Apoyando a los gobiernos capitalistas, los grandes medios de comunicación y (des)información nos hablan sobre la crisis económica que el coronavirus provoca. También inculcan la idea de que, cuando esto pase, todo debe volver a la normalidad.
Olvidan, ex profeso, algunos elementos importantes. Uno de ellos es que se vaticinaba la cercanía de una crisis económica cuya profundidad no se podía calcular. Otro, es que la normalidad para muchas personas significa trabajo precario, semiesclavo o desempleo, sin posibilidades de viviendas dignas, sanidad ni educación públicas, con un cambio climático en ciernes que amenaza la existencia misma de la vida en el plantea. El objetivo es culpar al Covid-19 de nuestra mala situación económica y, lógicamente, esconder la responsabilidad que el sistema capitalista tiene en todo esto.
Los políticos que responden a esta forma de pensar suelen encubrir sus intenciones con palabrería diversa. Aunque a veces a algunos les dan ataques imprevistos de sinceridad y terminan reconociendo su servil lacayismo, tal como lo hace Josep Borrell al lamentar que EEUU “no haya ejercido el rol que había sido el suyo desde finales del siglo pasado, de liderazgo mundial”.[1]
El Responsable de Exteriores de la Unión Europea pasa por alto que no es que los Estados Unidos no hayan ejercido ese rol, es que no han podido (afortunadamente) hacer más. Cuando ha tenido la fuerza necesaria, Trump ha tomado decisiones unilaterales sin importarle la opinión de los demás. Por ejemplo, cuando se ha apropiado de mascarillas y respiradores pagados por diversos países latinoamericanos, actuando como un verdadero filibustero. O cuando, en una actitud criminal, aumenta el bloqueo a Cuba, Venezuela y Nicaragua, impidiendo que consigan los elementos sanitarios necesarios. Borrell, en lugar de manifestar rechazo, reitera su deseo de un mundo unipolar dirigido por los EEUU.[2]
El virus no tiene ideología, la forma de enfrentarlo sí
Dice el sociólogo Atilio Borón que “el virus salta de las personas a la economía y esto provoca el pavor de los gobiernos capitalistas que están renuentes a imponer o mantener la cuarentena porque el empresariado necesita que la gente salga a la calle y vaya a trabajar aún a sabiendas de que pone en riesgo su salud”.
En América Latina y el Caribe se ve con claridad meridiana la elección de prioridades. Así tenemos actitudes que van desde el negacionismo de Bolsonaro en Brasil o Moreno en Ecuador a la cuasi militarización de Piñera en Chile que intenta aprovechar las medidas de aislamiento para acabar con la movilización social que lo tenía contra las cuerdas. Pasando por el confinamiento y el práctico abandono de la población más empobrecida que llevan adelante los gobiernos paraguayo y peruano o el boliviano de la golpista Añez. El politólogo venezolano Sergio Rodríguez Gelfenstein nos recuerda que “la primera medida anunciada en Chile para combatir la pandemia por parte del gobierno fue informar que el examen de detección del virus tendría un costo de alrededor de 25 dólares. Así mismo permitió que las empresas farmacéuticas impusieran precios abusivos sin control a las medicinas e insumos médicos. Es el capitalismo neoliberal a ultranza que se sostiene mediante la represión y el terrorismo de Estado”.
Todos siguen la estela marcada por Donald Trump. Y dictan el confinamiento porque las clases dominantes tienen miedo del contagio y saben de la escasez de recursos médicos de sus países. Si fuese de otra forma, no dudarían en levantar las medidas de aislamiento social.
Analizando la situación de confinamiento que se da en los países capitalistas dependientes como los de América Latina, en los cuales la cuarentena aparece como única medida para impedir el avance del coronavirus, el escritor y profesor cubano Abel Prieto escribió que “la cuarentena refuerza la injusticia, la discriminación, la exclusión social (…) Es demagógico y falso el discurso de las élites que asegura que el coronavirus «nos iguala», ya que ataca a ricos y pobres por igual. La pandemia sí entiende de clases sociales”. Y continúa Abel Prieto citando a Ingar Solty: “Cuando todo el mundo tiene que optar por huir en vez de luchar, los capitalistas más ricos (…) huyen a su manera exclusiva (…) se refugian en su segura segunda residencia en el país o en el extranjero, donde el mismo confinamiento se soportará de un modo muy distinto que el que ha de sufrir la clase obrera”
Por su parte el analista Ruben Guzzetti [3] resume la situación del continente diciendo que “solo se salvan de esa debacle los gobiernos de López Obrador en México y el del reciente electo Alberto Fernández en Argentina. En el norte de Sudamérica resiste Venezuela y en el Caribe Nicaragua. En la mayor de las Antillas, Cuba, siempre Cuba, cuyo prestigio internacional crece aún más en estos momentos”.[4]
Y crece merced a actos concretos de solidaridad internacional, como el envío de brigadas de médicos y personal sanitario a muchos puntos del planeta para ayudar a combatir la pandemia. Pero también el prestigio cubano aumenta con la capacidad de investigación biosanitaria, con el Interferón Alfa-2b cuya importancia es invisibilizada o minimizada por los medios masivos de (des)información. Lo explica Sergio Rodríguez Gelfenstein: “El fármaco cubano Interferon alfa-2b ha mostrado su eficacia en China, pero una vez más la guerra del capitalismo contra la humanidad impide que este medicamento, producto de los laboratorios cubanos pueda ampliar su espectro y servir a toda la humanidad. Para Estados Unidos es preferible que mueran ciudadanos a aceptar que Cuba tiene capacidad de enfrentar esta pandemia exitosamente en su territorio y fuera de él”.
