En el mes de mayo fue derrotada, hace 150 años, La Comuna de París. Las tropas de Versalles aplastaron a sangre y fuego a los insurrectos parisinos. Fusilaron a centenares en el Muro de los Federados del cementerio de Père-Lachaise y condenaron a miles a la prisión, al destierro. Marx, Engels, Lenin, consideraron este movimiento como el primer ensayo de un gobierno obrero de la historia e incitaron ardientemente a su estudio para asimilar sus enseñanzas, las de sus propuestas y las de la derrota. Y entre todas las conexiones que establecemos con La Comuna destaca la del origen de la bandera roja.

Espartaco se envolvía en una toga roja para celebrar sus victorias y los campesinos alemanes ondearon banderas rojas en su revuelta de 1524. Pero donde se incardinó como emblema mundial de los desposeídos fue en La Comuna. Antes, la bandera roja había sido una bandera de orden.

Tras la Revolución Francesa de 1789 se produjeron numerosas protestas sociales y la Asamblea Nacional decretó una ley marcial, donde se decía que la bandera roja era su símbolo. Era la bandera que debían enarbolar las tropas antes de cargar contra las manifestaciones populares. El pueblo, acostumbrado a ser reprimido bajo esa enseña, subvirtió el orden y asoció la bandera roja a la revolución. El símbolo de violencia estatal se transformó en el símbolo del sacrificio, de la lucha. La Comuna de Paris decidió adoptar la bandera roja como su bandera, arrió la tricolor e izó la roja en el ayuntamiento de Paris, la bandera de la República mundial, como la designó en un decreto, la bandera de todos los trabajadores del mundo.

“Paris. Sesión del miércoles 21 de octubre de 1789.

Ley marcial contra los atropellos

Art. I.— En el caso en el que la tranquilidad pública esté en peligro, las autoridades municipales estarán obligadas, en virtud del poder que han obtenido de su población, a declarar que la fuerza militar debe ser desplegada inmediatamente para restablecer el orden público, bajo pena de responder de ello personalmente.

Art. II.— Esta declaración se hará exponiendo en las principales ventanas del Ayuntamiento, y en todas las calles, una bandera roja, y al mismo tiempo las autoridades municipales requerirán a los jefes de las guardias nacionales, tropas regulares y policías, prestar su colaboración.

Art. III.— Con la señal de la bandera, todas las aglomeraciones, con o sin armas, se consideran criminales, y deben ser dispersados por la fuerza.

Art. IV.— Las guardias nacionales, tropas regulares y policías, serán obligadas a marchar inmediatamente, comandadas por sus oficiales, precedidas por una bandera roja y acompañadas al menos por una autoridad municipal”.

La memoria y el sueño

La Revolución de Octubre la adoptó como su bandera para una nación de naciones, abiertamente internacionalista. Y dos banderas rojas de La Comuna parisina llegaron al Moscú revolucionario. Una provenía del comunero Edouard Vaillant, fundador de la sección francesa de la internacional obrera, que se transformó en el partido comunista en 1920. La sección comunista del XX distrito de Paris heredó esa bandera y decidió confiarla al soviet de Moscú. Añadiendo: “Hasta el día en el que la clase obrera francesa conquiste el poder”. La delegación francesa al V Congreso de la Comintern la llevó a Moscú. La entregó el obrero Alfred Costes en un acto celebrado con todos los honores ante 400.000 manifestantes y autoridades soviéticas, Antipov, Zinoviev, Frunze, quien dirá: “Está bandera está ahora en manos seguras”. La bandera se colocó en el interior del mausoleo de Lenin, abierto el 1 de agosto de 1924, donde veló el cadáver junto a las banderas del Comité Central bolchevique y de la Comintern. Posteriormente fue llevada al museo Lenin. La otra bandera fue adquirida por el Instituto Marx-Engels, que se ocupó de buscar a través de todo el mundo materiales de los grandes precursores del socialismo, de la lucha de los trabajadores, de todos los movimientos revolucionarios. Bujarin se encargó de parte de esos trabajos. El representante soviético en Paris compró, en 1928, una bandera roja del 67 batallón de los Federados de La Comuna. Esta bandera fue enviada al Cosmos, en 1964, a bordo de la nave Voskhod 1, la primera que se envió al espacio con una tripulación colectiva formada por tres cosmonautas. Y, como reliquias de un credo revolucionario, llevó a bordo un retrato de Marx, uno de Lenin y la bandera de La Comuna.

La bandera roja de La Comuna dotó a la primera generación de soviéticos de un genuino sentido de pertenencia a un movimiento universal, el de la lucha internacional por el comunismo, por la emancipación proletaria en todo el mundo. Sirvió para definir a los primeros soviets, quiénes eran y de dónde venían. Lo mismo por lo que nos sigue sirviendo a nosotros. Es la memoria y el sueño, que es lo mismo, es aquello peleado y es lo aún no alcanzado, es por lo que seguimos en pie, siendo rojos y coherentes.