Las últimas elecciones han sido una derrota sin paliativos para la izquierda marxista y transformadora. Conviene, para una generación socializada en el éxito y sin costumbre a perder, reflexionar sobre la importancia de extraer enseñanzas válidas de esta nueva condición de vencidos. Así que, con permiso de nuestro director, aparco en este número la habitual crítica para recomendar nueve magníficas películas que tratan exactamente sobre eso: la derrota en sus diferentes formas. Porque sólo desde la asimilación de las derrotas como lugar de crecimiento, será posible modificar el futuro. Espero que les gusten.

‘EL CAZADOR’.
Existe una variada gama de películas sobre la guerra de Vietnam. Es, sin duda, el gran trauma bélico de los estadounidenses. Cimino, a diferencia de versiones más individualistas como Apocalipsis Now, compone un retablo en el que el drama colectivo es el protagonista. Una metáfora sobre el futuro robado por las decisiones de otros. Los torturadores son torturados. Los yankis salen escaldados y con una herida que aún hoy no ha cicatrizado. La gente decente iba con el Vietcong, pero entre las filas del imperialismo también se produce la tragedia. Los jóvenes nunca más serán jóvenes. Los sueños se transforman para siempre en pesadilla. Malditas sean las guerras y los canallas que las impulsan. Colosal Robert de Niro.

‘SENDEROS DE GLORIA’.
Quien no la haya visto que deje este artículo y se ponga a ello inmediatamente. Es difícil rodar con más desnudez. Es difícil que una cámara sea tan sincera y contundente. Los vencedores aquí, como casi siempre, son unos mediocres individualistas. Anteponen Francia a la razón. Y bajo Francia no se esconde Francia sino ese patriotismo que puede llegar a ser el último refugio de los canallas, como asevera un espléndido Kirk Douglas en arrebato de dignidad y rabia.

Y luego está la canción final. Vean una y otra vez esa escena. Contemplen a esa mujer alemana rodeada por enemigos que jalean en un primer momento sus carnes como mercaderes de ganado. Observen cómo enmudecen después para terminar mirándola como a una Ítaca eternamente aplazada. En esa muchacha, en esos hombres de rostros vencidos por innumerables derrotas, caben todas las lágrimas que pueblan esta tierra. Imprescindible. Inabarcable.

‘LA LENGUA DE LAS MARIPOSAS’.
Esta es una película sobre la gran derrota española. Y no me refiero, al menos no en exclusiva, a la llamada Guerra Civil, sino a la derrota de la esperanza republicana y laica de toda una generación, a la victoria del silencio y del terror que barnizó y acompañó cuarenta años (y otros tantos) de un cielo encapotado por las sombras de la dictadura.

El último plano es demoledor; un niño roto por el odio, destrozado por la sinrazón y el muera la inteligencia, que insulta a su maestro y mentor. Nunca la palabra espiritrompa contuvo más tristeza. Difícil salir de una sala de cine con mayor sentimiento de impotencia. Una joya.

‘GOOD BY LENIN’.
Otro drama generacional y una película valiente y a contracorriente. El socialismo de la RDA no era perfecto pero tampoco era esa especie de siniestra distopía que nos vendían las películas de guerra fría sobre policías políticos-represivos.

La caída del muro, sí, fue una derrota para los proletarios del mundo desunidos. No una victoria. No una esperanza.

Y ese adiós a Lenin, más que una despedida al socialismo real simboliza el fin de un sueño necesario: la igualdad, el comunismo, un mundo al servicio de los trabajadores y no de los amos.

El fin de la historia no ha llegado, pero puede estar cerca si no lo remediamos.

‘LA MIRADA DE ULISES’.
Con Ítaca seguimos para bingo. Otra obra maestra del cine. De las cuatro o cinco películas más importantes de la década de los noventa. Angelopoulos es un genio y en esta película se deja hasta los tuétanos.

El plano larguísimo (es una vida, un siglo el que se aleja) de la estatua de Lenin navegando hacia la nada es la metáfora más brutal que se haya filmado sobre el Siglo XX.

¿Quién es? Preguntan. Nadie, responden desde el barco. Pero Ulises sabe que el viaje no ha hecho más que comenzar, aunque su mirada se preñe de nostalgia.

Cine en estado puro. Cine sobre el cine. Sobre la vida. Sobre una esperanza derrotada. Un cine que ya casi no existe.

