El régimen de la oligarquía de Colombia, a cuyo presidente, Iván Duque, condecoró el gobierno de España con la Gran Cruz de Isabel la Católica, es un sistema de narcofeudalismo.

El candidato presidencial de la izquierda, Gustavo Petro, utilizó esta nueva denominación al explicar en Madrid su programa electoral de un pacto histórico para humanizar a Colombia. Dijo que su país, “uno de los más ricos y hermosos del mundo”, padece “un escenario dantesco con la mitad de su población en la pobreza y millones de trabajadores condenados a una explotación de esclavitud laboral como consecuencia de un régimen que, peor que capitalista, es en realidad narcofeudalista”.

A pesar de la penetración institucional de los narcoparamilitares, el empobrecimiento de la mayoría por la aplicación de tremendas políticas neoliberales y la cruel represión de las movilizaciones populares contra el gobierno, el presidente Iván Duque fue condecorado en nuestro país. Hay que ser muy descarado para decir, como hizo el Ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, que ese premio es “un símbolo de amistad con el pueblo colombiano”. El reglamento de la Real Orden de Isabel la Católica establece que es un premio para “los comportamientos extraordinarios en beneficio de la nación del condecorado”. En realidad se ha premiado la corrupción, la violencia, el empobrecimiento generalizado y el incumplimiento del Acuerdo de Paz negociado por el Estado con la guerrilla de las FARC.

Colombia es el único país de los cinco más importantes de América Latina (Brasil, México, Argentina, Venezuela y Colombia) en el que la izquierda nunca ha podido gobernar. Los tres candidatos presidenciales que pudieron acabar con la impunidad de la oligarquía (los liberales Jorge Eliécer Gaitán y Luis Carlos Galán, en 1948 y 1989, y el socialdemócrata Carlos Pizarro en 1990) fueron asesinados por la alianza del poder político y económico, el ejército, los narcoparamilitares y la CIA.

Gustavo Petro va a intentar ahora, en las elecciones legislativas y presidenciales de este año, “convertir el dolor en ilusión y esperanza con un gobierno que garantice por primera vez en Colombia la paz, la democracia y la justicia”.