José Manuel García Margallo no es Ayuso ni Abascal. No dice las cosas porque sí, a lo tonto, o por ignorancia. Tampoco tiene como asesor a ese torbellino de sandeces que es Miguel Ángel Rodríguez. Por lo tanto, cuando habla del comunismo, a pesar de que repita los tópicos más manidos y carentes de sentido, muy propios de la presidenta de la Comunidad de Madrid, del líder de Vox y del atolondrado asesor, sus intenciones van más allá de la aparente superficialidad de lo que dice.

En el programa Ágora, de la Cadena Ser, donde participan además Pablo Iglesias y Carmen Calvo (a propósito sería interesante saber por qué razón, si es que hay alguna, dice que es socialista), Margallo se refirió al comunismo y apuntó una serie de datos (los llevaba anotados para no olvidarse de ninguno) que vale la pena analizar, aunque sea rápidamente y no muy en profundidad. No porque tengan demasiada originalidad (desde los años 50 dicen lo mismo) ni repercusión. Sí porque forman parte de los reproches permanentes de la derecha (también mediática) con el propósito de confundir al resto del personal. Y como la mayoría de la población no tiene tiempo para investigar la veracidad de esas afirmaciones, abrumada como está por las situaciones que debe afrontar, termina por incorporar un concepto equivocado sobre lo que es, realmente, el comunismo.

El objetivo final, tanto de la derecha iletrada y prepotente como de la inteligente y sibilina, es asustar. Demonizan palabras que después les sirven como acusación. Cuba, Venezuela o comunismo son algunos de los ejemplos que a la primera de cambio esgrimen para amedrentar.

TÓPICOS PARA USAR Y TIRAR

Empezó diciendo Margallo que el comunismo propone la dictadura del proletariado. No puede el ex ministro del PP ignorar que “Marx y Engels comenzaron a hablar de dictadura del proletariado para referirse al gobierno de la clase sufriente de la humanidad: el proletariado” [1]. Democracia de la mayoría en oposición a la dictadura de la burguesía de ese momento histórico. Decir eso del comunismo en la actualidad es mentir.

Dijo Margallo que el comunismo pretende derogar la propiedad privada. Le faltó agregar un detalle: de los medios de producción monopólicos. Y otro detalle: esa propuesta pertenece a otra situación histórica, no a la actual. Por lo tanto, volvió a mentir.

Dijo Margallo que el comunismo aspira a acabar con las clases sociales. En realidad lo que se pretende hoy es acabar con la explotación de los trabajadores. Acabar con la prepotencia del poder económico para eliminar las insoportables desigualdades que genera el capitalismo y que imposibilitan la democracia auténtica. Democracia y capitalismo son incompatibles.

Dijo Margallo que el comunismo es partidario de la planificación económica, como si eso fuera una aspiración descabellada. Es que él, mejor dicho la ideología que él defiende, apuesta porque el mercado resuelva sin control alguno las cuestiones económicas. Las consecuencias están a la vista. Trata de intimidar Margallo con una medida que sería muy beneficiosa para la mayoría y para la democracia y que un liberal como Keynes también proponía.

Dijo Margallo que con el comunismo no hay pluralismo político. ¿Será que llama pluralismo a demócratas y republicanos en Estados Unidos o PP y PSOE (salvando diferencias no esenciales) o PP y Vox o PP y Ciudadanos? Además, tal vez nos podría decir Margallo cuándo y dónde el capitalismo respetó a un gobierno de izquierda surgido de las urnas. Es decir, cuándo el capitalismo respetó el pluralismo. No hablo de la socialdemocracia, por supuesto.

Dijo Margallo que el comunismo pensó que el capitalismo moriría por sí mismo. Eso fue una interpretación reduccionista y mecanicista del marxismo, superada hace rato. Ninguno de los clásicos marxistas lo menciona.

Y por último Margallo metió dentro del comunismo actual a China, Vietnam, Cuba y Corea del Norte, como si fueran la misma cosa. Igualó de un plumazo a realidades totalmente diferentes y es difícil creer que no sepa de qué se trata. Confundir es lo que intenta. Solo le faltó decir que el comunismo se lleva a tus niños y expropia tu bicicleta.

EL ATAQUE ES LA MEJOR DEFENSA

La derecha obtusa y la derecha sibilina cumplen esa máxima futbolera. Atacan para defender el sistema capitalista y sus nefastas consecuencias para las clases populares. Pablo Iglesias quiso defender al comunismo diciendo lo bueno que fue y es participando como un partido más de esta insuficiente democracia, sin molestar demasiado.

Como si el comunismo tuviera que renunciar a combatir al capitalismo, como si, para que sea aceptado por el sistema, tuviera que dejar de ser comunista. Que, por otra parte, ese es el pluralismo del que habla Margallo. Que no puede ser el pluralismo que defiende el comunismo. Y no lo es.

OTRAS CUESTIONES PARA PENSAR

Cuando a Pedro Sánchez le cuestionaron su aprobación al juez Enrique Arnaldo (con el apoyo de ¡ay! Unidas Podemos) propuesto por el PP, dijo que el PSOE cumple sus compromisos. Menos -no lo dijo- el firmado con UP para gobernar en coalición y el firmado con UP y Bildu para derogar la reforma laboral.

¿De verdad apoyaron el PSOE y UP el nombramiento de Enrique Arnaldo, apoyaron esa infamia? Lo voy a leer otra vez porque no puedo creerlo. Sí, se puede… ¿Qué es lo que se puede?

La reforma laboral ya no será derogada, como insistió y prometió hasta el cansancio Yolanda Díaz. Será, según sus nuevas propias palabras, modernizada, europeizada.

¿Por qué Yolanda Díaz dijo que las negociaciones sobre la dichosa reforma laboral deben hacerse discretamente, sin que trasciendan sus términos? ¿Dónde habrá quedado eso de luz y taquígrafos que pregonaba UP en otros tiempos, cuando no era gobierno?

¿Por qué los sindicatos no convocan manifestaciones en todo el país en apoyo a la derogación de la reforma laboral? Las dos. La del PSOE también.

En segundo plano vemos que la ley mordaza tampoco será derogada. Solo suavizada en algunos aspectos.

También en silencio las eléctricas siguen haciendo los que les da la gana. Mientras ganan 700.000 euros por día, 4.000 personas (1.200 niños) de la Cañada Real hace más de un año que no tienen luz. Qué difícil es, a veces, entender el progresismo del gobierno progresista. Y qué fácil es entender el fascismo de la derecha.

En Glasgow había más lobistas de las empresas contaminantes que funcionarios debatiendo sobre el cambio climático. ¿Cómo es posible que todavía alguien piense que de esa reunión podía salir algún acuerdo para terminar con la destrucción del planeta? ¿Cuántas veces tienen algunos que tropezar con los mismos representantes que dicen representarnos para no querer que nadie nos represente sino que nos obedezcan?

“Lo llaman democracia y no lo es”, decían con toda razón los manifestantes del 15-M. Lástima que solo sirvió para diferenciar a los indignados de los indignos, aunque no para que los indignos dejen de serlo y menos dejen de mandar.

Una más. Para recibir el dinero de la UE, el gobierno también da un zarpazo a las pensiones. Ya que estamos. Ahora toca disfrazar todo esto de progresismo, ya que los otros son peores. Lo triste es que lo son. Y lo más triste es que lo mejor es lo menos malo.

Nota:

1. Alberto Garzón. Por qué soy comunista.