El libro negro del BBVA. De la oligarquía vizcaina al caso Villarejo
Oriol Malló VilaplanaTxalaparta

El libro negro del BBVA, de Oriol Malló, advierte que en España la democracia está amenazada “por el poder bancario, cada vez más fuerte, que determina, por encima de gobiernos y clientes cautivos, las vidas de todos nosotros”. En nuestro país, según Malló, “la banca es la forma culminante del capitalismo, el único grupo de poder permanente en el tablero de los intereses privados”. Y añade que lo que tenemos se diseñó en los ochenta y se aceleró en los noventa: “Una banca omnipotente, como consecuencia de la liberalización soñada por los tecnócratas del franquismo y establecida, con singular empeño, por los funcionarios de Felipe González a los que se añadieron, aún con mayor entusiasmo, los jóvenes turcos de José María Aznar que llevaron a su cénit la autonomía del capital”.

El libro de Malló tiene una imprescindible introducción histórica: “En la Guerra Civil, la cooperación de las grandes fortunas de España con los golpistas (incluyendo el apoyo directo y total de los dos bancos vizcaínos) fue esencial para conseguir dinero fresco, avalar créditos de la banca internacional y allanar el camino ante las potencias europeas. La gran banca prosperó en el franquismo porque, además de ganar la guerra, se cobraron la paz. El resultado de la larga dictadura fue la consolidación de la oligarquía financiera. Desde el franquismo, la combinación de intereses entre los bancos, las constructoras y las empresas de la energía estableció la trama más sólida del poder. La posición de privilegio absoluto de la banca en España es la consecuencia más evidente y refinada del diseño político de la transición. Con la modernización de Felipe González se produce el giro neoliberal del sistema financiero español para articular el duopolio bancario perfecto (Santander y BBVA) que produjo de rebote una cartera cruzada entre la nueva banca monopólica y las multinacionales surgidas de las privatizaciones. Los ríos de mierda que saturaron la agenda de los medios y la paciencia de los ciudadanos vienen de lejos por la supeditación del Estado a los antojos del club de tahúres del capital financiero”.

Las cloacas del BBVA

Fue la denuncia de los negocios sucios de la banca y de las multinacionales de España en su reconquista de América Latina lo que produjo la gran crisis y la intervención de la monarquía y del gobierno del PP para salvar al BBVA.

El libro negro del BBVA asegura que “el rey Juan Carlos I y el presidente José María Aznar presionaron en 2002 al juez Baltasar Garzón para que desactivara el caso porque sabían que las cloacas extraterritoriales del BBVA acabarían arrastrando en su debacle a la red de complicidades, ocultaciones y mordidas que explica la descomunal penetración de las multinacionales españolas en América Latina”.

Se investigaban las cuentas secretas del BBVA para la evasión de capitales hacia paraísos fiscales y las operaciones ilegales para comprar los bancos de México, Colombia y Perú que garantizan su musculatura financiera. “El auto de Garzón del 25 de abril de 2002 -dice Malló- fue el salvavidas que el capitalismo español y su gobierno de turno esperaban de un juez amigo” y recuerda que “el victimizado Garzón fue en su día el mejor verdugo del reino”.

Malló cuenta con el testimonio grabado del fallecido fiscal anticorrupción de la Audiencia Nacional David Martínez Madero, encargado de la investigación. Según su relato, Garzón tenía las pruebas -que no utilizó- aportadas por el abogado del BBVA Nelson Rodríguez López, artífice desde Puerto Rico de “la ingeniería financiera que permitió el salto del BBVA hacia América Latina usando procedimientos ilegales” que incluían la proliferación de sobornos y la colaboración con protectores de narcotraficantes y paramilitares. “Garzón -le dijo Martínez Madero a Malló- traicionó a la verdad judicial a petición del presidente Aznar y del rey Juan Carlos I”.

En la desarticulación del mayor escándalo corporativo de la historia de España intervino el gobierno de Estados Unidos en el marco de la complicidad de Aznar con Bush y Blair para la guerra de Iraq. “Al final -certifica en el libro Nelson Rodríguez- los principales accionistas del BBVA son estadounidenses”.

Capitalismo de la precariedad

Oriol Malló considera que lo que denomina el triopolio feroz (Santander, BBVA y CaixaBank) exprime a los clientes cautivos y jibariza sus plantillas para aumentar los beneficios cuando ya no puede crecer más tras repartirse el mercado de las cajas de ahorro. Entre 2009 y 2016, la banca cerró 17.000 oficinas y eliminó 82.000 empleos. Parece que el propósito es seguir avanzando hacia “un futuro de banca digital, desertizada de trabajadores y oficinas, con sinergias de mercado y de nicho entre banca minorista, fondos de inversión y productos financieros de todo tipo, implacablemente conducida hacia fusiones europeas cuyo desenlace será un poder bancario que llegará a realizar el sueño del capital flotante del mundo: liberarse de todas las restricciones mientras destruyen la condición humana mediante el acaparamiento de bienes esenciales como la vivienda”.

El autor de El libro negro del BBVA llega a la conclusión de que la oligarquía financiera está provocando “el capitalismo de la precariedad, como sustituto natural del régimen neoliberal en decadencia, para atrapar a millones de ciudadanos en la masificación del empobrecimiento, sin trabajos decentes ni bienes públicos ni condiciones de vida dignas y estables”.