Este año la Fiesta del PCE tuvo una invitada excepcional, la ex presidenta de Brasil Dilma Rousseff, “presidenta destituida por un golpe jurídico” según remarcó el Secretario General del Partido Comunista de España, Enrique Santiago. Sobre el escenario central los dos reivindicaron la libertad de Lula, “a quien la sucia campaña contra él ha convertido en el más destacado preso político del mundo”, en palabras del líder del PCE.
“Lula representa la lucha contra el neoliberalismo y el fascismo”, dijo Dilma Rousseff. “Como no consiguieron ganarnos en las urnas, lo han hecho con una guerra híbrida manipulando los principios del sistema jurídico. Han intentado destruir al Partido de los Trabajadores (PT), primero destruyéndome a mí a través de un Impeachment, fraudulento y sin responsabilidades, y luego persiguiendo implacablemente a Lula para impedir que se presentara a la presidencia del país” cuando era el candidato que más apoyo tenía en las encuestas. Le apartaron con la Operación Java Lato y “con un juicio político y parcial en el que la fiscalía tiene oscuros intereses” como ha quedado demostrado con la publicación de las conversaciones entre el fiscal del Ministerio Público y el ex juez Sergio Moro, ascendido a ministro de Justicia.
Así fue cómo allanaron el camino para que hoy Brasil tenga un presidente que representa el neofascismo. “Si el fascismo se caracterizaba por los aspectos nacionales, Bolsonaro encabeza un gobierno sometido de forma humillante a los Estados Unidos. En Brasil está en cuestión la soberanía nacional”, dijo Dilma, advirtiendo que habrá cosas que se puedan revertir pero otras no.
Enrique Santiago arremetió contra las guerras híbridas. Contó cómo hoy siguen interviniendo en los países que quieren disfrutar de su independencia y de su soberanía y poner los recursos del país al servicio del pueblo, como hicieron Lula y Dilma en Brasil logrando que 50 millones de brasileños abandonaran la pobreza y combatiendo la lacra del trabajo esclavo. “Habían logrado un avance y un progreso social ejemplar que las fuerzas conservadoras mundiales y los Estados Unidos no podían permitir”. Contó que lo que ha cambiado es la forma de intervenir. Hoy lo hacen con guerras jurídicas contra los partidos que impulsaron los cambios y los dirigentes que lo hicieron posible: en Argentina con Cristina Kirchner; en Ecuador con Correa y Jorge Glas; en Colombia llevando a la cárcel a dirigentes de la izquierda que han trabajado en los acuerdos de paz y pretenden hacerlo con Evo Morales en Bolivia. “La estrategia es acabar con la democracia; por eso para todas las personas demócratas la campaña por la liberación de Lula es ineludible. Hay que anular esos procesos y recuperar el nombre de Lula, de Dilma y de todos los dirigentes de la izquierda mundial”.
Enrique Santiago se comprometió a exigir a todas las instituciones, partidos políticos y sindicatos que reclamen que Lula es un preso político y que tiene que estar libre. También reafirmó el apoyo del partido a los comités de solidaridad con la libertad de Lula.
Lula cerró el acto al grito de “Lula libre, justicia para Marielle”, Marielle Franco, destacada activista de Derechos Humanos y concejala de Río de Janeiro asesinada por un grupo de paramilitares el año pasado.
Se despidió de la Fiesta pero no de Mundo Obrero que el próximo número publicara una extensa entrevista con la ex presidenta brasileña en la que habla de la situación del país, del neofascismo de Bolsonaro, de los intereses que se esconden tras los incendios del Amazonas, de la guerra sucia, de su Impeachment, de Lula y también de la esperanza de fortalecimiento de la izquierda en el América Latina.