El Covid 19 se ha convertido en un acelerador de las reformas en Cuba. La crisis arrastrada desde 2019 se agudizó con la parálisis económica provocada por la pandemia. El inmovilismo dejó de ser una opción ideológica y se transformó en un suicidio político. El presidente Miguel Díaz-Canel ha dicho que no se puede seguir haciendo lo que no ha dado resultado y llamó a acelerar el proceso de reformas.
Entre las medidas económicas más importantes adoptadas por el gobierno están la implementación de la pequeña y mediana empresa, la descongelación de las cooperativas y la ampliación del trabajo de los autónomos, unos 600.000 en la actualidad. Además se les permitirá exportar sus productos e importar insumos, herramientas y materias primas.
Todas estas reformas ya habían sido debatidas y aprobadas por el Partido Comunista y el Parlamento pero llevaban muchos años engavetadas.
Gran parte de los cubanos considera que son buenas noticias aunque otros se muestran escépticos porque todo esto se había acordado hace años y nunca se llevó a los hechos. Dicen muchos que es el bloqueo de Estados Unidos lo que provoca los retrasos en las reformas. Advierten otros que llevará tiempo recuperar la confianza que antes se ha desestimulado.
La crisis financiera es el mayor reto, con incumplimientos en la deuda histórica y en el pago a los actuales proveedores. La desaparición de los ingresos del turismo por la pandemia fue un durísimo golpe pero no el único. La persecución de Estados Unidos se ha intensificado, saboteando créditos, negando la venta de respiradores, sancionando a las navieras que traen petróleo y limitando los envíos de remesas familiares, la segunda fuente de ingreso de divisas. También afecta a la primera, las brigadas médicas internacionales, consideradas trabajo esclavo por Washington que amenaza a los gobiernos que contraten a cooperantes cubanos.
Cambiar para no perder el apoyo popular
La respuesta para rellenar las arcas del Estado ha sido dolarizar parte del comercio interno, abriendo tiendas donde se venderán los productos solo en moneda libremente convertible, como dólares, euros o libras. Serán 70 de las 4.000 tiendas de la isla. Venderán alimentos, productos de limpieza o artículos de ferretería. Además se abrirán mercados mayoristas también en esas monedas para atender las necesidades del sector privado de la economía, una medida que el gobierno se resistió a aplicar durante años.
El cambio que más ha impactado en los cubanos es la eliminación del gravamen del 10% que se aplicaba al dólar desde hace dos décadas. Para los que reciben remesas es un beneficio sustancial, dado que la mayor parte del dinero llega de Estados Unidos. Todos los pagos se harán con tarjeta, así que las remesas deben estar en los bancos.
El Covid 19 ha dejado en evidencia a muchos de los modelos socioeconómicos que imperan en el mundo. En algunos países mostró que el raquitismo del Estado neoliberal impide responder eficazmente en situaciones de crisis. En el caso de Cuba, su poderoso sistema de salud fue capaz de responder con éxito a la pandemia (menos de 3.000 contagiados y 90 muertos) pero el modelo no tiene capacidad para recuperar la economía. Ahora parece que para sobrevivir se dejan de lado las diferencias ideológicas que ralentizaban las reformas casi hasta la parálisis. El presidente Miguel Díaz-Canel lo sintetizó de forma diáfana: “El peor riesgo estaría en no cambiar y perder el apoyo popular”.
(La Habana)