Madrileño de nacimiento, andaluz de adopción, Willy Meyer, empezó a militar en el Partido Comunista de España a los 18 años, cuando estudiaba Económicas en la Universidad Complutense de Madrid, en aquellos días en que la que policía tenía instalado su cuartelillo en la facultad y las relaciones se regían bajo las normas del nacionalcatolismo. Era el año 1970, el mismo de su primera detención, cuando su padre le advirtió que para trabajar en la clandestinidad había que hacerlo mejor y le confesó que el también militaba en el PCE, pero como era un alto funcionario del Ministerio de la Vivienda, lo hacía con la máxima precaución para que no le identificaran. Su abuelo, alemán y de nombre Willy Meyer, también había sido otro rojo republicano que participó en defensa de Madrid como capitán de ingenieros.
En 1972 la antigua Brigada Político Social le volvió a detener, por su actividad estudiantil y pasó por las manos de Billy el Niño (uno de los ex-agentes de la dictadura franquista sobre los que la justicia argentina ha dictado orden de captura internacional por crímenes de lesa humanidad, amparado por el gobierno del PP, que no permite su extradición) y en 1973 se exilió en Londres.
A la vuelta Willy se especializó en Defensa y Seguridad. Estudió en la Escuela Superior de Ejército. Trabajó en la Comisión de Defensa del Comité Central, que dirigía Enrique Curiel, cuando el Partido entendía que para llevar a cabo la ruptura democrática, con el cambio pacífico pero revolucionario que suponía, se necesitaba el apoyo de las Fuerzas Armadas. Ya antes, en el servicio militar durante la dictadura, estuvo en el Comité de Soldados del PCE desde el que se pretendía evitar que cualquier acción militar se volviera contra el pueblo.
Más tarde durante su época de diputado en la legislatura del 1996 al 2000 fue portavoz de Interior y de Defensa, cuando se llevó a cabo la profesionalización de las fuerzas armadas, acabando con el servicio militar obligatorio. Y su actividad parlamentaria le dio la oportunidad de conocer por dentro la estructura de la OTAN.
Durante los últimos diez años Willy ha vivido a medio camino entre Bruselas, Madrid y Andalucía, compaginando su trabajo como eurodiputado con sus responsabilidades en Izquierda Unida y en el PCE. Podría haber seguido haciéndolo durante otros cinco años, ya que IU acaba de conseguir un 10% de los votos en las elecciones europeas, triplicando su anterior resultado.
Sin embargo, la mañana del 25 de junio lo dejó todo: su acta de eurodiputado sin recoger (que pasará al siguiente de la lista, Javier Couso) y su responsabilidad en la Secretaría de Internacional de IU. En una rueda de prensa en la sede de Izquierda Unida, acompañado del Coordinador Federal de IU, Cayo Lara, del Secretario General del PCE, José Luis Centella y del Coordinador de IU en Andalucía, Antonio Maillo, dijo que se iba. Dos días antes un diario digital había publicado que Willy, como la mayoría de los eurodiputados, se había suscrito a un Fondo Voluntario de Pensiones que ofrecía el Parlamento Europeo, y que dichos fondos formaban parte de una SICAV en Luxemburgo. Al día siguiente de la publicación, Willy voló a Bruselas para comprobar si aquello era cierto, y al otro dio la rueda de prensa en la que a pesar de asegurar su absoluto desconocimiento presentó su dimisión “porque la ética está por encima de la ley”.
Willy Meyer seguirá trabajando para el Partido y para IU, como lo ha hecho desde hace 44 años, porque como él dice en uno de los momentos más triste de su vida “la lucha sigue”.
Mundo Obrero: Tu dimisión fue rápida, en menos de 48 horas. ¿Por qué dimitiste?
Willy Meyer: Tiene que ver mucho con el compromiso que adquirimos en la campaña electoral de IU y nuestro código de conducta. Personalmente me impliqué mucho en condenar el modo de producción bipartidista impuesto, que es un modelo de producción corrupto, insostenible y depredador para el trabajo y para el medio ambiente. Y una parte de ese modelo de producción es consustancial con la evasión fiscal, las arquitecturas financieras para intentar evadir las obligaciones fiscales de las grandes empresas y las grandes fortunas. Hicimos una campaña en contra de los paraísos fiscales, de denuncia del IBEX 35, donde una gran parte de las empresas españolas tienen sus sedes en paraísos fiscales para evadir todo lo que es la contribución fiscal, en contra de las SICAV.