Los gobiernos que intentan priorizar la vida humana se encuentran con la feroz oposición de los factores del poder real, tales como los medios de (des)información masiva, los grandes conglomerados económicos y sectores de la justicia (entre otros) que pretenden colocar como elemento central la salvaguarda de la economía capitalista. No es casual que en todos los casos haya pautas comunes que consisten en que “desde sectores del poder y los grandes medios de comunicación se busca aterrorizar a la sociedad, generar una situación de pánico que, además de buscar el disciplinamiento social, beneficia directamente a quienes buscan aumentar sus ganancias”[5], señala Víctor Kot, Secretario General del Partido Comunista Argentino.
Que la tortilla se vuelva
Que la tortilla se vuelva decía una estrofa de una canción que cantaba el grupo chileno Quilapayún.
No debemos volver a la anterior normalidad. La Humanidad no puede gastar en armamentos mucho más que en salud. Las cifras son elocuentes. “La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha informado que el gasto de salud per cápita en 2018 fue de 60 dólares en los países de ingreso medio y bajo y de 270 en los de ingreso alto. Al mismo tiempo el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI) dio a conocer que en el mismo año el gasto per cápita en armamento en el mundo fue de 240 dólares, el de Estados Unidos 1845, el de Francia 882 y el de Reino Unido 715” (Sergio Rodríguez Gelfestein).
No debemos permitir una normalidad en la que el 1% de la población concentre el 82% de la riqueza total, según denuncia Oxfam.[6]
El politólogo Atilio Borón expresa que estamos ante “un tremendo desafío para quienes queremos construir un mundo post-capitalista porque, sin duda, la pandemia y sus devastadores efectos ofrecen una oportunidad única, inesperada, que sería imperdonable desaprovechar. Por lo tanto, la consigna de la hora para todas las fuerzas anticapitalistas del planeta es: concientizar, organizar y luchar; luchar hasta el fin, como quería Fidel”.
En esa dirección apunta la declaración conjunta de los Partidos Comunistas de América del Sur del pasado 30 de marzo, en la que destacan:
“Consideramos esencial garantizar los derechos de los trabajadores, desempleados y subempleados, de los estratos sociales más pobres. El pago de salarios debe garantizarse, al igual que una renta mínima para todos los trabajadores informales.
Es necesario de una vez terminar con el bloqueo y otras medidas coercitivas unilaterales contra Cuba y Venezuela, y con las acciones en contra de Nicaragua, cuyo carácter insolidario, discriminatorio e injusto resalta aún más en medio de esta crítica situación.
Luchamos por transformaciones profundas que vendrán de la mano de la unión de los trabajadores y los pueblos. Nos posicionamos con responsabilidad y con sentido de Humanidad. ¡Estamos presentes en la lucha para tomar medidas inmediatas para proteger la salud y salvaguardar los derechos de todos los pueblos en todos los rincones del planeta!”.
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NOTAS:
2. Dice Borrell “El coronavirus ha terminado de desequilibrar un mundo que pivotaba en torno al liderazgo de EEUU, y ahora hay un desorden multipolar” Ver en la nota mencionada de eldiario.es
3. Rubén Guzzetti, analista internacional, miembro del Instituto Argentino de Estudios Geopolíticos.
4. Nuestra Propuesta http://nuestrapropuesta.com.ar
5. Ver Víctor Kot, “Debates y propuestas para un mundo pos-pandemia”, en revista Cuadernos Marxistas Nº 18 – Mayo 2020, Ed. Editada por CEFMA (Centro de Estudios y Formación Marxista Héctor P. Agosti) – Buenos Aires – Argentina