base social amplia, con un proyecto y un programa. Y eso significa una acción que a veces supera límites partidarios y organizativos; la convicción en las propias y colectivas ideas es la mayor garantía de la cohesión. Producir la Ruptura es todo programa apoyado y sostenido en todos los niveles de las relaciones sociales que apoyándose en la legalidad cuestionada por la derecha ataque la base del proyecto conservador. Estoy hablando del uso alternativo del derecho.

Ganar a la mayoría no es una cuestión de discurso tremendista sino de lógica común. Hoy existe en España una mayoría dominada que no ha encontrado la idea capaz de insuflarle cohesión, autoestima, sentido de protagonismo. Creo que esa es nuestra tarea.