Así que cuando el lunes me llama una periodista de Infolibre para preguntarme si yo sabía que el fondo de pensiones voluntario del Parlamento Europeo del que yo formaba parte, estaba en una SICAV en Luxemburgo, yo no daba crédito, pensé que eso era imposible. El martes fui a Bruselas a comprobar si eso era cierto, y comprobé que sí. Así que el miércoles hice una rueda de prensa renunciando al cargo porque entiendo que a pesar de que es una cosa legal, lo que no podemos es intentar compatibilizar un cargo electo, público, con una actuación, que aun siendo legal me implica en un acto con el que estoy en contra.
Ya en la distancia, parece ser que es cierto lo que yo decía, que la mayoría de los diputados no sabía que este fondo operaba en Luxemburgo en forma de SICAV, pero eso no es óbice para que haya tomado una determinación de estas características.
Sé, por lo que la gente me dice en la calle, que esto es una cosa insólita, que soy un rara avis, pero creo que debería ser lo normal, y que en un proceso constituyente habría que revisar la relación que hay entre el cargo electo y el cargo público, de manera que hubiera un mayor control y mayor capacidad de fiscalizar su actuación. Y también el revocatorio del cargo electo. Es decir, si éste actúa de forma no conforme a su programa electoral, revocarlo.
Yo lo que he hecho es lo que debería ser lo normal dentro de un código de conducta muy estricto en relación a lo que debería ser la representación política en cualquier institución.
M.O.: Por otra parte, su renuncia ha vuelto a evidenciar más la opacidad de las SICAV y de todo lo que las rodea. También se ha puesto en evidencia la gran cantidad de gente que puede tener sus fondos de inversión y sus planes de pensión en una SICAV sin siquiera saberlo.
W.M.: Muchos trabajadores, y gente que no conocía, me han comentado por la calle “gracias a tu actitud nos estás obligando a revisar también dónde tenemos nosotros los fondos”.
Cuando llegué por primera vez en el 2004, el Fondo de Pensiones era un fondo voluntario y todos nuestros diputados se habían acogido a él, según me indicaron, porque entonces los diputados no cobraban por nómina. Por eso en 1989 el Parlamento organizó este fondo ya que no había posibilidad de practicar ninguna retención a los diputados. Cuando yo llegué en el 2004, esto estaba en pleno funcionamiento. Es el funcionario de turno el que hace todos los papeleos y yo no podía imaginar que es el propio Parlamento Europeo el que nos mete en una SICAV. Y esto es lo que me confirman el resto de eurodiputados, pero en cualquier caso eso no es óbice para la decisión que he tomado, que creo que es la correcta.
M.O.: Estamos hablando de algo que se acabó hace cinco años
W.M.: Sí. Yo estuve cotizando 5 años porque en el 2009 con la presidencia de Pepe Borrell se aprobó, afortunadamente, el Estatuto del Diputado según el cual cada diputado ya tenía su nómina y sus retenciones y ya no hacía falta ningún fondo de pensiones.
M.O.: ¿Hasta entonces quién pagaba a los eurodiputados?
W.M.: Cuando llegué por primera vez a Bruselas dependíamos del Congreso de los Diputados. A todos los efectos. Nuestras retenciones, para la renta y las futuras pensiones se hacían en España. Pero el trabajo en el Parlamento Europeo no se pagaba con una nómina, con lo que no había ni retenciones fiscales ni a efectos sociales ni a efectos de futuras pensiones. Y por eso se creó ese Fondo de Pensiones Voluntario que se extinguió cuando se creó el Estatuto del Diputado que normalizó la situación. Lo que se vivía antes era una situación muy especial precisamente porque al eurodiputado no se le pagaba una nómina como a un trabajador normal en una empresa.
M.O.: Uno de los problemas más preocupantes en Europa es Ucrania, ¿Cómo ves la participación de la Unión Europea en el conflicto?
W.M.: En Europa en estos momentos se está configurando la nueva dirección de las instituciones. En la campaña electoral ya denunciamos que el bipartidismo europeo, corregido por los liberales, se iba a imponer de nuevo y que por lo tanto la socialdemocracia iba a pactar con la derecha las nuevas instituciones. Desgraciadamente ha sido así. En la reunión de París la socialdemocracia decidió apoyar a Juncker para la presidencia de la Comisión Europea y se han repartido el Consejo Europeo y la presidencia en el Parlamento Europeo. Y digo que es una desgracia porque esto viene acompañado por unas políticas con las que también están de acuerdo en materia económica y no se van a bajar del Tratado de Estabilidad. Por lo tanto, tenemos un problema de estructura económica que no está pensada para la mayoría sino para una minoría, con lo que vamos a tener una situación muy grave.
