“Conflictividad y crisis. España 2008-2014”
José Daniel LacalleEl Viejo Topo
Mundo Obrero: Mareas, 15M, marchas por la dignidad, la huelga de barrenderos en Madrid, Movistar, Vodafone, Coca Cola… ¿Estamos ante un nuevo tipo de conflicto social en España?
José Daniel Lacalle: Hablamos de conflicto laboral. Yo creo que nos encontramos ante un tipo de conflicto laboral que se entremezcla y se incardina con un conflicto social. Esto no es nada nuevo en la historia del movimiento obrero, en realidad esta combinación laboral-social ha sido una característica recurrente desde los inicios del capitalismo. Sí es cierto que el periodo de predominio de lo que se conoce como clase obrera tradicional, entre la I Guerra Mundial y la década de los ochenta del siglo XX, con una clase obrera básicamente masculina fuertemente sindicalizada en los países del capitalismo más desarrollado, sobre todo en Europa del oeste y en América del norte, trabajando y viviendo en concentraciones obreras, trabajando en grandes y medianas empresas (metalurgia, minería, química, transportes, construcción y obra pública), en esa época, el conflicto dominante ha sido el estrictamente laboral. Este tipo de conflicto básicamente industrial, en sentido amplio, es el que se ha ido desplazando, sin perderse, a ese llamémosle nuevo tipo laboral-industrial.
M.O.: ¿Qué diferencias y continuidades se podrían encontrar entre el conflicto social de la crisis de la década de los setenta y ochenta del siglo pasado a la actual?
J.D.L.: En España, en cuanto a las diferencias, la conflictividad en los 1970/80 era básicamente laboral y derivada de los procesos de la llamada “reconversión industrial”, los actuales derivan de recortes laborales y sociales, y en gran parte implican un enfrentamiento entre ciudadanía y gobiernos, sean municipales, autonómicos y estatales; en la continuidad se dan en ambos la convergencia de movilizaciones laborales y sociales, dado que la reconversión afectaba a territorios concretos empujados a la desindustrialización.
M.O.: En el libro defiendes que la “marea blanca” por la sanidad pública representaría los elementos característicos del conflicto social contemporáneo, ¿cuáles serían las bases de ese nuevo conflicto social?
J.D.L.: Yo insisto en el carácter socio-laboral de las “mareas” y en particular de la “marea blanca” y me he centrado en la de la Comunidad de Madrid.
1) Es un conflicto sectorial, la sanidad pública, y es un conflicto territorial, en la CAM.
2) Es un conflicto de objetivos perfectamente delimitados, la anulación de las reformas laborales impuestas por los gobiernos de la nación y la anulación de los recortes y privatizaciones, subcontrataciones y externalizaciones aprobados por esos gobiernos.
3) Tienen un objetivo concreto, mantener y obtener una sanidad pública, universal y de calidad.
4) Las movilizaciones implican una coalición de intereses para la obtención de ese objetivo ya señalado.
5) Se pretende aunar la obtención de unas condiciones de trabajo dignas en el sector con unas condiciones de servicios a los ciudadanos universales y de calidad.
6) El conflicto posee un fuerte carácter antigubernamental, pero se plantea dentro de los límites del sistema establecido.
7) Desarrolla las acciones y movilizaciones alrededor y dentro de los centros de trabajo por medio de huelgas, paros y encierros, complementadas con otras fuera de los centros por medio de marchas y manifestaciones.
8) Paralelamente se llevan a cabo acciones judiciales y estrictamente políticas en las instituciones correspondientes (parlamentos, plenos).
9) Se utilizan por parte de las organizaciones sindicales y ciudadanas la labor de expertos de todo tipo, juristas, economistas, sociólogos, científicos y demás.
10) La organización se lleva a cabo a través de plataformas tomando las decisiones de forma colectiva; esto conlleva una fuerte democracia y la eliminación del afán de protagonismo y de la búsqueda de la rentabilidad a corto plazo.
11) Uno de los elementos clave es la continuidad de las movilizaciones y la perseverancia en los objetivos planteados.
M.O.: Del libro destaca, entre otros elementos, su detallado análisis empírico de la situación de las relaciones laborales en España, ¿cuál es la realidad de la clase trabajadora en nuestro país?
