Romancero de la resistencia española [1936-1965]
Darío PucciniBiblioteca Era
Como procedió J. Lechner, autor de El compromiso en la poesía española del siglo XX, Dario Puccini, hispanista italiano, explica también los objetivos y significados del título de su libro Romancero de la resistencia española en el que se propone rendir un homenaje a la España republicana, porque para él, el conjunto de poemas escritos en el periodo entre 1936 y 1965 constituye un corpus de una épica, una Ilíada contemporánea, que contiene un doble valor: documental y emotivo. A este objetivo se le añade la voluntad de fijar un momento decisivo en la poesía contemporánea.
Como podemos deducir, para Darío Puccini, y como veremos después, los fundamentos de su canon son aquella poesía que abarca desde Miguel Hernández hasta los poetas hispanoamericanos, como Pablo Neruda o Nicolás Guillén, poetas que creen que la palabra es una herramienta dialéctica de combate. Pero en lo que se refiere a la poesía española, no se detiene solo en el periodo 1931-1939, sino que abre su arco del tiempo para abarcar las voces abiertas, las voces escondidas, entre los poemas que elija, varios pertenecen a Pueblo cautivo, que apareció editado clandestinamente por la FUE, pero sin el nombre de su autor, aunque hoy sabemos que fue obra del poeta Eugenio G. de Nora, y también las voces perseguidas de los poetas de postguerra que se opusieron a la dictadura franquista.
Dario Puccini que fue militante del Partido comunista italiano y había estado preso durante la dictadura de Mussolini, comprende desde el primer momento de la contienda la trascendencia internacional de la Guerra civil, al tiempo que considera que es fundamental para la creación de su obra un conocimiento histórico y un soporte ideológico como las Tesis sobre historia de W. Benjamin para fundamentar no solo un compromiso colectivo, sino dar cuenta también de la individualidad dialécticamente extraída (no extrañada) de su contexto social y literario para poder acceder a la conciencia poética contemporánea.
Como autor que no se dirige exclusivamente a lectores españoles, acota el espacio que transcurre desde los años que precedieron a la guerra de 1936-1939 hasta la segunda guerra europea, un periodo en el que la bibliografía sobre la Guerra civil no había alcanzado aun los niveles de hoy día, aunque sí disponía de los materiales que publicaban los escritores españoles exiliados con los que tuvo una relación directa, y su experiencia política.
Es importante conocer que para Dario Puccini el conflicto español era una guerra de independencia, una guerra civil, un experimento de las potencias del Eje y un ensayo general de la Segunda Guerra mundial, en la que el inicio y final simbólicos del conflicto estarían marcados por el asesinato de García Lorca y el exilio y la muerte de Antonio Machado respectivamente. Al igual que hizo J. Lechner, ofrece al lector una información contextualizada de la Generación del 98, como antecedentes inmediatos de una conciencia crítica en la que la novedad sería la aparición del “intelectual” que ha abandonado su torre de marfil, como Miguel de Unamuno, Valle-Inclán o Francisco Giner de los Ríos, para terminar con referencias concretas de los poetas del 27, de los que muchos de ellos serán después “resistentes” en la guerra y en sus respectivos exilios.
Posteriormente a esta información Dario Puccini se detiene para analizar el fenómeno del Nuevo Romancero surgido en el primer año del conflicto. Para esto se apoya en los testimonios de Rodríguez Moñino, Emilio Prados y Rafael Alberti y el papel determinante de la revista Octubre y en los estudios realizados por el poeta Pedro Salinas. Este primer bloque de su antología, Romancero de la Guerra Civil (1936-1939) selecciona a los poetas Miguel Hernández, Rafael Alberti, José Moreno Villa, Emilio Prados, Antonio Agras, un miliciano, José Herrera Petere, Pedro Garfias, José Bergamín, Rafael Dieste; Antonio Aparicio, Vicente Aleixandre, Félix Paredes, Manuel Altolaguirre, Lorenzo Varela, Leopoldo de Luis, una nómina en la que solo aparece un autor anónimo, fenómeno contradictorio porque la voz popular, creadora de miles de romances, queda relegada a favor de una hegemonía de poetas reconocidos.
Mayor novedad nos ofrece el siguiente apartado En la cárcel en el que podemos leer no solo poemas de poetas consagrados, sino también el poema Alguien lo podrá ver desde mi espalda, de Carlos Álvarez, varios de José Luis Gallego y La cárcel de Ángela Figura Aymerich, poetas que entonces empezaban a redactar su obra.
