Esta cuarentena, con la dependencia aún mayor de las tecnologías digitales, es una oportunidad de oro para que las grandes corporaciones profundicen en nuestras vidas y puedan extraer todavía más los datos que les rinden ganancias.
La extracción de datos se produce en gran medida sin el conocimiento ni la autorización de quienes los proporcionan. Las violaciones de la privacidad y de la seguridad no son ni excesos ni abusos excepcionales. Es la esencia de la nueva economía digital en la que la riqueza y el poder empresarial se consiguen precisamente con la acumulación, el procesamiento y la comercialización de todo tipo de datos generados por las personas y las comunidades.
Casi todos los aspectos de nuestras vidas -hasta nuestros pensamientos íntimos- están siendo registrados, interpretados, codificados y comercializados por las grandes corporaciones de la economía digital. No tiene precedentes en la historia de la humanidad, en cuanto a su alcance, velocidad de desarrollo e implicaciones para la concentración del poder.
La Coalición por una Internet Justa y Equitativa (JNC) reclama la propiedad comunitaria de los datos (salvo los estrictamente personales) como principio central de una nueva justicia digital.
Según Parminder Jeet Singh, uno de los fundadores de la JNC, “aunque no hay una ley sobre la propiedad de los datos, las grandes empresas consideran que los que recogen son suyos”. Esa propiedad está muy concentrada. Sobre todo en empresas de Estados Unidos y ahora también en algunas de China. Hay que asignar la propiedad legal a la fuente o al sujeto de los datos: los individuos y la comunidad.
Las corporaciones digitales están aprovechando el confinamiento por la pandemia para afianzar aún más su modelo de extracción y expropiación de nuestros datos.
Coalición por una Internet Justa y Equitativa