Una vez más, la Fundación de Investigaciones Marxistas publica los Indicadores Socioeconómicos concernientes a la Encuesta de Población Activa (EPA) conocidos en el mes de febrero. Lejos de vislumbrar los «brotes verdes» que anuncia el gobierno a bombo y platillo, el análisis de la encuesta avanza que, aunque el empleo creciera a igual tasa de lo que creció en el último trimestre del año pasado, necesitaríamos 17 años para recuperar todo lo perdido.

A partir de la última reforma laboral se ha continuado destruyendo empleo, se ha sustituido el empleo fijo, ya sea vía ERE o mediante despidos, por empleo temporal o a tiempo parcial. Por tanto, no es que en España se haya creado empleo, sino que se ha transformado el anteriormente existente por uno más precario. A esto hay que sumar el trabajo sumergido, que no ha dejado de crecer durante la crisis, y el riesgo de exclusión social que esta situación conlleva.

El paro de larga duración (dos o más años en situación de desempleo) no ha dejado de crecer. Además, el número de hogares con todos los miembros en paro no ha dejado de subir, duplicándose el número de hogares sin ningún tipo de ingresos desde el comienzo de la crisis.

Educación y sanidad han sufrido un duro revés en el entorno laboral, habiendo 70 mil puestos de trabajo menos en educación, y 105 trabajadores sanitarios menos en tan solo dos años. Las mujeres viven una situación laboral aún más precaria que los varones -a pesar de que las diferencias se han ido limando por el empobrecimiento de las condiciones laborales de éstos-, agravadas por unos salarios menores para el mismo trabajo y por la existencia de mayor economía sumergida en el caso de las mujeres.

Los jóvenes sufren el mayor envés de la crisis, siendo la situación laboral de los menores de 25 años completamente insostenible. Con una tasa de paro del 55% y entre los ocupados, una tasa de temporalidad del 66’7% y una tasa de tiempo parcial cercana al 40%, el futuro de los jóvenes se atisba muy crudo.