Semejante fenómeno se da en el siguiente apartado: Los poetas y la guerra, en la que los poemas elegidos pertenecen a poetas consagrados: Antonio Machado, Rafael Alberti, Altolaguirre, Juan Rejano, Miguel Hernández y José Herrera Petere, poemas que fueron publicados en Hora de España, aunque ahora la ausencia de voces anónimas es explicable por el agotamiento de El Romancero.
En su segundo prólogo (1965) su visión de la realidad ha cambiado: Pasados veinticinco años, el tipo extremo de dictadura de clase (o fascismo) aparece hoy como un instrumento ya no del todo práctico para las exigencias neocapitalistas de la burguesía, pero que, sin embargo, en el caso de España, en pleno franquismo destaca la resistencia y el compromiso de aquellos escritores que vivían en un activo exilio interior y de los poetas del exilio, cuyos poemas forman hoy el acervo común de la España peregrina. Dario Puccini, coherente con su título, en el siguiente grupo, La resistencia agrupa aquellos poetas que desde condiciones económicas, culturales y políticas desfavorables heredaron “el compromiso” de los poetas anteriores, la mayoría en el exilio, que combatieron al franquismo y a los que suma los poetas de la Antología consultada, como Gabriel Celaya, José Hierro, Blas de Otero y Eugenio de Nora, a los que incorpora también a Carlos Álvarez y varios poetas del llamado Grupo de los 50.
En cuanto al periodo de postguerra, analiza por su notable significación y clarificación de la poesía española la Antología consultada de la poesía española, 1952, realizada por Francisco Rives que se pergeñó después de una amplia consulta a los poetas del momento. Esta antología, además de contener una muestra de sus poemas, estos iban precedidos por las poéticas de sus autores de los que surgieron dos tendencias poéticas: una poesía realista, y otra, una poesía existencial y religiosa.
En la selección del último grupo, aporta poemas cuya ejemplaridad y calidad poética documentan y cantan el sueño y el combate español. Sería injusto no citar algunos de ellos troquelados de fe y compromiso con la República española que recuerdan y se implican más allá de nuestras fronteras. Esta sección El homenaje del mundo está justificada por las palabras de Spender Spencer en el 1937: En un mundo en el que parece que la poesía ha sido abandonada o que se ha convertido en el exaltado medio de expresión de unos pocos especialistas… este despertar, a través de la poesía, de un positivo sentido del mañana es tan notable como la misma lucha por la libertad. En la sección de poemas de este apartado se encuentran los latinoamericanos César Vallejo, Pablo Neruda, Nicolás Guillén del que incluye su largo poema “España. Cuatro angustias y una esperanza”, y Raúl González Tuñón. Todos los poemas hoy día gozan de gran difusión. De otros países, señalaremos a Wystan Hugh Auden y su poema “España” en el que con tonos reflexivos, dialógicos e históricos homenajean a los que llegaron de otras tierras: “¿Qué me propones? ¿Edificar la ciudad justa? Lo haré / De acuerdo. ¿O el pacto suicida, la romántica / Muerte? Muy bien yo acepto, pues/ yo soy tu elección tu decisión. Sí, Yo soy España”, // La han escuchado muchos en remotas penínsulas, / en llanuras dormidas, en las perdidas islas de los pescadores / O en el corrompido corazón de la ciudad”. Añade aportaciones de Louis Aragón y su “Santa Espina”, “Noviembre 1936” de Paul Eluard y al poeta creador del Dadaísmo, TristanTzara, con su poema ESPAÑA 1934, un poema de exaltación épica atenuado de elementos líricos en el que el lenguaje rompe los caminos andados de la metáfora fácil, para crear unas nuevas realidades alejadas de ensoñaciones tópicas; Ilya Ehrenburg en su poema “Cine” evoca una película rusa proyectada en una iglesia donde su héroe Chapáiev, jefe de partisanos rusos durante la Revolución y que da título a la película. Le transporta a su país mientras “sombríos y firmes como piedras / callaban los inquietos combatientes.”
Dario Puccini durante toda su vida libró una batalla por los autores republicanos españoles. Escribió estudios, entre otros sobre Vicente Aleixandre, Rafael Alberti y la biografía Vida y obra de Miguel Hernández (Losada, 1966). Una vida en constante resistencia.