El fallecimiento de Marta Harnecker a la edad de 82 años deja huérfanas a varias generaciones de militantes y estudiosos del marxismo y los movimientos sociales. Procedente inicialmente de la Acción Católica chilena, pasó a militar en el socialismo por influencia de la revolución cubana. Fue discípula de Althusser, de quien tradujo La revolución teórica de Marx y Para leer El Capital. Desde sus textos de juventud, Marta fue determinante para la difusión del marxismo a lo largo de Latinoamérica y España, a través de obras clásicas como sus Cuadernos de Educación Popular, publicados por primera vez durante el gobierno de la Unidad Popular en Chile, El capital: conceptos fundamentales o su hiperdifundido Los conceptos elementales del materialismo histórico. Si bien sus obras de juventud presentan un carácter mecanicista o manualístico que transpira un estilo dogmático no ajeno al espíritu de una parte del marxismo de los 60 y 70, la potencia del esfuerzo pedagógico de sus obras es innegable, y muy difícilmente pueden encontrarse esfuerzos formativos a la altura del que emprendió Marta en dicha época.

«Comprendió muy pronto la tendencia al sectarismo de una parte sustancial de la izquierda revolucionaria, emprendiendo una labor de autocrítica y un llamamiento a la reinterpretación del concepto de ‘vanguardia’.»

Gran estudiosa de Marx y Gramsci pero sobre todo de Lenin (de quien había leído toda su obra), Marta comprendió muy pronto la tendencia al sectarismo de una parte sustancial de la izquierda revolucionaria, emprendiendo una labor de autocrítica y un llamamiento a la reinterpretación del concepto de “vanguardia”, buscando una actualización del pensamiento de Lenin sin dogmatismos y siempre en relación con las experiencias reales de América Latina bajo el lema leninista de “análisis concreto de la situación concreta”, labor que ha fundamentado teóricamente en obras como La revolución social: Lenin y América Latina (1985), Estrategia y táctica (1985), Reflexiones acerca del problema de la transición al socialismo (1985), Enemigos, aliados, frente político (1987) o su imprescindible Vanguardia y crisis actual (1990). Este esfuerzo teórico se dirigió contra el aislamiento de la llamada izquierda revolucionaria y a su tendencia a autoproclamarse falsamente como vanguardia fijándose sólo en los objetivos estratégicos últimos, y no en los objetivos tácticos para alcanzarlos. En ese sentido, Harnecker señaló en más de una ocasión que el término vanguardia había sido mal interpretado, dándose muchas “vanguardias sin retaguardia” que competían entre sí. Esta autocrítica a su vez no caía en el extremo contrario -el espontaneísmo- entendiendo las limitaciones inherentes de los movimientos espontáneo, y por tanto manteniendo la creencia en la necesidad del instrumento político como elemento de articulación de diversos sectores sociales para vencer al capitalismo, si bien dicho instrumento político sólo es real en la medida en que tiene capacidad de organización social de una plataforma de lucha –y un Programa de lucha- que permita aglutinar a todos los sectores afectados por el capitalismo, lo cual a su vez sólo es posible a través de la participación política en el conflicto real. Algunas claves acerca de este instrumento político son desarrolladas en Reconstruyendo la izquierda (2013) donde desarrolla críticamente la problemática de la interpretación de la tesis leninista de la necesidad de la importación de la teoría marxista en el movimiento obrero, aspecto que Harnecker estudia en relación a la noción de hegemonía. En dicha obra, Marta advirtió que, a pesar del resquebrajamiento de la hegemonía burguesa que se desarrolló a partir de la gran crisis financiera, esto es, la aparición de importantes limitaciones en la capacidad de generación de consenso por parte del capitalismo, la emergencia de una sociedad alternativa no podría producirse sin una contrahegemonía elaborada por un instrumento político válido, fuertemente relacionado con los diferentes sectores en lucha, con capacidad de interlocución y legitimidad social suficiente para poder articular una plataforma de lucha y un programa. Esta tarea se ve, según Marta, fuertemente dificultada por la deslegitimación de la política para la gran mayoría social, que observa en dos razones: la apropiación del lenguaje de la izquierda por parte de la derecha y la entrada en la izquierda de prácticas de la derecha como el clientelismo interno, la pugna por la carrera política o la existencia de privilegios. La creación del nuevo instrumento político sólo es viable desde la ruptura con esos dos conjuntos de elementos.

«Buscó una actualización del pensamiento de Lenin sin dogmatismos y siempre en relación con las experiencias reales de América Latina.»

Además de estas jugosas reflexiones, Marta ha desarrollado un importante papel como investigadora directa de los movimientos sociales y políticos latinoamericanos. Tanto desde el centro de investigaciones Memoria Popular Latinoamericana (Cuba) como desde el Centro Internacional Miranda (Venezuela), Marta Harnecker dedicó décadas al estudio de los procesos revolucionarios de América Latina, generalmente usando la técnica de la entrevista con el fin de expresar en sus obras la voz directa de los protagonistas de dichos procesos, en países como Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Paraguay, El Salvador, Uruguay, Venezuela o incluso el estado indio de Kerala. En sus estudios además prestó enorme atención a sujetos sociales no siempre abordados por el marxismo de su tiempo, como la organización de las mujeres, los movimientos indigenistas o el papel del movimiento estudiantil, entre otros, así como una preocupación central por dos aspectos que considera claves para el Socialismo hoy: la democracia participativa (ya atisbada en su obra de 1979 Cuba: Los protagonistas de un nuevo poder y muy presente en sus trabajos a partir de los años 90 como La izquierda después de Seattle (2001), Delegando poder en la gente (1999), Democracia y socialismo. El futuro enraizado en el presente (2010) o La izquierda en el umbral del siglo XXI (1999)), y la descentralización política (sobre la que reflexiona en La descentralización ¿fortalece o debilita el estado nacional?, 2009). En ese sentido, Harnecker detectó la preocupación del último Lenin acerca de la naturaleza burocratizada del Estado heredado y las trabas que suponían en la edificación del socialismo, pero considerando que el problema principal residía en la excesiva centralización del mismo. En este sentido, la descentralización y la participación se presentaban como elementos puntales para Marta Harnecker, desde Porto Alegre hasta el intento de Estado Comunal que practicó el último Chávez, en contraposición al exceso estatista del socialismo real.

«El instrumento político sólo es real en la medida en que tiene capacidad de organización social de una plataforma de lucha –y un Programa de lucha- que permita aglutinar a todos los sectores afectados por el capitalismo.»

En definitiva, Marta Harnecker ha sido una autora fecunda, que ha ido mucho más allá de sus textos de juventud, y que ha compatibilizado durante toda su vida el estudio con la práctica política.

Sus obras completas están disponibles para su descarga en la web rebelion.org: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=87882&titular=rebelión-amplía-la-recopilación-de-las-obras-completas-de-marta-harnecker-con-la-inclusión-de