Todo hace pensar que Albert Rivera junto con José Manuel Villegas, han decidido abandonar deprisa y corriendo la firma de abogados en la que fueron contratados como Presidente y Vicepresidente Ejecutivo, respectivamente, antes de que los despidieran por bajo rendimiento y escasa dedicación, ya que, según lo manifestado por el bufete, les habían tenido que avisar con anterioridad de su escaso nivel productivo.
Rivera, defensor a ultranza del despido libre durante su periplo político, se va manifestando incumplimiento de las condiciones de contrato, exigiendo el abono de su salario hasta el 2025, año en que terminaba su contrato, esto es, pidiendo una indemnización de 500 días por año trabajado. Algo que ha sonado a no pocos como aquello de “justicia señor, pero por mi casa no”, impropio del neoliberalismo del que hacía gala. El bufete ha manifestado que “ni de coña”, que, si hace falta, se verán en los juzgados.
El Expresidente de Cs, engreído en su arrogancia, es posible que interpretara su fichaje por el bufete como su merecida “puerta giratoria”. Mirándose en el espejo de expresidentes de gobierno y algunos exministros que terminaron en consejos de administración de renombradas empresas del IBEX 35, con un considerable sueldo por no hacer nada, podría haberse dejado llevar por su ego, y se creyese merecedor también de esa consideración. De ahí la nula dedicación, según la empresa, y por tanto, la baja productividad en el desempeño de su labor en la firma.
Más allá de que en el contrato se deje claro o no la labor que debían desarrollar tanto Ribera como Villegas en el bufete de abogados, lo cierto es que tanto uno como el otro, a juzgar por la comunicación del mismo bufete, lo habían considerado como un paraguas económico para seguir disfrutando de tiempo libre y dedicarse a sus tareas de proyección personal y de politiqueo.
Se decía en su tiempo y con razón que Rivera era el candidato del IBEX 35, pero su ambición le llevó a no medir bien y unas raras decisiones y errática estrategia, dio al traste con su avaricia. Pone los pelos como escarpias pensar que este señor, aspirando a ser presidente, pudo sentarse en la Vicepresidencia del Gobierno. El IBEX, una vez caído en desgracia y que la política le abandonara tras el sonoro fracaso electoral, nada ha querido saber de él y ahora con la decisión de llevar a los juzgados su salida del bufete, las posibles puertas se le cerrarán a cal y canto.
La única puerta que aún tiene abierta y es donde ha estado trabajando desde bambalinas, es la del PP, que se está comportando como el coche escoba recogiendo los residuos -tóxicos o no- que la descomposición de Cs está originando.
Hay voces en el PP que reclaman más que nunca un chiringuito ad hoc para Rivera, al modo del que disfruta Toni Cantó, antes de que la ultraderecha le tire el anzuelo y, por necesidad perentoria, no tenga más remedio que picar en él.