236 días de huelga ha mantenido la plantilla de Tubacex para defender los puestos de trabajo. 236 días de incertidumbre, de lucha, de solidaridad. 236 días donde la Comarca de Aiaraldea ha estado en vilo por la situación de esta empresa tractora. No sólo por la importancia en sí de Tubacex, sino por la tendencia que en las últimas décadas ha sufrido una zona tradicionalmente industrial, pero en la que se han ido perdiendo puestos de trabajo paulatinamente. A principios de los 90 se produjo el cierre de Aceros de Llodio, empresa emblemática que supuso la pérdida de cientos de puestos de trabajo. Durante todo este tiempo, el fantasma del cierre de Aceros de Llodio recorrió las mentes de todos y todas las Ayalesas. En aquel entonces, la lucha de la plantilla no consiguió el objetivo: mantener la actividad industrial y los puestos de trabajo. Sin embargo, en esta ocasión, la cosa parece diferente.

En Tubacex no sobra nadie

El acuerdo al que el Comité de Empresa ha llegado con la dirección supone que las medidas traumáticas que Tubacex pretendía aplicar no se hagan efectivas. Eran 129 empleos los que peligraron en un principio entre bajas incentivadas y despidos. Las sentencias del TSJPV a favor de la plantilla no arredraron a la empresa, que mantuvo su intención de rebajar la masa salarial por medio de una reducción de plantilla. El acuerdo al que se ha llegado supone la retirada del recurso que la empresa mantenía. Este era el principal escollo que prolongaba el conflicto. Finalmente, gracias a la lucha sindical, se ha conseguido imponer el lema de esta huelga: En Tubacex no sobra nadie. A partir de ahora todos, pero sobre todo todas las trabajadoras podrán volver a sus puestos.

Además, el objetivo secundario de la huelga también se ha logrado: un plan de inversiones a corto plazo que asegure la continuidad de la empresa. Y es que, sin inversiones, la empresa estaba avocada al cierre. El riesgo era mayúsculo. El recuerdo de lo que pasó con Aceros de Llodio nunca abandonó los pensamientos de la plantilla y los vecinos y vecinas de la Comarca. Este plan de inversiones se exigió como otra medida para desbloquear la huelga y la empresa una y otra vez se negó a dar a conocer su existencia. Finalmente, la empresa expuso los planes para con las plantas de Laudio y Amurrio que han contado con el visto bueno del Comité.

Obviamente, en toda negociación debe haber contrapartidas. La empresa también ha conseguido uno de sus caballos de batalla: el aumento de la productividad. Este aumento se consigue, por un lado, mediante una congelación salarial durante los próximos tres años. Asimismo, se aumenta en 40 horas la jornada laboral anual. Una concesión que, ante los riesgos muy reales de deslocalización se puede considerar por buena, con tal de mantener la actividad laboral y los puestos de trabajo.

Lo sucedido en Tubacex no es algo puntual, pues es algo que también se ha intentado en Petronor, PCB, Aernnova, Alestis… por mencionar sólo algunos casos que se han dado en Euskadi. Pero por toda la geografía española se han sucedido situaciones similares. Los tribunales han dado la razón a las empresas en algunos casos. En otros, es del lado de las plantillas al que se ha inclinado la balanza de la justicia.

Unidad de la plantilla, solidaridad y cajas de resistencia

Todo esto ha sido posible sólo gracias a la unidad que la plantilla ha demostrado en todo momento, a la solidaridad y apoyo de los pueblos de la comarca y a las cajas de resistencia y solidaridad que se han puesto en marcha. Esta pequeña victoria de la clase trabajadora debe servirnos para reafirmarnos en nuestro planteamiento de que sólo la lucha unitaria de la clase obrera puede hacer frente a las ambiciones de unos empresarios sin escrúpulos que han querido aprovechar una crisis coyuntural para aplicar medidas drásticas que suponían la pérdida de empleo y el cuestionamiento de la economía de toda una Comarca. Porque si una empresa como Tubacex se atreve a poner en práctica medidas tan drásticas y se sale con la suya ¿qué no se atreverán a hacer las pequeñas empresas que pivotan a su alrededor?

Aiaraldea entera ha tenido claro que esta no era sólo una lucha de Tubacex. Las plantillas de empresas de menor entidad han dado su apoyo desde el comienzo, por mucho que sus condiciones sean mucho peores. Porque saben que, aunque en sus empresas la acción sindical está mucho más limitada por las condiciones especialmente precarias que sufren, ésta es una batalla que hay que dar sí o sí. Para otros, como los trabajadores de Valvospain, no ha habido final feliz. Alrededor de un centenar de trabajadores y trabajadoras han visto cómo la empresa ha cerrado finalmente. A pesar de esto, Aiaraldea seguirá teniendo futuro y esperanza mientras las empresas tractoras sigan funcionando y sus plantillas sigan luchando. Nada impide que la empresa lo vuelva a intentar en un futuro próximo, por lo que habrá que seguir en guardia.

Gora langileon borroka! ¡Viva la lucha obrera!

Responsable Político del PCE-EPK en Araba