Ésta es la crónica de una victoria. De una batalla librada entre el movimiento obrero y comunista en alianza con los sectores progresistas de la cultura y la Universidad, contra la derecha más reaccionaria expresada en la jerarquía católica española. El desencadenante de los hechos fue el despido injusto del profesor José Sarrión Andaluz el pasado mes de julio, expulsado de su plaza de profesor en la Universidad Pontificia de Salamanca por mandato del Obispo de dicha Diócesis como consecuencia de su pertenencia a diversos movimientos sociales y, más concretamente, al Partido Comunista de España.

Todo comenzó hace dos años, durante la Huelga General de 2012. Los días previos a la misma, la directiva de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA) realizó un requerimiento ilegal a sus empleados: que aquellos que decidieran seguir la huelga se identificaran previamente ante el Rectorado. Cumpliendo con su deber como ciudadano, como trabajador y como comunista, el profesor Sarrión informó a la plantilla del carácter ilegal de dicho requerimiento, y realizó un llamamiento a no cumplirlo. Desde dicho día, se inició una cadena de actos de persecución, que incluyeron apartarle de asignaturas que venía impartiendo desde hace años, reducirle horas, apartarle de la dirección de Trabajos de Fin de Grado y verter todo tipo de acusaciones sin fundamento desde el Rectorado, todas las cuales tuvieron que ser retiradas de inmediato dada su falta de veracidad. A la campaña de desprestigio se sumó el diario conservador local La Gaceta de Salamanca, que retrató a Sarrión en su portada y le calificó como un “Willy Toledo salmantino”, así como un columnista de La Gaceta de Intereconomía que llegó a pedir públicamente el despido de Sarrión de la UPSA.

Tras dos años de dicha persecución, finalmente el pasado mes de julio el Obispo de Salamanca ordenó su despido. El momento escogido fue el que pudiera realizar más daño, pues se realizó semanas después de que el profesor Sarrión defendiera su Tesis Doctoral “La noción de ciencia en Manuel Sacristán”, calificada con Sobresaliente Cum Laude por unanimidad en la UNED. Dicha Tesis, que consiste en un estudio de la epistemología del marxista más relevante del filosofía española, fue la gota que colmó el vaso, y precipitó el despido de Sarrión, a pesar de que precisamente defender la Tesis era el requisito que se exigía a todos los profesores para permanecer en la Universidad.

Posteriormente, el Obispo de Salamanca, D. Carlos López Hernández, reconoció que la orden del despido fue emitida por él mismo, y reconoció que se debía a las convicciones políticas del profesor Sarrión, quien desde noviembre de 2013 fue elegido miembro del Comité Federal del Partido Comunista de España (PCE). No encontró ninguna causa objetiva en relación con su ejercicio docente o investigador; es más, el profesor Sarrión se encuentra, según las valoraciones anónimas realizadas por los alumnos en las evaluaciones del profesorado oficiales de la UPSA, muy por encima de la media de valoración de la Facultad y de la Universidad. La decisión del Obispo se ha basado, según sus propias declaraciones, exclusivamente en su desagrado personal hacia el pensamiento de izquierdas, y en que considera incompatible ocupar cargos de responsabilidad en un partido de izquierdas y el ejercicio de la docencia en dicha Universidad (en cambio, no ve incompatibilidad en lo que respecta a otros partidos como el PP), llegando a reconocer literalmente que se trata de un acto de “legítima discriminación ideológica” (sic).

No son algo nuevo en la UPSA los despidos arbitrarios y el trato vejatorio a sus empleados. Pero esta vez el Obispo cometió un error fatal: en esta ocasión había atacado a un comunista. Y los comunistas si de algo entendemos es de luchar hasta el final, sin transacciones ni ataduras. Lejos de aceptar sumisamente el castigo, Sarrión procedió a interponer una demanda por vulneración de derechos fundamentales, conducida magistralmente por el también comunista letrado Abel Sánchez. Además de dichas acciones legales, la estación de otoño fue marco de una intensa campaña de solidaridad, a través de un Manifiesto titulado “Contra la persecución ideológica en la Universidad Pontificia de Salamanca” al que se adhirieron más de 200 profesores universitarios, entre ellos dos exrectores de universidades públicas y una treintena de Catedráticos, así como 200 profesores de universidades de todo el país. Personas del mundo de la cultura y la política también se sumaron a la condena, como Marcos Ana (Poeta y Premio Castilla y León de Valores Humanos 2013), José Luis Centella (Secretario General del PCE), Julio Anguita (ex-Coordinador de IU), Felipe Alcaraz (ex-Presidente del PCE y escritor) y Pablo Iglesias (Secretario General de PODEMOS y profesor de la UCM). El movimiento estudiantil de todo el país mostró también su rechazo al despido, entre ellos los Presidentes de los Consejos de Alumnos de siete Universidades públicas. Asimismo, 134 exalumnos de Sarrión presentaron un escrito propio de protesta ante las autoridades académicas. Por último, es destacable el apoyo a Sarrión de personas del ámbito de la teología como Leonardo Boff, Juan José Tamayo, Benjamín Forcano, Xavier Pikaza, Jaume Botey y varias decenas de curas obreros y teólogos de la liberación.

Finalmente, y tras esta campaña, dos días antes de que tuviera lugar el juicio, y ante la abundancia de pruebas testificales y documentales acerca del carácter ideológico del despido, la UPSA comunicó su voluntad de proceder a la readmisión reconociendo la nulidad del despido, lo que implica la aceptación de todas las reclamaciones de Sarrión, poniendo fin a este proceso con una victoria del movimiento popular. A diferencia de los comunistas, los jerarcas ultraconservadores no se atrevieron a dar batalla en los juzgados: prefirieron autohumillarse y envainársela antes que sufrir una derrota segura ante un juez.