Makarevich no es el único artista que flirtea con Kiev. Aquí analizaremos algunos de los entrevistados en España, cuyo “look” les permite colarse en publicaciones progresistas.
Hace 6 años recibimos a Aleksey Oktiavrinovich Balabanov en el festival de cine de Gijón. En “carga 200” (baja militar) pretende “acabar con toda nostalgia soviética” y enseñar “la suciedad en la que vivíamos”. Más o menos como Gaydar, quien reconoció en su lecho de muerte que las reformas económicas que él impulsó perseguían “crear una clase de propietarios que impidieran la vuelta al comunismo”. En fin, Balabanov combina el desprecio por la “suciedad en la que vivíamos” con el culto a la violencia de los años 90: “el publico ruso se deja atrapar por una historia de acción y violencia que ya no sucede en los lejanos escenarios de las ciudades norteamericanas…”, escribía Diagonal respecto a la obra de Balavanov, como si el supuesto valor estético de la violencia dependiera del color político de quien la ejerce. Una obra descontextualizada, incapaz de arrojar luz sobre las guerra de Afganistán, Chechenia o los convulsos años 90, adecuada para un público privado de perspectiva histórica, despolitizado y apático, justo el que necesita la oligarquía ¿no será esa la llave del triunfo comercial? Desde luego una buena credencial es predicar el anticomunismo a los 4 vientos: “la película se abre con un maravilloso diálogo entre un profesor del “ateísmo científico” y un aldeano de un pueblo remoto soviético (creyente)” se extasiaba Diagonal. Pues adivinen quien hace de guapo y quien de feo en ese diálogo.
El 10 de mayo se asomó a Diagonal Artemy Troitsky: periodista, músico, cantante, crítico… y ruso, que se ha tenido que exiliar a Estonia porque en Rusia ya no le dan trabajo. Redactor jefe de Playboy Rusia en 1995, pasando por cargos en “Exo de Moskvy” y “Novaya Gazeta”, principales medios críticos con el Kremlin, pero en manos de la oligarquía ¿Se podría llamar “alternativo” a alguien en España con semejante currículum, aunque se permitiera llamar “capullo” a Mariano Rajoy? Comparto el análisis que hace del panorama político ruso, y es cierto que las protestas contra la realternancia en el poder entre Putin y Medviedev en 2012 las sustentó una débil clase media urbana, y no la clase trabajadora. Y nosotros miramos con condescendencia democrática a esa clase trabajadora abducida… o a lo mejor tenían razones para no apoyar protestas capitalizadas de antemano por la oligarquía, como el Maidán ucraniano.
Y el último pez dorado de Diagonal, Vasil Tseparin, “artista y activista por los derechos humanos” que hace un repaso por un modelo de revolución jamás acaecida más allá de su imaginación, centrando su discurso en la “propaganda rusa”, negando la intervención estadounidense y obviando las masacres de Mariupol, Odessa y los bombardeos en Donbass… Tsaripin habla de la invasión de Crimea, la “que se fue de Rusia por decreto y volvió por referemdum” como dice Gorvachov, aquel que en su momento era muy democrático, alternativo a su manera, y ahora para nosotros su opinión ya no cuenta. Respecto a la larga lista de responsables políticos occidentales que desde un primer momento aparecieron en Maidan, algunos medios se preguntan qué reacciones habrían suscitado la aparición de Putin en el Zócalo de México o el 15m en Madrid, pregúntense también qué puede tener de revolucionario y popular unas manifestaciones reforzadas con la presencia de John Kerry, Katherine Ashton o Saakasvili.
La sociedad postsoviética ya está tan rendida al consumismo como la occidental, entre otras cosas se diferencia de la nuestra por sufrir una carencia de libertades cívicas más profunda y un creciente conservadurismo moral apuntalado en la identificación entre liberalismo económico y comportamiento liberal, reunido en un mismo concepto: liberalismo, que se identifica con el mal y que mete en el mismo saco las privatizaciones, la evasión fiscal, el aborto, la homosexualidad y toda actividad sexual fuera del marco matrimonial. Ese conservadurismo moral oficial y ampliamente aceptado es la diana de muchos oportunistas reaccionarios rendidos al dólar que se presentan como revolucionarios. Esperemos que este panorama no sirva para que nos dejemos justificar una nueva guerra fría.
Para subcultura rusa las canciones de Vysotsky o Aleksandr Xahchikov, como esta Quinta Columna (http://www.youtube.com/watch?v=2luVhP6bs8Q), que adivina un hilo conductor entre gerontocracia soviética y postsoviética.
Para quienes prefieran algo más contemporáneo, les recomiendo a Igor Rasteriaev (http://www.youtube.com/watch?v=46LNTN5lYjQ). Por supuesto, la subcultura rusa sigue dando producciones interesantes, aunque Troistky está ya muy lejos de todo esto.
Donetsk