Y en política exterior también han pactado las tres grandes fuerzas políticas: la derecha, los liberales y la socialdemocracia. El problema es que la Unión Europea no juega el papel que debería desempeñar en el mundo, es decir, ante un escenario en que cada vez se complican más las cosas y donde el imperialismo cada vez actúa con mucha más prepotencia, con una gran impunidad, la Unión Europea debería ser un factor de equilibrio frente a las ansias depredadoras del imperio y de la guerra. Desgraciadamente esto no es así. Jugamos un papel segundón. Obama da instrucciones junto a las fuerzas políticas mayoritarias y éstas las cumplen.
El caso de Ucrania es un ejemplo. En Ucrania se produjo un golpe de Estado violento con la participación de fuerzas paramilitares fascistas y el aplauso, la anuencia e incluso la financiación de la Administración norteamericana y también europea. Y por lo tanto, en lugar de jugar un papel de moderación, la Unión Europea secunda todas y cada una de las actuaciones más agresivas desde el punto de vista del Derecho Internacional que hace Estados Unidos.
Nosotros denunciamos el golpe de Estado desde el primer momento. Yanukovich no es una persona de izquierdas y no tenemos ninguna afinidad ideológica con él, pero era el presidente elegido por los ucranianos y ucranianas en las elecciones. Y ese golpe de Estado lo denuncié por dos razones: la primera por una cuestión democrática, y la segunda porque se va a producir un efecto tremendo que es la disgregación de un Estado. Pero esto no es nuevo en la Unión Europea. El Estado yugoslavo fue dinamitado entre otras cosas porque Europa, Alemania, el Vaticano se interesaron en destruirlo. La disgregación de Yugoslavia fue la antesala del golpe de Estado de Ucrania. Éste ha dado un resultado muy negativo incluso para los intereses europeos: somos dependientes del gas de Ucrania, sobre todo la parte norte de Europa, Alemania. Y ahora Rusia tiene la llave del gas y va a apretar, a abrir y cerrar en función de lo que le apetezca.
M.O.: Quien avanza posiciones en este conflicto es la OTAN. ¿La ampliación de la sede que están construyendo en Bruselas es una imagen del fortalecimiento de posiciones a nivel mundial?
W.M.: La OTAN es un residuo de la Guerra Fría que se tenía que haber disuelto cuando se disolvió el Pacto de Varsovia, pero lo han reconvertido en un aparato político-policial y militar para imponer determinado orden en el mundo al margen de Naciones Unidas. El problema no es sólo que exista un bloque militar de estas características, sino la filosofía que ha impuesto. A partir de la Cumbre de Bruselas de 1999, y después ratificado en todas las Cumbres, y en la última de Lisboa, es que ellos pueden hacer uso de la fuerza al margen del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, contraviniendo la Carta de Naciones Unidas, es decir, tenemos un organismo militar de las principales potencias industriales que se permite el lujo de poder intervenir en cualquier parte del mundo sin autorización del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Y además hace una llamada al rearme mundial porque si las demás potencias que no están en la OTAN saben que la OTAN puede intervenir cuando le venga en gana, tendrán que tener armamento sofisticado suficiente para poder derribar a un avión a 10.000 metros de altura, poder resistir a misiles tierra-tierra, aire-tierra, en fin… Esto es lo que está ocurriendo en estos momentos en el mundo, un rearme debido a la existencia de la OTAN.
Si la Unión Europea tuviera otra correlación de fuerzas más progresista, más pacifista, debería de jugar a todo lo contrario: no formar parte de la OTAN, no tener bases extranjeras ni norteamericanas en Europa y dar un mensaje de desarme y de paz al mundo.
M.O.: En tu trabajo desde la vicepresidencia de la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento, tuviste la oportunidad de conocer cerca el surgimiento y evolución de las llamadas primaveras árabes. ¿Cómo fue ese proceso y cómo participó ahí la Unión Europea?