‘EL VERDUGO’.
Pero también podría ser El pisito o Los Santos inocentes, por poner un par de ejemplos. El cine español del franquismo y el postfranquismo (el mejor, al menos) se basa en la permanente hegemonía de los vencidos, incluso para imponer al individuo una perspectiva vital no deseada. En esta cinta un muchacho que se busca la vida como puede se enamora y deja embarazada a la hija del verdugo del régimen. Encontrar vida acomodada para su familia sólo es posible pagando un alto precio: heredar la profesión de su suegro. No lo desea. Le repugna. Pero los mecanismos de la sociedad franquista son más poderosos que la voluntad. Pierde la partida y se convierte en lo que más detesta a cambio de ingresar en el selecto club de la clase media (menudo invento aquel) y el desarrollismo. Los españoles del franquismo viven en una derrota crónica, aplastados por un sistema que, en las altas esferas y en la cotidianidad del pueblo, lo va dejando todo atado y bien atado….

’UMBERTO D’.
Continuamos en el neorrealismo italiano con la que es, a juicio de este decorador, la cima indiscutible de dicho movimiento, a pesar su excesivo desconocimiento por parte del gran público.

Película sobre la derrota y la desesperación. Umberto es un anciano jubilado al que la pensión apenas sí le alcanza para sobrevivir. Tiene un amigo, un buen amigo; su perro Flike. Pero la Italia postfascista no no era un país para viejos y tras la amenaza del desahucio, Umberto toma la decisión de suicidarse. Antes, tiene que encontrar un lugar para su amigo; dejarlo sin abandonarlo. Tampoco es un país para perros. Ni para hombres que aman a los perros. Y tras darse de bruces con una sociedad deshumanizada, opta por la misma solución que Edmund con su padre. No diré lo que ocurre, porque estoy convencido de que la mayoría de los lectores no la habrán visto. Para la historia, no lo duden, queda uno de los planos más hermosos y deprimentes del séptimo arte: Flike con el sombrero de Umberto prendido entre los dientes pidiendo limosna.

Impacta lo vigente de esta historia hoy en día. Duele. Una de las mejores películas jamás rodadas. Dos genios Vittorio de Sica y Cesare Zavattini, director y guionista respectivamente.

‘ALEMANIA, AÑO CERO’.
No podía faltar esta película, de brutal grandeza, que alegoriza la telúrica victoria del nazi-fascismo una vez ha sido teóricamente vencido.

Rossellini, director inolvidable, se sirve para ello de Edmund, un niño de apenas doce años que deambula por un Berlín asolado, raquítico, destruido.

La miseria lo empuja a salir de casa y menudear en el mercado negro. Las consecuencias del nazismo impregnan cada esquina y cada rincón de la ciudad. El mundo sólo devuelve hostilidad y desaliento. No hay esperanza más allá de la muerte (primero la del padre envenenado y después la suya propia).

Los otros niños lo rechazan en sus juegos y el antiguo profesor sigue siendo un nazi que además le mete mano. El futuro se desvanece poco a poco hasta consumirse en nada.

El suicidio final de Edmund sacude al espectador. Convoca todos sus fantasmas en una delirante danza de horror. Su muerte nos deja, ya para siempre, manchados. Necesaria. Gigantesca.

‘ESPARTACO’.
Dejo para el final la más agridulce de todas las propuestas. Esta seguro que la han visto.

Dalton Trumbo escribió bajo seudónimo una historia que transcurre sobre dos planos paralelos: por un lado, la rebelión de los esclavos contra Roma encabezada por el personaje histórico Espartaco. Por el otro, un alegato contra la delación acaecida en el Hollywood de finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta bajo la cruel caza de brujas emprendida por el senador Joseph McCarthy contra todo aquel que oliese a comunista. Kubrick retrata el lado más necesario de la revolución.

Los esclavos, cómo no, son aniquilados… pero han preferido morir de pie.

Otra derrota más. Aunque, como punto de contrapeso y de obligado optimismo de la voluntad, acabaré este modesto artículo con una frase que no aparece en la película pero que se recoge en la novela homónima de Howard Fast, (Espartaco desafía al poder romano, los parias de la tierra se levantan), y que puede y debe enmarcarse en el frontispicio de la izquierda para los próximos años: volveré y seré millones.

Somos millones… Sólo hay que tener acierto para organizarnos. Que ustedes disfruten estas impagables películas.