Derecha inculta: IU quiere lanzar una campaña sobre diferentes crímenes culturales que vienes cometiendo y proponiendo con la misma naturalidad con que desmontas la Sanidad o la Educación. Pero estas intenciones de denunciar lo tuyo, para que sean verdaderamente útiles, obligan no sólo a la denuncia sino a orientar y enriquecer cualquier debate que incluya lo que tanto preocupa a nuestros industriales del arte y del espectáculo: los males del capitalismo «cognitivo», o sea, la especulación entrando a saco en espacios que hasta hace poco tiempo estaban como al margen del mercado, «invadiendo espacios ligados a la producción cultural, artística y afectiva… y convirtiendo en mercancía todo tipo de objetos, relaciones y procesos cognitivos e inmateriales»[1]
Ya no como intelectuales sino como convencionales espectadores, usuarios, tampoco está de más reflexionar sobre los mecanismos comerciales que podríamos dejar intervenir en nuestro acceso a la Cultura, si es que alguna vez conseguimos que una mayoría suficiente piense más o menos como nosotros proponemos pensar ahora… que tampoco hemos sido un ejemplo de coherencia ni de constancia, pese a nuestra buena voluntad y a nuestras buenas intenciones, por no hablar de la necesaria clarificación de lo que es cultura popular, de lo que debemos defender como procomun y tantas otras cuestiones que no se manejan con soltura en los debates cuando abordamos el naufragio de nuestro mundo cultural, que no es sólo el de los creadores sino, por supuesto, el de los consumidores, más intoxicados hoy que casi nunca por falsos debates o por falta de perspectiva y, sobre todo, el que están manejando a su antojo los especuladores.
Me parece que el debate fundamental está en el concepto político de «acceso a la Cultura», ya sea por capacidad de autodiagnóstico de nuestras necesidades y poder de autogobierno para firmar las recetas, o estableciendo los caminos -con las mayores garantías sobre el trazado y los peraltes- por los que debe llegar la oferta de la empresa artística o cultural para satisfacer nuestras necesidades (particulares… y colectivas). El mercado no es tan libre como presumían los bugueses para compararlo ventajosamente con la tristura de una economía planificada a cinco años… (¡oh, que falta de frescura!, ¡qué dictadura del Estado sobre los creadores, sobre los imaginativos!… decían, compungidos, por la pobreza política de nuestras vidas comparada con la alegría económica que proponían para las suyas…). Pero resulta que con su mercado funcionando a tope, lo que utilizan no es el riesgo y la aventura del emprendedor, la innovación arriesgada, sino el parasitismo del chupóptero que se pega a la teta del Estado, o sea, que emplea nuestros dineros (impuestos incluidos, pero no sólo eso) en montarse «sus» negocios bajo la apariencia de estar prestando un servicio público, y donde al final, viven mejor los intermediarios que los propios creadores… exactamente como pasa con el tomate de los cultivos bajo plástico.
Quiere comenzar IU su campaña uniéndose a los ya numerosos posicionamientos contra el 21% del IVA aplicado a los productos culturales. Causa de la que puede decirse que tiene buena prensa, que es de actualidad, que el Gobierno parece titubear (bueno, como en tantas otras cosas que resultan ser cortinas de humo para ocultar lo que verdaderamente pasa y lo que jodidamente nos jugamos).
Pero el IVA no lo es todo, ni siquiera juntándolo con lo de los derechos de autor (y mira que se discute sobre ellos -los derechos más que los autores-).
«El conocimiento… se ha convertido en fuerza productiva inmediata…»Por eso las mercancías culturales de consumo de masas…componen uno de los frentes de la batalla por redefinir las reglas de producción y explotación del conocimiento[2].
Aquí ahora toca tanto hablar de las condiciones económicas que caen como losas sobre los artistas de toda la vida o más recientes, obligados a alquilar el bar de toda la vida donde había música en directo (de toda la vida) para poder ofrecerse en espectáculo con inciertos resultados económicos fuera de la convocatoria habitual de amigos y parientes, como de que «la producción/gestión del conocimiento pone en crisis la práctica totalidad de las baterías conceptuales de la economía clásica fordista»[3].
Sí, se puede empezar por lo del IVA, o por cualquier otro punto conflictivo, decisión agresiva del Gobierno o nueva cortapisa a la creación y distribución cultural. Pero el reto auténtico es saber leer este partido, esta jugada, no perderse demasiado en lo que pasa con los autores si eso significa no enterarse de lo que pasa con los conocimientos.
Y que ¿por qué te lo digo, Derecha? Para que entendamos todos, tú incluida, que nuestra Cultura está en juego y con ella no sólo puestos de trabajo o derechos de autores e intérpretes. Está en juego tu identidad y la nuestra, la de todos. Y con la identidad, la soberanía y con la soberanía la libertad. Y sin ella…
NOTAS
[1].- Emmanuel Rodríguez y Raúl Sánchez,»Nuevos conocimientos intelectuales y procomún».
[2].- Karl Marx, citado por Emmanuel Rodríguez en «Los cercamientos de la inteligencia colectiva».
[3].- Idem.