Entre el 8 de julio de 2014 y el 18 de ese mismo mes, (10 días), el ejército invasor de Palestina en su bombardeo de la Franja de Gaza asesinó a 230 palestinos. Y ese 18 de julio, tres niños, Wesin, de 6 años, Yihad, de 7, y Fulla Sheheibar, de 10, jugaban en la azotea de su casa cuando fueron asesinados con las bombas que desde un avión les tiraron los sionistas. Hasta entonces sólo un mercenario del ejército invasor había muerto. Estamos en el 18 de julio, los niños y niñas palestinos asesinados por Israel suman 45 de esos 230 palestinos asesinados.

El 24 de Julio (6 días después) los israelíes ya habían asesinado a 150 niños y niñas palestinos.

El 26 de agosto (22 días más tarde, el día que los invasores se vieron obligados a firmar el alto el fuego) los israelíes llevaban asesinados 501 niños y niñas palestinos, según la ONU.

Ha transcurrido poco más de 1 año, y ustedes conocen los últimos acontecimientos, lo ocurrido en el mes de octubre que hemos dejado atrás, la persecución de los invasores y sus colonos sobre los niños, las niñas, y la adolescencia palestina ha dejado casi un centenar de muertos, 1.000 y muchos heridos con balas reales, casi 1.000 heridos con balas forradas de caucho, y otros casi 1.000 capturados y llevados a prisiones de Israel.

Este pasado día 30 de octubre un vehículo de gran tamaño, de color verde oscuro del ejército ocupante, entra en el campo de refugiados de Aida, Betjhlehem, Belén, las calles están vacías, no hay nadie a la vista, pero le observamos sin que nos vea, anda muy despacio mientras por sus altavoces suelta una amenaza terrorista, raja el aire y golpea los oídos secamente, desde la fortaleza militar israelí se nos advierte: “Os habla el ejército israelí. Si continuáis tirando piedras os arrojaremos gas hasta mataros a todos: niños, jóvenes, mujeres, ancianos … todos moriréis, os mataremos a todos, no dejaremos a nadie con vida.” Ese es el ejército israelí, el ejército de ocupación colonial, el ejército más inmoral del mundo, ¿y qué?, eso preguntaba públicamente un ministro del gobierno de ocupación colonial. El gobierno israelí quiere una respuesta.

Tras el acuerdo de paz, en Gaza el 26 de agosto de 2014, las gentes de las tiendas y de los puestos en los mercados ofrecían todo lo que tenían a quien lo necesitase, las familias acogían a quienes habían quedado sin familia, las gentes se visitaban o se encontraban y se abrazaban, se preguntaban por unos y otros, se daban el pésame y se ayudaban a enterrar dígnamente, a veces en pedazos, a los mártires. La solidaridad, más grande que nunca, se hizo presente en todo Gaza. Ante semejante acción humana el traductor me dijo: “es como sobrevivir a un diluvio”.

Los hospitales, los ambulatorios en su mayoría habían sido echados abajo, se mantenía un hospital en pie, y algún otro centro a medio derruir, que abarrotados de gente herida, con olor a sangre y con escasísimos medios tenían que disponer de enfermeros y enfermeras en las entradas para no dejar pasar a la multitud que se ofrecía a salvar vidas. Los israelíes habían bombardeado a la población, 1.800.000, en su mayoría refugiada, el 50% niños, niñas y jóvenes de Palestina. Entre los pueblos del mundo se respiró más solidaridad que nunca con el pueblo palestino. Esa fue la respuesta al ministro asesino israelí.

Hace tan sólo unos días Netanyahu exculpaba a Hitler de sus crímenes, así supimos cómo hacía suyos los crímenes de éste, y es que su ejército de ocupación y su gobierno son el resultado de los intereses del capitalismo sionista por la explotación humana, la deportación y la implantación del racismo como algo normal. Es el nazismo de nuestra época, el nuevo fascismo, que ya tenemos delante.

Últimas noticias: El embajador palestino en Naciones Unidas ha denunciado que el ejército ocupante se lleva los cadáveres de palestinos y palestinas que mata y los devuelve tras robarles las córneas y otros órganos vitales. Los sionistas se dedican al tráfico de órganos.

Autor de «Gaza, 51 días»