W.M.: Ese proceso fue muy interesante. Aunque pasa desapercibido, el primer chispazo fue, cuando la fuerza ocupante marroquí violentamente desalojó el Campamento saharaui de la Dignidad a las afueras de El Aaiún. La gente de un país árabe que está en rebeldía, estaba pidiendo reivindicaciones de derechos universales. Después del Campamento de Gdeim Izik, vino Túnez, con la Revolución del Jazmín, y luego El Cairo con la Plaza de Tahrir. Esas revoluciones tenían un denominador común que era la lengua.y que reclamaban reivindicaciones universales, no sectarias ni religiosas. Reivindicaban derechos humanos, derecho al trabajo, derechos sociale… Y eran revoluciones que fueron capaces de cambiar regímenes como el de Ben Alí o el de Mubarak.
En el Parlamento Europeo tuve la ocasión de denunciar la hipocresía de la UE. La Unión Europea tenía acuerdo de asociación con Túnez y con Egipto, con los dos sátrapas Ben Alí y Mubarak. Aunque el acuerdo de asociación está condicionado al respeto de Derechos Humanos, la gente caía asesinada por las calles. Les pedí que congelaran el acuerdo de asociación y nunca lo congelaron.¿Por qué? Porque para la Unión Europea lo prioritario son las relaciones comerciales, no los derechos humanos. Ahora mismo las revoluciones están inconclusas, derivando en poder religioso, y terminando en Egipto con un golpe de Estado con el que estamos absolutamente en contra, y que deja la revolución de Tahrir sin concluir.
Las revoluciones las han ganado los intereses del neoliberalismo y del imperio para garantizar sus intereses. Las formaciones de la socialdemocracia y la derecha lo que pretendían era influir para garantizar una relación neoliberal en Egipto.
M.O.: A través de la vicepresidencia de la Comisión de Asuntos del Parlamento Europeo como el Euro-Lat, has tenido la oportunidad de poder conocer de cerca todo el proceso latinoamericano de la última década. ¿Cómo analizas lo que ha sucedido y lo que está pasando en América Latina?
W.M.: Es una situación compleja. Por un lado se ha avanzado hacia una integración regional. Yo creo que las aportaciones de la izquierda de América Latina y el Caribe han sido decisivas para desprenderse de la tutela de Canadá y Estados Unidos, de la OEA. Se avanzó muchísimo con Hugo Chávez en esa nueva estructura que es la CELAC, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. La primera presidencia la ostentó Chile y luego Cuba. Ahora bien, el imperio está actuando para intentar revertir y cambiar las cosas en América Latina. O bien con un golpe de Estado, como el que se produjo en Honduras, con los intentos de desestabilización de Bolivia, Ecuador y, el más duro, el de Venezuela donde hay un intento muy muy serio, con participación de la derecha europea, y especialmente la española, para intentar dar un golpe de Estado silencioso, intentar romper con la voluntad popular de Venezuela y acabar con todas las conquistas logradas. Esto es muy preocupante y creo que la posición actual de América Latina y el Caribe a través del Foro de Sao Paulo es procurar que toda la izquierda de América Latina y el Caribe, y también nosotros los europeos, estemos muy vigilantes ante estos procesos de regresión y golpe. Y sobre todo Cuba, donde Obama no se mueve un milímetro para acabar con el bloqueo mientras Europa está discutiendo un acuerdo de asociación político-económica con Cuba.
M.O.: ¿Qué va a significar para Europa el Tratado Trasatlántico de Comercio e Inversión (TTIP) ?
W.M.: Me parece insólito que estén en la quinta ronda de las negociaciones y no sepamos nada. Hay una opacidad en la negociación tremenda, cuando afecta a sectores estratégicos, y por lo tanto tendríamos que participar o tener la capacidad de influir en la negociación.
Hay una fundación en Suiza que viene a decir que los efectos de un tratado de libre comercio pueden producir entre 500.000 y un millón de pérdida de puestos de trabajo. El Tratado de Libre Comercio, si no tiene en cuenta las asimetrías, va a ser devastador para la política agraria y ganadera comunitaria, todo lo que son los servicios, la propiedad intelectual… La izquierda europea estamos muy empeñados para, en primer lugar, dar transparencia a la negociación, y en segundo, oponernos a lo que significa un ataque directo a la economía real de Europa.
