La importancia y emotividad del relevo de Raúl Castro como Primer Secretario del PCC ha centrado la atención informativa del VIII Congreso pero la lectura de los documentos aprobados nos demuestra la importancia de los debates y la trascendencia de los acuerdos alcanzados.
Tener sentido del momento histórico para ser capaz de cambiar todo lo que se tenga que cambiar para mantener los logros alcanzados por la Revolución en favor del pueblo cubano es a mi parecer la mejor definición de la importancia de este congreso.
En esta perspectiva se sitúan los retos que tiene que afrontar en este momento el PCC para ser capaz de conjugar los cambios económicos que son necesarios con el mantenimiento de los principios ideológicos, éticos y morales de la Revolución Cubana y hacerlo en un contexto nacional e internacional caracterizado por la confrontación con un imperialismo que en cualquiera de sus variantes persiste en su objetivo de dominar el planeta.
Al terminar de presentar el Informe Central, Raúl Castro dijo que “concluye mi tarea como Primer Secretario del Comité Central del PCC con la satisfacción de haber cumplido y la confianza en el futuro de la patria, con la meditada convicción de no aceptar propuestas para mantenerme en los órganos superiores de la organización partidistas en cuyas filas continuaré militando. Creo fervientemente en la fuerza y el valor del ejemplo y la comprensión de mis compatriotas y mientras viva estaré listo con el pie en el estribo para defender a la Patria, la Revolución y el Socialismo”.
LA PROPIEDAD DE TODO EL PUEBLO SOBRE LOS MEDIOS FUNDAMENTALES DE PRODUCCIÓN
El Informe Central, debatido y aprobado en el congreso, destaca que el trabajo por el desarrollo de la economía nacional, junto con la lucha por la paz y la firmeza ideológica, constituyen las principales misiones del Partido Comunista de Cuba en la actual etapa que tiene todas las complicaciones derivadas de la crisis provocada por la pandemia y la intensidad del bloqueo endurecido por Estados Unidos.
La resolución resalta la importancia de activar la economía nacional para que, a pesar del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos, preserve las principales conquistas sociales de la Revolución, resaltando “la importancia que reviste el principio de la propiedad de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción en la economía nacional”.
Al mismo tiempo, el texto asume la necesidad de intensificar la lucha ideológica teniendo claro que “la ampliación de las actividades de las formas no estatales de gestión no debe conducir a un proceso de privatización que barrería los cimientos y la esencia de la sociedad socialista”. En este sentido, reitera que “las decisiones en la economía no pueden generar una ruptura con los ideales de justicia e igualdad de la Revolución y debilitar la unidad del pueblo en torno a su partido”. Se trata de conjugar la apertura al mercado de sectores no estratégicos de la economía y la vida con el mantenimiento de la planificación estatal y el control público de los sectores estratégicos para dar respuesta al momento actual en el que la sociedad cubana se encuentra en un periodo histórico de la construcción socialista.
A pesar de lo que algunos medios occidentales pretenden trasladar, este congreso, como los anteriores, es el resultado de un intenso debate que comenzó en las bases del PCC, debate en el que se puso de manifiesto la complejidad del contexto nacional e internacional que ha caracterizado los últimos años, en particular el conjunto de problemas estructurales acumulados en la economía cubana y las dificultades afrontadas por el recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos, los eventos meteorológicos como los huracanes y el impacto de la pandemia que retrajo el turismo, principal rubro comercial de Cuba.
No ha sido un congreso autocomplaciente sino que se señalaban las deficiencias que se tienen que resolver. Entre ellas podemos señalar que se plantea “no haber alcanzado la eficacia necesaria en la planificación, organización, control, celeridad y seguimiento de los procesos, ha persistido, en ocasiones, durante la conformación de algunas políticas o medidas, una insuficiente integralidad y visión de los riesgos, la ausencia o baja calidad de las metas e indicadores requeridos y las acciones de capacitación y comunicación social que no siempre han tenido el alcance, la oportunidad y la calidad necesarias”. Señalando a continuación el combate a la corrupción y la ineficiencia como una tarea primordial del PCC.
