La cultura y el arte se pueden explicar, obviamente, sin el PCE, pero el PCE no se puede explicar sin la cultura y el arte, al menos hasta ese periodo en que la institucionalización y el mercado electoral permanente los intentaron convertir en un valor de cambio. Creo que esto lo he dicho alguna vez, pero hay cosas que es importante repetirlas, con motivo o sin él, hasta que adquieran un grado aceptable de socialización.

Lo que quiere decir que si “vuelve” el PCE, vuelve una relación especial entre cultura y política transformadora. Cuando un partido construye una estrategia al margen de la cultura y el arte, esta se parece mucho a una subasta, sufriendo la ausencia de una perspectiva de fondo a la hora de considerar la historia, las relaciones y hasta la educación sentimental.

Y si “vuelve” deben volver también aquellos artistas e intelectuales que hicieron posible un gran PCE. En este sentido, parece que en la Fiesta del PCE 2018 puede darse un acto en el que intervengan artistas como Juan Genovés o Andrés Vázquez de Sola, entre otros, como anuncio de lo que sería, en torno a mediados de diciembre (posiblemente el día 14, cuando se dio la gran huelga general de la democracia, o murió la irrepetible María Teresa León), unas jornadas de reencuentro que marcarían una perspectiva en que, en el interior del PCE, la cultura y el arte se convertirían en un valor de uso, inseparable de ese imaginario de una nueva sociedad que nos sigue moviendo en la lucha diaria.

Se tratará, a mi juicio, del reencuentro de la gente de la cultura en el marco no ya solo del PCE, sino de ese frente amplio que puede servir de palanca a la estrategia de cambio profundo de la unidad popular. Y en eso radicaría la radical modernización, no en el hecho de que anunciemos, en el marco de un pensamiento débil, una lectura “suave” del materialismo histórico y del motor incansable de la lucha de clases.

Si “vuelve” el PCE, por tanto, debe volver una secretaría, una comisión de cultura y un grupo motor que trabaje en unas relaciones estratégicas, al margen de esa rabiosa actualidad que no pocas veces convierte a los intelectuales en simples abajofirmantes. No debe volver un grupo inscrito en el mercado laboral permanente de las elecciones, como una especie de subsector de la política de comunicación e imagen. No es eso, no es eso. Debe volver el gran PCE de la literatura, el arte, la filosofía, el cine y las artes plásticas como motor de cambio y explicación de las condiciones concretas de existencia. Se puede.