Este 28 de noviembre hará tres años que el MDM junto a las compañeras del MDM de Portugal organizaban un encuentro en Zamora en el cual se constituyó la Red de Municipios Libres de Trata.

Fue Zamora el primer Ayuntamiento Libre de Trata, un ayuntamiento gobernado por IU.

El PCE e IU durante años fuimos los únicos referentes abolicionistas en España hasta que el PSOE también se declaró.

La suma abolicionista ha permitido que la trayectoria de la Red de Municipios no cesara de crecer hasta el punto de adherirse más de un centenar de instituciones entre Ayuntamientos, Diputaciones y un Parlamento, el de Navarra.

Las adhesiones en estas últimas semanas no cesan. Hoy mismo tuvimos la noticia de la nueva adhesión del Ayuntamiento de Badajoz. Decir que no es casual.

Si al inicio del impulso de la Red MLT se nos menospreciaba de mojigatas y puritanas o poco modernas, hoy vemos un sector de la juventud que ideologizado con mayor conciencia feminista y de clase se inclina por el abolicionismo.

En mi opinión, como activista de la huelga feminista, me atrevo a afirmar que el pasado 8 de marzo nos hizo un gran favor al abolicionismo.

La elevación de conciencia feminista en la sociedad, ha permitido que una mayoría social profundizara en la desigualdad de género y en las diferentes manifestaciones de violencias machistas. Por otro lado, la indignación que ha causado la legalización del sindicato amarillo OTRAS que naturaliza e instaura una de las formas más brutales de sumisión de las mujeres y de legitimación de la violencia machista ha situado el debate en primera línea y en estos momentos parece una carrera de 100m. ¿Llegará el gobierno a legislar una ley abolicionista en España o será simplemente pura campaña electoral? O, ¿será una ley más de escaparate y sin recursos? ¿Seguirán ciertos colectivos de izquierdas y feministas creyendo que su discurso de la defensa de los derechos de las trabajadoras del sexo es el más moderno y de izquierdas porque habla de “derechos”?

Este 25N tenemos la prostitución a debate. En algunos territorios vemos cómo en los manifiestos se pretende imponer el posicionamiento regulacionista. Estos días oímos quiénes en las asambleas feministas y en la prensa defienden que la prostitución es un trabajo y que además empoderará a las mujeres, obviando la estrecha correlación que existe entre trata, explotación sexual y ejercicio de la prostitución.

Nos vetan opinar, acusándonos a las abolicionistas de no poder hablar en nombre de las ‘putas’/trabajadoras sexuales (como se hacen autodenominar) porque no somos mujeres prostituidas. Pero, lo que está claro es que si se regula se normaliza que todas las mujeres podamos ser ‘putas’ (“es un trabajo digno como otro cualquiera”) nos interpela a todas, y todas deberíamos tener derecho a opinar sobre ello. Pero es que además y no podemos olvidar que en el movimiento abolicionista también hay supervivientes de la trata y la prostitución. Las que el sector regulacionista no quiere escuchar.

Está claro que a las mujeres prostituidas hay que escucharlas siempre. De hecho hay algunas instituciones y asociaciones que trabajan con ellas, que las acompañan y les ofrecen atención y recursos laborales y sociales, y raramente les dicen que lo hagan libremente. Porque son víctimas de la pobreza extrema, y normalmente prostituidas por las mafias. Pero no confundamos con escuchar a la patronal de la explotación y legitimarla diciendo que habla en nombre de los derechos de las mujeres prostituidas porque eso es falso.

Respecto a la Red de Municipios Libres de Trata, sabemos que fue un avance porque ha permitido visibilizar y concienciar sobre la trata de mujeres y menores para la explotación sexual, una esclavitud que si la disociamos de la prostitución será imposible de erradicar, pues sin la demanda no habría prostitución y por lo tanto no existiría la posibilidad de lucrarse con este gran negocio que constituye la segunda fuente de ingresos de la delincuencia internacional.

En España la prostitución mueve cinco millones de euros diarios. Se blanquea socialmente con la publicidad, patrocinando equipos de deporte y organizando fiestas que normalizan el uso por horas de los cuerpos de las mujeres.

El análisis de la prostitución sería erróneo si no lo hacemos desde una perspectiva de clase, ya que las víctimas son en su mayoría mujeres y niñas de los países más pobres, como consecuencia de una situación de exclusión social y de falta de oportunidades.

Los hombres prostituyentes o mal llamados clientes, deben entender dos cosas. La primera, que estas mujeres no disfrutan con ellos, no los desean, solo quieren su dinero, por lo que implica comprar una violación y lo segundo, que son colaboradores de las mafias porque su demanda contribuye al tráfico de personas. Por ello su penalización debe ser una de las acciones clave, claro que acompañado de campañas educativas que promuevan nuevas relaciones entre hombres y mujeres libres e iguales.

Sin embargo, los Municipios de la red a la hora de penalizar a estos hombres se están encontrando muchas limitaciones, pues no es fácil multar a los prostituidores sin disponer de una legislación abolicionista, puesto que en España la prostitución solo está penada si hay proxenetismo.

Es el momento de que las organizaciones políticas que en sus documentos congresuales y/o asamblearios defienden la abolición como solución a la lucha contra la trata de las mujeres y menores para la prostitución lo pongan sobre la mesa como hizo Izquierda Unida con la entrada en registro de una Proposición de Ley Orgánica con varias modificaciones legales para abolir la prostitución, con la penalización de los clientes con multas de entre 600 a 30.000 euros y un endurecimiento de las penas a los proxenetas. Por ello este 25 de noviembre es una oportunidad para exigir al gobierno que legisle una ley abolicionista que acabe con esta situación de complicidad con el proxenetismo y esta forma de violencia machista tan extrema.