Al mismo tiempo, en este congreso se han actualizad los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución para el período 2021-2026 que trazan las direcciones principales de trabajo para encauzar las prioridades de la economía y la trasformación constante del Modelo Socialista.
En este nuevo periodo se prioriza el fortalecimiento de la gestión de los actores económicos, en especial la empresa estatal socialista como sujeto principal de la economía, avanzar en la solución de los problemas estructurales de la economía, en particular desarrollar la producción y comercialización de alimentos con énfasis en el sector agropecuario, lograr una mayor participación de las fuentes renovables en la matriz energética, incrementar las exportaciones y la sustitución efectiva de importaciones, recuperar y desarrollar el turismo, impulsar la inversión extranjera directa con control estatal y consolidar la implantación de la Tarea Ordenamiento con los ajustes requeridos para alcanzar su objetivo estratégico: una mayor utilización de los instrumentos financieros en la conducción de la economía y avanzar en el logro de los equilibrios macroeconómicos fundamentales para el bienestar del pueblo cubano.
PUEBLO Y UNIDAD QUE ES DECIR PARTIDO
También en el sentido de reforzar el papel dirigente de un Partido Comunista de Cuba que se define como marxista, leninista, martiano y fidelista, vanguardia organizada de la nación cubana, expresión de la unidad de los cubanos en torno a la dirección de la Revolución, para lo que este VIII Congreso avanzó en la concepción organizativa y la renovación paulatina de los cargos decisorios, con límites en dos periodos de actuación como planteó y cumplió Raúl.
Los documentos aprobados señalan que “se observa un incremento progresivo y sostenido en la promoción de jóvenes, mujeres, negros y mulatos sobre la base del mérito y las cualidades personales, aunque lo alcanzado es absolutamente insuficiente en lo referido a las principales responsabilidades en el Partido, el Estado y el Gobierno”. Se identifica como fundamental la promoción de cuadros de la UJC, al tiempo que se analiza que “persisten debilidades en la aplicación de la política de cuadros que se reflejan en la tendencia al formalismo y la superficialidad de no pocos cuadros de dirección que se consideran imprescindibles y no atienden la formación de las reservas y sus relevos”.
Tras el debate político se procedió a elegir la nueva dirección del PCC que asume el reto de iniciar una nueva etapa que conjugue la renovación generacional con la continuidad de los principios que inspiran la Revolución Cubana.
Para la responsabilidad de Primer Secretario fue elegido Miguel Díaz-Canel que ya ocupaba la Jefatura del Estado. En su primer discurso señaló en referencia al proceso revolucionario cubano que “esa historia se puede resumir en dos palabras: Pueblo y Unidad, que es decir Partido”. “Porque el Partido Comunista de Cuba, que nunca ha sido un partido electoral, nació de la unidad de todas las fuerzas políticas con ideales profundamente humanistas que se habían fogueado en la lucha por cambiar un país desigual e injusto, dependiente de una potencia extranjera. Porque somos Cuba, Cuba Viva. Suena sencillo y fácil pero qué difícil ha sido alcanzar y mantener la soberanía e independencia en medio del cerco más feroz”.
Al tiempo que proclamó que “la generación histórica, consciente de su rol en esa creación heroica que es la vida de la Revolución Cubana frente a la guerra permanente que le hace su más cercano vecino, trabajó siempre en la formación de las nuevas generaciones y ha facilitado el paulatino traspaso de las principales responsabilidades de dirección. Gracias a esa labor, hoy se verifica aquí un hito en nuestra historia política que define al VIII Congreso como el de la continuidad y el principal abanderado de ese proceso ha sido el compañero Raúl Castro Ruz”.
Presidente del PCE