Por ejemplo, en Estados Unidos, los derechos en el trabajo no existen. Ningún trabajador norteamericano puede dirigirse a un tribunal para resolver un problema con su empresa. Aquí sí. Y por lo tanto las relaciones laborales, que aquí son históricas, van a verse duramente afectadas y va a haber una confrontación fuerte.
M.O.: Frente al TTIP, en el que las transnacionales podrían llevar a juicio a los Estados si las decisiones de los gobiernos afectaron a sus empresas, la ONU acaba de aprobar una resolución según la cual las transnacionales tienen que respetar los Derechos Humanos. ¿Qué validez tiene esta resolución?
W.M.: Son unas resoluciones muy importantes desde el punto de vista moral y ético, pero si no son vinculantes se queda en denuncia. Siempre viene bien porque te puedes apoyar en ella. Pero las multinacionales en estos momentos campan a sus anchas por todo el mundo y no hay ninguna autoridad internacional que les pare y les impida escapar al derecho.
En América Latina las multinacionales actúan con total impunidad y han sido incluso tapadera de paramilitares en el caso de Colombia, con multinacionales como Coca Cola donde ha habido asesinatos y persecución de sindicalistas, o en la minería donde las multinacionales están actuando con mucha fuerza destrozando los medios naturales y sobre todo el agua en América Latina y Caribe. Nosotros siempre hemos reivindicado en los acuerdos de asociación que se han firmado que haya cláusulas muy especiales y muy contundentes para evitar esta actuación de las multinacionales, aunque sin mucho éxito.
M.O.: ¿Cómo ves la situación política que estamos viviendo en estos momentos en España, con el golpe al bipartidismo, la dimisión de Rubalcaba después de dejar atada la sucesión borbónica, el fortalecimiento de la izquierda alternativa, etc?
W.M.: Lo vivo de manera muy apasionante. Tenemos una crisis de Estado monárquico y bipartidista sin precedentes desde el año 77. Nunca como ahora el Estado ha estado tan frágil ni ha habido tanta capacidad de alternativa por parte de las organizaciones y las personas que creemos que hace falta otro Estado, otro modelo de producción y otras relaciones donde la gente sea más feliz.
Esto no significa que el bipartidismo haya desaparecido. Tiene una gran capacidad de reacción y de hecho lo están haciendo. La restauración monárquica es un ejemplo de hasta qué punto no están dispuestos a dar la palabra a la gente para que la gente decida y en este contexto Izquierda Unida, y los comunistas dentro de Izquierda Unida, tienen una labor fundamental.
Lo primero que tendríamos que resolver es tener una dirección de IU a la altura del electorado. El electorado en las últimas elecciones europeas salió muy satisfecho de la votación y está muy contenta con los resultados. Por lo tanto, los dirigentes tienen que estar contentos. Y si hay algunos dirigentes que no lo están, y que se sienten defraudados, que ven que la situación les supera, lo que no pueden hacer es dirigir. Tienen que dar un paso atrás para permitir que haya gente que tenga al menos el mismo sentido de ánimo que los electores.
En esta situación en la que vivimos hace falta una IU con más capacidad de intervención en la política en tiempo real. Por lo tanto hay que tener equipos de gente que lleven inmediatamente a la práctica lo que IU decida. Y hay que tener una Izquierda Unida más fuerte, más organizada, de masas.
No hay otra fuerza política en España que quiera llevar a cabo el cambio por el que nosotros trabajamos: acabar con el capitalismo. Nosotros ante el conflicto capital-trabajo, hemos optado por el trabajo. También por la República Federal.
Pero para hacer este tipo de cambios no hay atajos. Es imposible conseguir el socialismo, que es nuestro objetivo, sin una organización de masas, sin capacidad de crear una gran movilización, sin sindicatos potentes, organizados y combativos. Y por lo tanto, un discurso, aunque sea muy mediático, que no tiene organización no te lleva al socialismo. Y este es un problema ideológico que mucha gente no acaba de entender.
Y pongo un ejemplo, el sistema decidió que Izquierda Unida no tuviera voz, por lo tanto, apagón informativo. Yo creo que en IU tenemos que resolver esa mordaza. Primero, porque desde el punto de vista democrático es inadmisible, y por tanto hay que dar una batalla democrática para que las empresas de comunicación no se conviertan en las mordazas de las voluntades populares.
Si no hay una organización potente de masas con la capacidad de dar una alternativa hegemónica, en convergencia con la sociedad y otras fuerzas políticas y sociales, es imposible.