Como consecuencia del confinamiento, se han duplicado las llamadas al 016 de las mujeres que piden ayuda contra la violencia machista. Están encerradas con sus maltratadores en un aislamiento que aumenta el riesgo para las víctimas y la impunidad para los agresores.

Acorralados están también las niñas y los niños en el confinamiento familiar, el ámbito en el que se producen la mayoría de las agresiones contra la infancia. Pero no tienen un teléfono de servicio público para denunciar los malos tratos, los abusos y la violencia. En petición de ayuda, sólo pueden recurrir, a nivel estatal, a la atención por chat y email que mantiene una organización humanitaria no gubernamental (www.anar.org): la Fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo).

¿Por qué no hay un teléfono centralizado de servicio público para recibir las peticiones de auxilio de las niñas y los niños que padecen en clausura la violencia de quienes deberían protegerlos?

Las denuncias que recibe ANAR demuestran que la amenaza contra los menores ha aumentado considerablemente con el confinamiento. “Como las mujeres víctimas de la violencia machista -advierte ANAR-, las niñas y los niños con indicadores de riesgo son un colectivo especialmente vulnerable en esta situación de encierro con sus agresores”.

Jueces para la Democracia ha pedido medidas urgentes de protección para la infancia durante el confinamiento. Para impedir la proliferación de los malos tratos, los abusos y la violencia contra los menores, reclama un plan integral de prevención y vigilancia con un teléfono centralizado de denuncias.