26 años tras su muerte, el 21 de febrero de 1996, la figura de Horacio Fernández Inguanzo sigue viva en homenajes como los que IU organiza en el cementerio del Sucu en Gijón, donde está enterrado. Pervive su memoria frente al olvido que suele ser habitual de los líderes antifascistas. Fueron derrotados de la Guerra, luchadores contra la Dictadura y olvidados por las instituciones en democracia. En una desmemoria histórica aún no solucionada.

El entierro de Horacio en Gijón ya fue un preludio de que su memoria perduraría, su féretro velado en el Antiguo Instituto Jovellanos de Gijón, su traslado en cortejo a la Plaza Mayor y aquel canto de La Internacional en un mar de puños solo interrumpido por la presencia respetuosa de Álvarez Cascos. Para muchos que no militamos por edad con El Paisano, su despedida fue uno de nuestros primeros recuerdos de su figura. En mi caso fui parte del servicio de orden del entierro, como joven comunista que era. También el multitudinario concierto homenaje en el Palacio de los Deportes de Gijón. Su figura pervive, aunque como es lógico el paso del tiempo dificulta la llegada de la misma a las generaciones más jóvenes.

Simón Sánchez Montero, Conchita Valdés y Horacio Fernández “EL Paisano”, en un 1 de Mayo en Asturies. Foto: Luis Sevilla.

En 2005 el PCA de Gijón con el grupo municipal de IU realizó una edición facsímil de Horacio Fernández Inguanzo un comunista ejemplar. A las 16 horas originales se sumó dos páginas dedicadas a Tina Pérez Bayón, en reconocimiento a una mujer de interés histórico en la lucha antifranquista como se recoge en la misma edición. El original, fue una edición PCE tras su detención en 1969. En aquellos años se consideraba al PCE en Asturias como el máximo editor regional con un aparato de propaganda clandestina, que era siempre, junto con la búsqueda de Horacio, la obsesión de las fuerzas policiales del régimen. Todo indica que la publicación se editó en Asturias. De los diferentes emplazamientos utilizados por el PCE en Asturias para editar la propaganda, el del chalet de Somió en Gijón, gestionado por Sara Fresno, era el más importante. Está claro que fue una material que tuvo una difusión notable y que buscaba resaltar el cuajo de la declaración de Horacio ante la policía en mayo de 1969. Así comenzaba su declaración:

“Yo, Horacio Fernández Inguanzo, miembro del Comité Ejecutivo del Comité Central del Partido Comunista y en función de tal dirigente de la organización de Asturias del Partido Comunista, es por ello que recabo para mí toda la responsabilidad en las acciones realizadas por la organización durante los últimos diez años dirigidas a poner fin a la dictadura y a restablecer un régimen democrático. Para todos los efectos firmo la presente declaración do mi puño y letra en la Comisaría de Oviedo en 24 de mayo de 1969” Declaración donde asumió toda la responsabilidad y lo que ello podía conllevar.
Hay que pensar que enfrente estaba Claudio Ramos, comisario jefe de la Brigada Político Social y cabeza de la represión política y torturas en Asturias. Durante años su objetivo principal era la captura de Horacio Fernández Inguanzo. Nicolás Sartorius recuerda cómo de joven, al venir a la Asturias minera, acabó por ser detenido y preguntado por el paradero de Horacio. Ante su desconcierto, al no saber de quién se trataba, su principal objetivo al salir de comisaría fue saber quién era aquel a quien tanto buscaba la policía. Porque así era, en cada interrogatorio, en cada registro durante una década. La persecución a la cabeza del PCE en Asturias era casi una obsesión. Vicente Gutiérrez Solís recuerda la dureza del interrogatorio y los golpes tras volver a España en 1966 y ser interrogado sobre si estuvo con Horacio en la Fiesta de L´Humanite en Francia, por poner uno de muchos posibles ejemplos.

En la segunda mitad del siglo XX Horacio representó el ejemplo de revolucionario comunista por excelencia al que Víctor Manuel canto:

Con su nombre y apellido
Y empujando el mismo carro
Hasta las piedras, si hablaran,
hablarían bien de Horacio.

Releyendo Horacio Fernández Inguanzo un comunista ejemplar, me llama la atención la firma del texto, Luis Segundo. Finalmente resultó que más que un pseudónimo, era el nombre clandestino que usaba Mario Huerta. Junto a Horacio, los dos eran miembros del Comité Central del PCE y las caras clandestinas del PCE en Asturias. Es de suponer que tanto la declaración de Horacio y el texto de Mario Huerta, tuvieron como referencia otro documento: El comportamiento de los comunistas ante la policía, que se entregaban a lo que por su labor clandestina debían estar preparados llegado el caso de su captura. 26 años después Horacio Fernández Inguanzo El Paisano pervive en la memoria. Es uno de los pocos dirigentes o activistas contra la dictadura que aún recibe ese reconocimiento actual, frente al olvido de la mayoría. El mismo Mario Huerta o Ángel León o tantos otros, hombres y mujeres, que arriesgaron su vida y que nunca recibieron el reconocimiento de una sociedad que pasó la página de la dictadura a la democracia, sin dar el reconocimiento debido a aquellas y aquellos héroes antifascistas.

(*) Es historiador y director de la Fundación Juan Muñiz Zapico de CCOO de Asturies.

Fuente: nortes.me

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