El año que el mundo recuerda el 70 Aniversario de la victoria sobre el nazi-fascismo, no podía faltar tal conmemoración en la Fiesta del PCE (al igual que estuvo presente en Portugal, en la Festa do Avante).

En ambas fiestas se hizo con protagonistas de un fuerte simbolismo histórico y actual: el PC de Ucrania, perseguido ahora por el nuevo fascismo dominante en el gobierno de Kiev; PCP y PCE, los dos partidos comunistas que en la península ibérica protagonizaron, tal vez, una de las epopeyas colectivas más largas y heroicas de resistencia antifascista y lucha por la democracia, frente a las respectivas dictaduras de Franco y Salazar y, como no, el PC de la Federación Rusa, el más genuino heredero del PCUS, el partido que dirigió la batalla de la URSS contra la ocupación de la Alemania Nazi, primero desde la resistencia y, posteriormente liberando la mayor parte de Europa, hasta entrar en Berlín e izar la bandera roja, con la hoz y el martillo, en el Reichtag.

El coloquio supuso la oportunidad de reivindicar el papel del movimiento comunista y de la URSS en la derrota sobre el nazi-fascismo, frente a todos los procesos de revisionismo histórico que sufrimos en los últimos 25 años. El acto sirvió para alertar sobre los fenómenos de reorganización del fascismo que se experimentan en demasiados países europeos, para denunciar el papel de muchos gobiernos actuales de potencias occidentales que en su día fueron vencedoras frente a la Alemania Nazi y que hoy, objetivamente, alientan y apoyan a los nuevos movimientos de la extrema derecha.

Durante las diferentes intervenciones se avisó de la pervivencia del “fascismo ordinario”, que nos rodea, tal y como denunciara en 1965 el cineasta soviético Mijaíl Romm “con la victoria en la II Guerra Mundial se logró estirpar el tumor del fascismo, pero la metástasis ya se había extendido”.
Hay que destacar que, junto a los representantes que tuvimos la oportunidad de intervenir en nombre de nuestros partidos, se encontraban en la carpa las delegaciones del PT de Bélgica, AKEL de Chipre y del PC de China (recordemos que en Asia y el Pacifico la guerra no acabó hasta agosto de 1945 y que la locura imperialista costó la vida a diez millones de seres humanos durante la ocupación de este país por el ejército de Japón).

El acto sirvió para demostrar en vivo la peligrosa actualidad del peligro fascista. Petro Simonenko, Secretario General del PC de Ucrania, que estaba anunciado en el coloquio, tuvo que suspender su viaje dos días antes del comienzo de nuestra Fiesta, porque se anunciaba en su país la más que probable ilegalización del partido por parte del gobierno y los tribunales ucranianos. Sin duda Petro Simonenko y los camaradas de Ucrania estaban presentes en la Fiesta y así fue reconocido por los y las asistentes con sus aplausos y con el compromiso de continuar encendida la llama de la solidaridad internacionalista.

Y en una conmemoración de este tipo no puede faltar el Partido Comunista de la federación Rusa. El PCFR envió expresamente a la Fiesta del PCE a un miembro del Secretariado de su Comité Central, Mikhail Kostrikov. Su intervención (que en un próximo número de Mundo Obrero reproduciremos íntegra), es un documento firme y de rigor histórico que vuelve a recordar al mundo el significado político, ideológico y humano que suponen los más de 27 millones de muertos del conjunto de la Unión Soviética como tributo de sangre para la victoria de la humanidad frente a la barbarie.

El camarada Mikhail Kostrikov no acabó su papel con la intervención en el coloquio, traía para el PCE una copia de la bandera de la victoria de la URSS, que fue entregada al Secretario General en el mitin Central ante los aplausos y gritos de “no pasarán” de los miles de asistentes.

En la larga noche de la dictadura fascista, en España, los y las comunistas contamos con el apoyo, la solidaridad y el aliento de los diferentes pueblos y comunistas de la URSS. Esto es para nosotros un motivo de agradecimiento eterno a su memoria, de fraternidad actual con la Ucrania antifascista y de orgullo al enarbolar las banderas rojas de nuestros antepasados desde el convencimiento de que también serán las de nuestros sucesores. ¡No pasarán!, ¡La lucha continúa!