Hay estilos que no se olvidan cuando se han padecido. Doña Nadia es hija de José María Calviño, director general de RTVE (1982/1986) durante el primer gobierno del presunto socialista Felipe González. Su paso por el entonces denominado Ente Público resultó bastante polémico por su forma de actuar escasamente democrática y por el oscurantismo con el que envolvió varios asuntos. Entre ellos, la Operación Canal 10 TV (primera televisión privada en España que emitía por satélite desde Gran Bretaña), el mimo con el que mantenía las series estadounidenses en el horario de máxima audiencia y la extraña compra de un edificio para TVE en la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón.
Visto lo visto, respecto a cómo ha dejado en papel mojado el acuerdo del PSOE con Unidas Podemos y EH Bildu sobre la derogación integral de la reforma laboral del podrido bipartidismo, es evidente que doña Nadia Calviño ha salido a su padre en el fondo y en la forma de imponer su criterio.
“Sería absurdo y contraproducente -dijo- abrir un debate de esta naturaleza y generar inseguridad jurídica”. Sólo faltó que añadiera que era la emisaria de Felipe González, de los grandes capitales europeos y de la CEOE.
Menos mal que, para dar un toque de ternura a tan autoritaria decisión, la ministra Calviño adujo que en tiempo de pandemia no es el momento oportuno para tener determinados debates sobre situaciones laborales.
Lo que confirma -una vez más- que para los neoliberales nunca es el momento apropiado para equilibrar la balanza de los derechos entre empleadores y empleados, aunque su perpetuo aplazamiento signifique que seguirán agrandándose las ya enormes grietas socioeconómicas y sus trágicas consecuencias.
Perfecta para lo prioritario frente a lo contraproducente
Ante la intervención de la ministra Calviño, mi amigo Pequeño Indio Seattle me ha dicho que ha lanzado las siguientes preguntas al viento: ¿Qué va a hacer el presidente del gobierno? ¿Destituir a la osada y autoritaria? ¿Dimitirá ante la evidencia de que quien realmente manda es doña Nadia? ¿Y los militantes del PSOE que gritaban ¡con Rivera no! y ahora ven que con Calviño sí?
Todo lo anterior mientras la ultraderecha va tomando posiciones en la calle, sin que las autoridades intervengan con la decisión y la eficacia que exigen estas extraordinarias circunstancias sanitarias. ¿Por qué lo establecido en el estado de alarma se hace cumplir a rajatabla en los barrios modestos mientras en los acomodados se consiente lo que llega a formar parte de un esperpento urbano?
¡Soy un hombre!, dice Jack Lemmon al final de Con faldas y a lo loco. Y el enamoriscado y tozudo personaje interpretado por Joe E. Brown le contesta ¡Nadie es perfecto! Nadie es perfecto pero Nadia sí. Perfecta para convertir el acuerdo en papel mojado y decirles al presidente y a los ministros lo que es prioritario frente a lo absurdo y contraproducente.
Concluyo con una deducción lógica. Para mí al menos. Con nadias como la ministra, pronto casi todos calviños.
(*) Despedido de TVE en 1994 por criticar la gestión de Jordi García Candau, el director general que, con un gobierno de Felipe González, más daño le hizo a RTVE. En el año 2000, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos consideró que España había violado el derecho de Bernardo Fuentes a la libertad de expresión. Pero la sentencia no se ha ejecutado porque el PSOE y el PP lo han impedido.
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