J.D.L.: En líneas generales la característica fundamental es la de precariedad en sus condiciones de vida y de trabajo, dentro de una profunda división entre precarios y no precarios a la que se suman las divisiones por género, edad y étnicas. La crisis ha agravado todo ello por el apabullante incremento del paro (la precariedad extrema), la consolidación de una fuerte economía sumergida, la temporalidad, el subempleo, el trabajo a tiempo parcial no deseado, el descenso de los salarios, el incremento de las jornadas y el deterioro de las condiciones de trabajo a través de las reformas laborales y de la negociación colectiva impuestas por los gobiernos con el soporte y visto bueno de la patronal, todo ello junto a la agudización de las desigualdades de todo tipo. La crisis ha empeorado las situaciones planteadas en mis dos anteriores libros “La clase obrera en España. Continuidades, transformaciones, cambios” (El Viejo Topo, 2006) y “Trabajadores precarios, trabajadores sin derechos” (El Viejo Topo, 2009).
M.O.: La crisis está suponiendo una reestructuración de los aparatos productivos y de las relaciones laborales en España, ¿sociedad de clases medias o sociedad de asalariados, cuál es la tendencia?
J.D.L.: La clase media es un concepto acuñado por la sociología funcionalista americana en su obsesión por dejar de lado el análisis marxista de las clases sociales. En el primero, el funcionalista, el concepto de clase está ligado a los ingresos percibidos, así hay clase alta, media-alta, media, media-baja y baja, mientras que el segundo, el marxista, está ligado a la situación de cada individuo o grupo dentro del proceso de producción, burguesía, pequeña burguesía y proletariado. Desde luego, en todos los casos esto tiene muchas matizaciones. Como primera aproximación yo utilizo el análisis marxista, y en ese caso, en esencia, dentro del capitalismo estaríamos en una sociedad de asalariados, aproximadamente el 80% de la población de nuestro país y de cualquier otro del planeta.
M.O.: La clase trabajadora no ocupa el espacio a nivel político que le corresponde por su posición social. Esta falta de protagonismo ¿a qué se debe?, ¿qué consecuencias políticas y sociales puede traer?
J.D.L.: Los partidos que de una u otra forma se reivindican de la clase obrera han caído en la trampa de olvidar sus orígenes en aras de obtener una rentabilidad mayor de tipo político en las instituciones de participación y representación, rentabilidad que unas veces la han obtenido (PSOE) y otras no (PCE/IU), pero en todo caso a costa de llevar a esa falta de protagonismo. Si el discurso político dominante se mueve entre la dicotomía arriba/abajo y el todos somos parte de una serie de entes individuales y la mayoría somos clase media, es evidente que la clase obrera, en cuanto tal, no tiene juego político para su protagonismo.
M.O.: El libro aparece a pocos meses de la celebración de los congresos de CC.OO. y UGT. ¿Se puede decir que está el germen de un nuevo sindicalismo de clase en España?
J.D.L.: El germen de un nuevo sindicalismo de clase para mí está en mis desarrollos de los dos libros anteriormente citados, es decir, en la aceptación de una clase obrera no homogénea y divida entre precarios/no precarios, mujeres/hombres, jóvenes/maduros/mayores, autóctonos/inmigrantes, diversos niveles de educación formal y un largo etc. Yo siempre he postulado un sindicalismo de la diferencia que tenga en cuenta todas estas variables y sea capaz de integrarlas en unos intereses comunes de orden superior sin anular las diferencias. Por otro lado, yo comparto una concepción estrictamente socialdemócrata del sindicalismo, en donde la función social y política de este es “la defensa y constante mejora de los intereses de los trabajadores”, concepción que es, paradójicamente, la de Lenin en su polémica con Trosky sobre los sindicatos, a la que añadía “incluso en contra de su propio gobierno”.
M.O.: Tú eres un buen conocedor del sindicalismo y la izquierda en Inglaterra y EE.UU. En estos países se está experimentando una importante recuperación teórica y organizativa de la izquierda en torno al concepto del trabajo y el sindicalismo. ¿Qué podría aprender el PCE de esas experiencias?
J.D.L.: El PCE posee una herramienta que debería ser el foco a partir del cual se analizase, se intercambiasen experiencias y se difundiese toda esa recuperación teórica y organizativa dentro de nuestro país, esa herramienta es la Fundación de Investigaciones Marxistas (desgraciadamente en una situación muy precaria). Y no solamente de los casos de Inglaterra y USA, sino de Francia, Italia, Grecia, Portugal, Alemania, Holanda, Bélgica, los países del norte de Europa, sin olvidar los centro y suramericanos, los asiáticos, el este de Europa, y tantos etcs.